Presidenciables y su política antidrogas | El Nuevo Siglo
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Viernes, 8 de Junio de 2018
Redacción Nacional

La política antidroga del próximo Gobiernos será fundamental en la relación que el país tenga con Estados Unidos. El aumento de las áreas sembradas con cultivos ilícitos es uno de los retos que sin duda estarán en la agenda binacional.

 

Iván Duque

 

En materia de erradicación hay que reactivar las brigadas de erradicación móvil de cultivos ilícitos, combinada con la aspersión aérea. Se apelará a la erradicación genética, hay que conocer bien la genética de ese cultivo para fortalecer la destrucción del mismo.

En materia de sustitución hay que tener dos enfoques, el que hay que tener en las zonas de reserva y de protección, donde hay que volver a las familias guardabosques.

Donde haya frontera agrícola, con programas de producción especial, asociatividad, cadenas de valor, introduciendo elementos para la compra de los productos, la compensación y al mismo tiempo diferenciarlas en programas orgánicos o de comercio justo, señaló el candidato.

Es necesario desmantelar los laboratorios que hay en el país, y actuar con toda la capacidad que tiene la fuerza pública. Recuperar la inteligencia. Solamente leyendo el consumo per cápita de gasolina uno puede inferir dónde están los laboratorios por su demanda excesiva de gasolina, dijo

Hoy el microtráfico está consumiendo a muchos municipios de Colombia, y lo está haciendo porque ha habido laxitud. A partir del 7 de agosto de 2018 se aplicará el acto legislativo 02 firmado por Álvaro Uribe que prohíbe dosis mínima. Hay que tener más capacidad de la fuerza pública para extinguirle el dominio a los carteles, para desmantelarlos y quitarles su articulación con el contrabando.

Se requieren verdaderas políticas de prevención. Esa prevención se debe hacer desde la casa y desde la educación. Se crearán Escuelas de Familias, para ofrecer jornadas de prevención donde se involucre a papá y mamá. Se crearán 1.400 centros Sacúdete: salud, cultura, deporte, tecnología y emprendimiento. Salud, para enseñarle a los jóvenes a no caer en la drogadicción y prevenir el embarazo adolescente; cultura para que haya grupos de teatro danza y ocio productivo y deporte para que haya prácticas sanas.

A los adictos no se les puede tratar como criminales, porque ellos ya están en una enfermedad que necesita colaboración. Las familias de altos ingresos tienen como mandar a los familiares que caen en este problema a centros de rehabilitación, inclusive en el exterior, pero cuando la drogadicción llega a una familia de escasos recursos se erosiona el capital de esa familia, por eso estamos promoviendo a acompañar los programas de rehabilitación, y sobre todo, los programas de atención psicológica parta ayudarle a estas personas a que encuentren un nuevo camino de vida.

 

Gustavo Petro

 

Al consumidor de drogas, recreativo o dependiente, generalmente juvenil y socialmente excluido no se le trata con cárcel, sino con médicos y diálogo estatal. La experiencia de los Camad con más de 65.000 consultas en toda la ciudad en su mayoría de jóvenes estudiantes consumidores de drogas, mostró un camino certero de tratamiento del problema que solo se agudizará con el populismo punitivo.

Para Petro, hay que separar la población consumidora de drogas de las cadenas clandestinas del narcotráfico es una política de seguridad ciudadana estratégica. La mafia se debilita si se le quita a la juventud consumidora en las ciudades, a partir del diálogo, del tratamiento médico de salud pública y de los centros regulados por el Estado de consumo de estupefacientes que busquen mitigar el daño.

Para el candidato en ciudades como Medellín, Barranquilla o Cali, esta experiencia de Bogotá para reducir a fondo el delito contra la ciudadanía.

En forma más amplia la inclusión social en los ingresos, el arte, la producción y fundamentalmente el estudio de la juventud popular urbana y rural permite la disminución sustancial visible y poderosa de los delitos que mayoritariamente afectan a la mayoría de los ciudadanos.

La segunda parte de la nueva política antidroga tiene que ver con el campesino productor de hoja de coca y otros al cual también hay que descriminalizar.

Nos hay que separar el campesinado productor de materias primas para estupefacientes de las cadenas clandestinas de las mafias. El Estado debe dialogar y llegar a acuerdos eficaces con este sector de la población en torno a tres ejes: la sustitución de tierras por tierras fértiles cerca de centros urbanos dentro de la reforma agraria. La compra de cosechas mientras se desarrollan los acuerdos. El crédito de largo plazo con periodo de sostenimiento para el cultivo forestal como sustitución más rentable a los cultivos de hoja de coca y otros.

Si el campesinado sigue atado a las cadenas clandestinas del narcotráfico, la capacidad militar de las bandas criminales aumentará y les permitirá el control territorial como actualmente sucede. Ese dinero, el control territorial y poblacional es lo que permite la alianza entre políticos, Poder y mafias.

Se examinará con la sociedad la viabilidad de legalizar la marihuana en Colombia como lo han hecho ya varios estados de los Estados Unidos. Es de doble moral que, ante la legalidad de la marihuana en Estados Unidos, el gobierno entregue a multinacionales extranjeras terrenos para sembrar marihuana y encarcele a los campesinos que la cultivan.

El efecto de esta medida será la disminución de los cultivos de marihuana en el país por disminución abrupta de su rentabilidad para lo cual el plan de sustitución de tierras para producir alimentos se vuelve fundamental de cara a proteger la familia campesina. El dinero que se deja de invertir en la erradicación de cultivos de marihuana se invertirá en educación preventiva en colegios y menores de edad para disminuir su consumo.

Separar las poblaciones campesinas cultivadoras y los jóvenes consumidores de las cadenas clandestinas de las organizaciones criminales mafiosas es estratégico para la seguridad de los y las colombianas y de paso permite el mayor debilitamiento político y del poder de estas organizaciones, lo que facilita la tarea de golpearlas. Mafias sin población y sin territorio y sin Estado son mafias débiles.

La inclusión social de la juventud en la educación superior, el arte y los ingresos y la separación del campesinado de las redes mafiosas disminuirá de manera contundente el delito en Colombia y esta es una parte fundamental de la estrategia de seguridad que proponemos.