Campaña, encuestas y realidades políticas | El Nuevo Siglo
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Domingo, 25 de Marzo de 2018
El viento de cola de las consultas disparó a Duque y Petro, que apuestan a polarizar la campaña de forma exclusiva y excluyente. Sin embargo, falta mucho camino por recorrer. La U, conservadores y partidos religiosos suman más de seis millones de votos, aún sin destino. Y todavía falta saber cuándo y cómo se moverá el presidente Santos. Análisis

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¿HASTA qué punto las encuestas sobre preferencias electorales revelan las realidades políticas de la contienda por la Casa de Nariño cuando aún faltan más de ocho semanas para la cita en las urnas?

Esa es la pregunta que no pocos colombianos se están haciendo luego de la cascada de sondeos de opinión que se conocieron esta semana y que están mostrando un escenario político virtual según el cual la puja por la Casa de Nariño ya estaría resuelta a favor del candidato del Centro Democrático, Iván Duque, que incluso ha llegado a marcar porcentajes que lo dejarían a solo unos puntos de poder ganar en la primera vuelta del 27 de mayo.

Sin embargo, cada vez que se habla de la tendencia de las encuestas y su capacidad para reflejar las realidades políticas, más de un analista trae a colación lo que pasó en octubre de 2016 cuando se votó el plebiscito refrendatorio del acuerdo de paz entre el gobierno Santos y las Farc.

En esa ocasión, de la que han pasado apenas 17 meses, todas las encuestas coincidían en que el “Sí” arrasaría en las urnas, incluso ganándole por más de 20 o 25 puntos porcentuales a la opción del “No”. Sin embargo, tras la jornada democrática, esta última alternativa fue la que terminó ganando de forma cerrada, para sorpresa de propios y extraños.

Obviamente uno de los análisis más reiterados entonces fue el relativo a cómo era posible que se hubiera presentado una descachada tan protuberante de todas las encuestas y, sobre todo, si los sondeos de opinión podrían recuperar en el corto plazo algún grado de credibilidad.

Las explicaciones de los encuestadores lejos de aclarar el interrogante sobre la equivocación generalizada de los pronósticos, terminaron por confundir aún más a la opinión pública. Por ejemplo, se llegó a decir que hubo una franja de “voto oculto” o “voto vergonzante” a favor del “No”, la misma que no fue reflejada por las encuestas, ya que las personas no admitían abiertamente que esa sería su decisión en las urnas. Los críticos, por el contrario, señalaron que lo que se había evidenciado eran errores crasos en la metodología de los sondeos, la segmentación estadística y hasta en la interpretación de los resultados. Y no faltaron las voces del uribismo que advirtieron un presunto sesgo y direccionamiento evidente en las encuestas, denunciando incluso que el Estado habría destinado más de un billón de pesos para crear una estrategia mediática y publicitaria a favor del “Sí”…

Es más, tras el plebiscito tanto los encuestadores como el propio Consejo Nacional Electoral anunciaron que para la próxima contienda proselitista se fijarían nuevos controles a las firmas que estudian la evolución de la opinión pública. Incluso se habló de una regulación por vía proyecto de ley o del alto tribunal.

De todo ello poco se concretó, salvo en lo atinente a reformas al código de autorregulación de las firmas encuestadoras, respecto a mayores precisiones sobre las metodologías, los universos de consultados, la forma en que se computan los datos recogidos, la publicación de los mismos, la radicación de los sondeos en el CNE e incluso la necesidad de tener un responsable que explique todos los aspectos técnicos.

petro

Sin embargo, el debate en torno a la fiabilidad de las encuestas no se ha terminado. Todo lo contrario, en los últimos meses del año pasado y antes de las elecciones parlamentarias del reciente 11 de marzo, los resultados de las mismas fueron tema de constante polémica, sobre todo porque sondeos que se daban a conocer en la misma semana o con diferencia de pocos días mostraban tendencias distintas.

A ello se suma que los escenarios de preferencias electorales han sido muy variables. Inicialmente aparecía Germán Vargas Lleras casi en solitario en la punta de los sondeos, luego fue el aspirante presidencial Sergio Fajardo el que empezó a encabezar el lote de presidenciables, para después dar paso a la irrupción de Gustavo Petro… Todo ello en menos de cinco meses y sin que mediaran grandes hechos políticos.

Los encuestadores replican que ellos lo único que hacen es tomar “fotografías” de lo que está pasando en determinado momento político. También agregan que hay una especie de ‘bipolarismo’ frente a los estudios de opinión pública, ya que hay dirigentes que critican los sondeos en los que les va mal, pero ponderan luego aquellos en donde repuntan.

