
EN la localidad de Usaquén, barrio San Cristóbal, la Fundación Jireh, brazo social de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de San Cristóbal Norte, conformó en enero del año 2021, el programa ‘Sopitas Calientes’, junto a 15 mujeres, lideradas por Angélica Diago, coordinadora del proyecto social.
“Este programa inició regalando 30 sopas a personas mayores dedicados a la actividad del reciclaje, vendedores ambulantes, población migrante y habitantes de calle, luego fue creciendo y hoy, dos años después, ‘Sopitas Calientes’ los días lunes está atendiendo a 120 personas proporcionándoles un rico plato de sopa de verduras, preparada con las donaciones de muchos vecinos, comerciantes, personas activas de la congregación, y cada 15 días, con el apoyo incondicional de la Fundación Dale una Mano a Bogotá, para hacer algo diferente. No solo proporcionamos un plato de comida, es también una estrategia evangelística para compartirles un mensaje de amor, ya que solo el amor de Cristo por nosotros puede transformar vidas”, contó Angélica a EL NUEVO SIGLO.
Su propósito es llegar a atender a 200 personas, tres días de la semana, entregando alimentos frescos y nutritivos, basados en verduras y productos deshidratados.
‘Sopitas Calientes’ surgió durante la pandemia por Covid-19 a través de campañas de donación de mercados y en conjunto con otras organizaciones, lograron llegar a más de 600 familias.
“Luego en post pandemia, decidimos darle un nuevo enfoque a nuestro programa, puesto que la situación estaba cambiando, ya las personas estaban empezando a salir, pero había muchas que pasaban por las calles, sin poder probar un plato de comida. Decidimos abrir un programa que beneficiara a nuevas personas, que pasaban la mayor parte de su tiempo en las calles y muchas veces no podían probar un plato de comida”, explicó la Coordinadora.
El proceso de identificación de las comunidades vulnerables inicia con un trabajo de campo en el que el equipo de la Fundación identifica cuántas personas en situación de vulnerabilidad transitan por el sector. Durante esta etapa, evidenciaron mayor presencia de vendedores ambulantes de la tercera edad, población migrante, un alto porcentaje de población recicladora, y población flotante.
Una ciudad exigente con los proyectos sociales
Angélica sostuvo que durante su liderazgo ha evidenciado diversos retos para el desarrollo de ‘Sopitas Calientes’, entre ellos, la búsqueda de convertirse en un programa autosostenible.
“Que no solo sea darles una comida cada 8 días, sino donde haya un impacto mayor en sus vidas y en la sociedad donde se desenvuelven. Lo segundo es, lograr conseguir esas manos amigas, esos recursos que puedan seguir costeando este programa, pues no quisiéramos que solo sea un día a la semana, sino que como mínimo podamos ofrecerles comida 2 o 3 días a la semana”, afirmó.
Asimismo, la necesidad de voluntarios es cada vez mayor, personas que según explica Angélica brindan desinteresadamente su tiempo y amabilidad para ofrecerles un rato agradable y un alimento.
“Las personas que trabajamos allí, solo servimos con nuestro tiempo, dándoles a ellos un tiempo de calidad, de amor, sin recibir nada a cambio, porque sabemos el valor que tiene un alma ante los ojos de Dios. Los voluntarios pueden ayudar en la preparación, servicio, logística, puesto que somos 15 mujeres entre los 55 y 65 años, que cada 8 días nos turnamos, cada turno es de 5 mujeres para toda la jornada. Al finalizar debemos limpiar, recoger, lavar, y dejar todo organizado en el área que nos entregan”, reflexionó.
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Gratitud, la mayor recompensa en medio del dolor
Angélica, compartió que uno de los mejores recuerdos que le ha brindado esta experiencia es ver el proceso y mejora de las personas que asisten al comedor comunitario.
“Es gratificante ver en ellos cada día que cada palabra en sus vidas tiene un resultado en su comportamiento, a la hora de ingresar, de estar todos en comunidad, de aprender a perdonar, amarse, a verse cada día no como lo que sobra, sino que son personas con propósitos grandes, que no son error de la vida, sino que son valiosos en las manos del Creador”, afirmó.
Por otro lado, los momentos amargos hacen referencia a las personas que han fallecido por sus malos hábitos, que han muerto por temas del alcoholismo, o incluso por una pelea callejera.
La poca importancia que brinda el Distrito a este tipo de iniciativas que se forjan a partir de recursos propios, es otra de las circunstancias que afligen a los directivos de ‘Sopitas Calientes’ y a tantas otras fundaciones que no reciben apoyo por parte de las entidades.
“No recibimos ayuda de ninguna entidad distrital, somos una comunidad cristiana que hacemos eventos como venta de almuerzos entre nosotros, actividades para recoger fondos; con los comerciantes del sector compramos los alimentos y ellos nos ayudan con algunos elementos para la preparación. El único organismo que nos ha venido apoyando en el último año ha sido la Fundación Dale una mano a Bogotá, a través de su presidente Alirio Delgado”, manifestó Angélica.
Una mano amiga
La Fundación Dale una Mano a Bogotá, constituida desde octubre del año 2021, tiene por objetivo trabajar en programas que influyan positivamente en niños, niñas y adolescentes; mujeres, adulto mayor y todos los grupos poblacionales que estén en contextos difíciles.
“Decidimos hacer una gran apuesta en un proyecto que se llama Agentes de Cambio, con el objetivo de apadrinar cuatro proyectos sociales que estén ubicados en Bogotá, que generen un impacto positivo en sus comunidades, logrando con esto una gran visibilidad para el mismo y, además, generar herramientas para su crecimiento y sostenibilidad. Todo esto mediante un ciclo de formación y acompañamiento por personas expertas en diferentes temas”, explicó a EL NUEVO SIGLO Alirio Delgado, presidente ejecutivo de la Fundación.
Su gran reto es convertir estos cuatro proyectos en programas autosostenibles, partiendo de la premisa de la poca visibilidad y reconocimiento que tienen ante la sociedad.
“La mayoría de estos proyectos o fundaciones terminan acabándose por falta de recursos que es su gran problema, entonces nuestro reto como proyecto y Fundación es volverlos sostenibles y visibles en el tiempo; con apoyo de nuestro equipo de comunicaciones y nuestra red de empresarios privados”, explicó Delgado.
Más de 2.840 personas han sido beneficiadas hasta la fecha a través de los cuatro proyectos que apadrina Dale una Mano a Bogotá. Además de ‘Sopitas Calientes’, está Imagen Viva que apoya a más de 2.700 mujeres con cáncer, Fundación Hogar Victorine Le Dieu cuidando a 12 adultos mayores y Sin Prisa y con Causa – Tostao’ Café y Pan educando a los hijos de 50 familias recicladoras con accesorios de moda.
“Todos tenemos un llamado a la acción de una u otra forma en esta sociedad, Dios nos ha puesto un propósito en esta vida y es poder servir a otros, porque el que no vive para servir no sirve para vivir. Nunca es tarde para apoyar este tipo de programas, hoy más que nunca cuando vivimos en una sociedad donde el amor está mandado a recoger, y donde hay más envidia podemos hacer algo bueno, y marcar la pauta. Qué mejor que darle una mano a nuestra ciudad”, concluyó Angélica Diago, coordinadora de ‘Sopitas Calientes’.