
Superar 12 millones de votos el próximo domingo no será fácil. Pros y contra
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¿En una época fría electoral podrán asistir a las urnas más de 12 millones de ciudadanos? Esa es la gran pregunta que continúa rondando en el país a escasos ocho días de la votación de la consulta popular anticorrupción.
Como se sabe, el próximo domingo 26 de agosto los colombianos se podrán pronunciar en las urnas sobre si están de acuerdo o no con que el Gobierno, el Congreso u otras entidades, según sea el caso, procedan a implementar siete mandatos que consideran determinantes para luchar contra la corrupción que está campeando en Colombia.
Los interrogantes plantean reducir el salario de los congresistas y los altos funcionarios del Estado; prohibir la casa por cárcel a condenados por corrupción y delitos contra la administración pública; terminación automática y sin indemnización de contratos oficiales a empresas y particulares culpables de estos ilícitos; obligatoriedad de todas las entidades públicas y territoriales de utilizar pliegos tipo al momento de celebrar todo tipo de contratos, evitando así las licitaciones hechas a la medida de determinados proponentes; realización de audiencias públicas para que la ciudadanía, los congresistas, diputados, concejales o ediles tengan la posibilidad de decidir sobre el desglose y priorización del presupuesto de inversión nacional, departamental, municipal y local; que esos mismos funcionarios tengan la obligación de rendir cuentas anuales sobre su participación y gestión tanto de intereses públicos como particulares; que los elegidos por voto popular hagan públicas sus declaraciones de bienes, patrimonio, rentas, pago de impuestos y conflictos de interés, como requisito para posesionarse y ejercer el cargo; y, por último, un máximo de tres periodos en el Senado, la Cámara, las asambleas, los concejos y las JAL.
Para los promotores de la consulta popular alcanzar doce millones de votos es posible por cuatro hechos puntuales. En primer lugar, la ciudadanía está cansada de los corruptos y quiere enviarles un mensaje claro y contundente de que se acabó –como dice el Contralor General- la “robadera” en Colombia. De otro lado, en la segunda vuelta presidencial, el pasado 17 de junio, fueron a las urnas más de 18 millones de personas, y ahora se está apostando por apenas dos tercios de ese volumen; como tercer punto, se ha realizado una campaña muy intensa en el voz a voz y las redes sociales, que hoy son vehículos de movilización política y electoral más eficientes que las tradicionales campañas en plaza pública; y, por último, con el cambio de gobierno hay una sensación de que el país está transitando hacia una nueva forma de hacer política y de entender el servicio público no como una oportunidad para enriquecerse ilícitamente, sino como un servicio a los demás.
Pero…
En la otra orilla están quienes consideran que la consulta popular está destinada al fracaso y también ponen sobre la mesa cuatro razones. La primera, este año los colombianos ya han asistido tres veces a las urnas (para consultas interpartidistas, elecciones parlamentarias y dos vueltas presidenciales), lo que produce un desgaste democrático y cansancio en el elector. A ello se suma que agosto 26 es una fecha muy fría electoralmente y apostar por más de 12 millones de votos es muy riesgoso, más aún porque no habrá incentivos electorales; en segundo término, la campaña ha sido marcadamente por redes sociales y medios, sin plaza pública ni publicidad política pagada, lo que llevó a que la ciudadanía no se conectara de forma sustancial con la misma, ni se haya apropiado de los siete mandatos anticorrupción, pese a que varios de ellos son muy ‘taquilleros’, como la rebaja de sueldos a congresistas o la no casa por cárcel a los corruptos; en tercer lugar, el hecho de que ni el presidente Duque o Gustavo Petro, es decir quienes movieron los 18 millones de votos en junio, estén abanderando la consulta de forma decidida y a diario, le quita mucho impacto y capacidad de convocatoria; y, por último, hay mucha desinformación sobre el alcance real y necesario de alguna de las reformas propuestas, también sobre lo que implica una consulta popular e incluso sobre la utilidad misma del mecanismo ahora que el gobierno Duque y otros partidos radicaron proyectos de ley y acto legislativo que van en la misma dirección de los siete mandatos…
¿Qué puede pasar el próximo domingo? Nadie lo sabe. Sin embargo, en el último año las urnas lo que han dado son, y al por mayor, sorpresas. Desde el fiasco de la consulta liberal de noviembre hasta el récord de votación en las consultas interpartidistas de marzo, o los más de 18 millones de votos del 17 de junio. Es más, en octubre de 2016, cuando se votó el plebiscito refrendatorio de paz, no sólo impactó el triunfo imprevisto del No, sino la alta votación, superior a los 12 millones. Habrá que esperar entonces qué nos depara esta nueva cita en las urnas, en donde cualquier cosa puede pasar.