 

Nuevo bandazo

La controversia alrededor de la fiabilidad de las encuestas aumentó en la última semana, luego de que se conocieran tres que se hicieron con posterioridad a las elecciones parlamentarias del 11 de marzo, cuando también se llevaron a cabo las consultas interpartidistas que dejaron como ganadores a Duque y Petro.

Los sondeos en cuestión marcan una misma tendencia, en donde el aspirante del Centro Democrático aparece con porcentajes por encima del 40 por ciento en promedio, incluso llegando a más de 46, en tanto que Petro es el segundo, oscilando entre 20 y 26 por ciento en materia de preferencias. Muy lejos de ellos aparecen en un segundo lote Sergio Fajardo y Vargas Lleras, en tanto que en el tercer pelotón van Humberto de la Calle y más abajo Viviane Morales y Piedad Córdoba.

de la calle

Quienes defienden la certeza de estos pronósticos sostienen que el hecho de que reflejen un orden de favoritismos similar pone de presente que las tres “fotografías” del escenario político están viendo una misma realidad.

También puntualizan que el repunte de Duque y Petro es “natural” por cuanto se trata de los dos candidatos presidenciales que más exposición política, mediática, de redes sociales y publicitaria tuvieron en los últimos dos meses, mientras realizaban su campaña para la consulta interpartidista, en tanto que los demás aspirantes, si bien continuaron con una intensa actividad proselitista por todo el país, no gozaron de semejante vitrina.

Además hay que tener en cuenta que las consultas sumaron una votación récord de nueve millones y medio, y que Duque obtuvo sorpresivamente más de cuatro millones de respaldos y Petro 2,8 millones.

Todo ello explicaría porque en unas encuestas que se hicieron apenas cinco o seis días después de las urnas el aspirante uribista aumentó entre cinco y siete veces los porcentajes que tenía en enero y febrero, y candidato de izquierda los duplicó o triplicó en el mejor de los casos, en detrimento del resto de candidatos que, como se dijo, fueron eclipsados política y electoralmente por la campaña y los resultados de la consulta.

Pero, aun así, resulta paradójica la tendencia que marcan las encuestas si se tienen en cuenta dos hechos muy puntuales. En primer lugar, la evidencia de que en las consultas participaron una gran cantidad de ciudadanos de otros partidos y movimientos políticos  cuyos candidatos presidenciales no estaban en juego el 11 de marzo. No hay que olvidar la diferencia entre los votos de Duque (más de cuatro millones) y su partido el Centro Democrático (2,5 millones al Senado), así como los de Petro (2,8 millones) frente a los del movimiento “Decentes”, que a duras penas superó los 500.000 sufragios.

En segundo lugar, no deja de ser llamativo que las encuestas muestren un repunte de Duque (cuyo partido perdió una curul en el Senado y aumentó 11 en Cámara) y de Petro (que apenas logró elegir a tres o cuatro senadores), en tanto que Vargas y Fajardo caen en esos mismos sondeos, pese a que sus respectivos partidos Cambio Radical y Alianza Verde fueron, precisamente, los que más curules nuevas sumaron en los comicios parlamentarios. Igual puede decirse de  De la Calle, ya que si bien el liberalismo perdió tres curules en el Senado y siete más en la Cámara, puso más de 1,8 millones de votos, apenas 700.000 menos que el uribismo y casi cuatro veces los de la lista petrista.

Como lo indicara a mitad de semana un análisis de EL NUEVO SIGLO, lo que quedó en evidencia en las  encuestas que dispararon a Duque y Petro es que por  hacerse apenas unos pocos días después de las elecciones, estuvieron fuertemente impactadas por el resultado de las consultas, que concentraron el foco mediático, los análisis y los debates de la opinión pública, muy por encima del nuevo mapa político marcado por la contienda parlamentaria.

Así las cosas, bien se puede reiterar que las encuestas de la última semana prácticamente se hicieron casi que “a boca de urna”, como suele denominarse a aquellos sondeos de preferencias electorales que se hacen a los votantes apenas después de haber sufragado.

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Entonces…

Explicado lo anterior, el interrogante que surge es el relativo a si la tendencia que hoy marcan las encuestas se puede mantener de aquí al 27 de mayo.

Obviamente en un ambiente electoral tan polarizado y caldeado como el colombiano, esa pregunta tiene respuestas distintas, según la orilla en que esté ubicado quien esté respondiendo.

Para los uribistas, parece claro que Duque no solo picó en punta sino que lo hizo más allá de lo que se esperaba, razón por la cual, con porcentajes por encima del 40 por ciento en promedio, la tarea más que concentrarse en pasar a la segunda vuelta, debería ser concretar rápidamente alianzas parciales o totales con varios partidos políticos con el fin de sumar esos pocos puntos porcentuales que le faltan para ganar en primera. De hecho, ya en las últimas dos semanas algunos congresistas liberales, conservadores, de La U y de otras colectividades se han acercado al Centro Democrático para oficializar o indagar sobre pistas de aterrizaje en esa candidatura.

Sería ingenuo negar que la ventaja que lleva el aspirante uribista en las encuestas ‘seduce’ a más de un dirigente político que trata de acomodarse lo más rápido en una candidatura que tiene tal nivel de favoritismo.

 

Sin embargo, en las toldas de Duque no se confían, puesto que saben, de un lado, que el 11 de marzo hubo mucho voto infiltrado y que las encuestas estuvieron impactadas por las consultas. Un efecto político y electoral que se irá difuminando, sobre todo después de la pausa proselitista de la Semana Santa, cuando la campaña entrará en la recta final, con debates a bordo y todos los candidatos con igual foco político, mediático y publicitario.

 

Cinco o seis millones pendientes

Por otra parte, tanto Duque como Petro son conscientes no sólo de que si bien en las consultas participaron más de nueve millones y medio de ciudadanos, hubo otros cinco y hasta seis millones de personas que no votaron en las mismas, haciéndolo solo por los candidatos al Congreso.

Esos cinco o seis millones (aquí juega mucho el voto en blanco, una parte del cual se decide a la hora de las presidenciales) hay una potencial electoral que bien puede cambiar el mapa político.

Para nadie es un secreto que la estrategia de uribistas y petristas continúa siendo la misma: polarizar la campaña entre ellos dos, mostrándose como los únicos dos extremos que pueden llegar a la Casa de Nariño, de forma tal que la opinión pública comience a creer que tienen que tomar partido por alguno de los dos candidatos y nadie más.

“Duque y Petro son rivales complementarios… Para Duque su mejor competidor es Petro y viceversa, porque tratan de convencer a la mayoría de los votantes que las consultas del 11 fueron la primera vuelta y que la segunda es el 27 de mayo, con dos aspirantes viables, que no son otros que ellos… Por eso ambas campañas se satanizan a cada segundo, creando miedo por el otro y mostrándose como la única alternativa… Eso dejó, paradójicamente, en el centro a Vargas, Fajardo y De la Calle”, precisó un reconocido estratega político, que pidió la reserva de su nombre.

Petro, por ejemplo, sabe que si llega a pasar a segunda vuelta, tendría el apoyo, incluso sin pedirlo, de una amplia franja de contradictores del uribismo que votarían por el exalcalde motivados, no por sus ideas y programas, sino por la intención decidida de atajar al partido del expresidente.

Y Duque, a su turno, sabe que si logra seguir polarizando la campaña entre él y Petro, mantendrá la punta de las encuestas y evitará que Vargas Lleras llegue a la segunda vuelta, en donde sería un rival difícil de vencer porque sumaría respaldos no sólo de centro-derecha, sino también del centro y la izquierda, impulsados –también- por el marcado anti-uribismo.

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“… Duque podría noquear ahora a Petro, pero no le conviene hacerlo, ya que eso pondría a otro contendor fuerte en el ring (es decir a Vargas)… Por eso a Duque lo que le conviene es llevar a Petro, claro debilitado (o sea lejos en las encuestas) hasta el último round y allí sí vencerlo”,  añadió el estratega consultado.

 

Azules y La U

De igual manera es claro que las decisiones que tomen partidos como el Conservador y La U serán determinantes para inclinar la balanza en la recta final de la campaña que estaría comenzando después de Semana Santa.

Esta semana fue evidente que los conservadores son más amigos de esperar a ver cómo evoluciona el escenario político. Si bien tenían reunión de bancada, esta fue aplazada de forma sorpresiva y todo hace indicar que se tomarán la “semana mayor” para reflexionar sobre su futuro inmediato.

Por ahora es claro que Vargas Lleras tiene muy avanzadas sus conversaciones con este partido, en busca de una alianza institucional y en bloque, en tanto Duque tiene a varios congresistas azules como sus emisarios tratando de concretar respaldos, pero más en la modalidad del ‘gota a gota’.

En las filas de la primera campaña aseguran que tienen asegurados los respaldos de no menos de 11 senadores, en tanto que en las de la segunda ya contabilizan siete. Ahora, las cuentas puede que no cuadren porque se están teniendo en cuenta parlamentarios salientes y entrantes. A ello se suma que el riesgo de división es real e incluso ya fue contemplado en algunas de las conversaciones internas de los congresistas, que no descartan pedir que el Directorio ‘decrete’ la libertad para adherir, pero sólo a una de esos dos campañas, a ninguna otra.

En cuanto a La U se sabe que en las dos juntas parlamentarias de esta semana hubo tres conclusiones básicas. La primera, que la Casa de Nariño ni el presidente Santos han enviado señal alguna sobre para dónde debe ir el partido. En segundo lugar, que varios de los congresistas insisten en que Vargas Lleras continúa siendo la opción más viable para el “partido de gobierno”, puesto que contemplar la posibilidad de adherir a Duque enviaría una señal de incoherencia que le puede salir muy cara a la colectividad, toda vez que el Centro Democrático es el mayor opositor del Ejecutivo y su acuerdo de paz. Y, tercero, que cualquier decisión de respaldo a un candidato debe ser unificada, bajo la tesis de que sólo así la colectividad garantizará ser determinante en la recta final de la campaña y posicionarse bien frente al próximo gobierno, haga o no parte de la coalición mayoritaria política y parlamentaria que se construya a partir de quién gane la Casa de Nariño.

 

Al igual que los conservadores, La U decidió no tomar ninguna decisión sino hasta después de Semana Santa, incluso bajo la premisa de que las encuestas que se conocieron días atrás tienen el viento de cola de las consultas del 11 de marzo, pero habrá que ver cómo se muestra el escenario ya con todos los aspirantes en contienda igualitaria, con debates a bordo, las fórmulas vicepresidenciales a pleno vapor y, sobre todo, con las decisiones de los dos partidos que no han apoyado a candidato alguno pero suman casi cuatro millones de votos.

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Liberales y demás

En lo que hace a los liberales, para nadie es un secreto que las encuestas de la última semana sí le han hecho un daño muy grave a De la Calle, al punto que su candidatura empezó a tomar esta semana visos de inviabilidad. Es más, trascendió que en una de las reuniones del candidato con varios parlamentarios liberales, el exjefe negociador llegó a admitirles que no los obligaría a apoyarlo y que reflexionaba sobre cómo se estaba presentando el escenario político y electoral.

Ese dejo de resignación de De la Calle se hizo más notorio al momento en que, por fin, él y Fajardo aceptaron “tomarse un café” con miras a evaluar la posibilidad de una alianza. Aunque en las toldas rojas hubo voces indicando que la idea era que el segundo diera un paso al costado en función del primero, lo cierto es que el exgobernador antioqueño espera que el exvicepresidente y el grueso del liberalismo lo terminen apoyando.

Sin embargo, no se puede desconocer que “el café” entre De la Calle y Fajardo se lo tomaron muy tarde, no sólo porque ambos están en la parte media y baja de las encuestas, sino porque aún si lograran una coalición porcentualmente seguirían lejos de Petro, que se convirtió ahora en el rival a vencer, en vista de que hay un consenso mayoritario en torno a que Duque tiene ya el tiquete ganado para ir a la segunda vuelta, en junio.

Pero aparte de esos tres partidos grandes, falta por conocerse qué harán partidos de origen religioso como el MIRA o Colombia Justa Libres –este último en los escrutinios logró superar el umbral para Senado y entraría con tres escaños–, que suman casi un millón de votos, potencial nada desestimable para la primera vuelta.

Sin embargo, más allá de lo que digan las encuestas, el hecho más importante que le falta al escenario político de la recta final de la campaña presidencial no es otro que la decisión que tome el presidente Santos, que está en la encrucijada de ver a su mayor opositor con opción de sucederlo o que la izquierda radical se tome el poder.

¿Qué hará Santos? Esa es la pregunta. Con De la Calle debilitado y Fajardo tratando de remarcarle distancias a su gobierno, la opción sería Vargas Lleras, pero no todos en La U están de acuerdo. Lo cierto, eso sí, es que el Presidente se va a mover y cuando lo haga el ajedrez de la contienda podría modificarse.

Habrá, entonces, que esperar a que se resuelvan todas las circunstancias descritas. Sólo allí, más allá de lo que digan las encuestas, se sabrá para qué lado se inclina la balanza del poder el día da la verdadera y crucial encuesta, la de carne y hueso, el 27 de mayo