
“No lo puedo negar. Cuando me enteré de que sería la primera mujer en ocupar el cargo de comandante del Batallón de Cadetes, me dieron nervios”, dice la capitán de Fragata Liliana Ortiz Reina.
Explica que es algo normal “por la inmensa responsabilidad e importancia del cargo. Obviamente les pregunté a mis padres qué opinaban de esta nueva asignación en mi trabajo y ellos solo expresaron felicidad, al tiempo que me dieron ánimos para seguir adelante para cumplir mis sueños de toda la vida. Expresaron que 'aquí estamos y estamos orgullosos' y que debería responder con altura porque se trata de una responsabilidad muy grande”.
Liliana es la primera mujer en la historia de la Armada de llegar al cargo de comandante del Batallón de Cadetes de la Escuela Naval Almirante Padilla, donde se forman los futuros oficiales navales y de Infantería de Marina, encargados de proteger el azul de la bandera y los ríos que surcan la geografía nacional.
La capitán de Fragata, quien es hija de un mayor general del Cuerpo de Infantería de Marina, Iván Fernando Ortiz, en uso de buen retiro, y también tiene un tío y dos primos que son oficiales de la Armada, en principio no pensó ingresar a la fuerza y deseaba estudiar Administración de Empresas.
“Siempre me incliné por la Administración, pero cuando cursaba décimo grado, en 1997, salió por diferentes medios de comunicación la noticia que informaba que podían ingresar a la Armada Nacional las primeras mujeres para ser oficiales de línea. Ahí tomé la decisión y les dije a mis padres que quería ingresar a la Escuela Naval. Mi papá inicialmente tuvo un poco de duda y me explicó que apenas empezaba ese proyecto y que era mejor que estudiara una carrera y luego sí ingresara como profesional”, explicó.
La hoy oficial recordó que “a mí se me metió en la cabeza que quería ingresar al centro de formación como oficial de línea y le insistí a mi padre que me apoyara. Sin embargo, alcancé a hacer un semestre de Ingeniería Industrial en la universidad, pero no me amañe y opté por la vida militar”.
Indicó que “ante mi insistencia, mis padres se reunieron, analizaron la situación, se pusieron de acuerdo y decidieron apoyar mi decisión y permitieron que adelantara todo el proceso de incorporación. Pasé todos los exigentes requerimientos y exámenes, es decir, el 14 de enero del año 2000 ya estaba en la Escuela Naval Almirante Padilla.
Añadió que “desde este momento trascendental para mi carrera militar, mi mamá, Liliana Aurora, bacterióloga de profesión y oriunda de Sogamoso, y mi padre de Campoalegre, Huila, me respaldaron y apoyan en todo momento a lo largo de todos estos años”.
Desde pequeña
En su diálogo con EL NUEVO SIGLO, la oficial narró que “desde muy pequeña acompañaba a mi padre a los entrenamientos físicos con los cadetes y a las ceremonias. Mi padre fue oficial del Batallón de Cadetes hace muchos años. Con todos estos procesos, cómo no amar a la Armada Nacional y aquí estoy después de 23 años de haber ingresado a la Escuela Naval”.
“Para nadie es un secreto que los primeros meses en la Escuela son difíciles, duros y de nostalgia por el hecho de estar separados de la familia, pero cuando uno está haciendo lo que gusta es feliz y mi único deseo era estudiar y salir adelante. Mi experiencia como alumna fue enriquecedora por el aprendizaje continuo, de retos permanentes y de muchas expectativas por saber y por poder vivir la vida de oficial”, aseguró.
Dijo que “cuando ingrese a la Escuela Naval no fue tan duro el choque entre los alumnos varones de compartir los estudios con mujeres, ya estaban un poco acostumbrados. Siempre primó el respeto absoluto, pero todos teníamos los mismos procesos, sin ninguna exclusión por el hecho de ser mujeres”.
“En la institución prima el respeto absoluto hacia las mujeres. Claro que también priman nuestro desempeño y nuestra forma de ser. No puedo decir que aquí en la institución han sido machistas. Nosotras las mujeres oficiales de línea tenemos las mismas oportunidades que los hombres. A lo largo de mi carrera me ha ido supremamente bien y amo lo que hago y soy dichosa”, acotó.
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Reveló que cuando se graduó como teniente de Corbeta fue asignada al ARC Malpelo, un buque oceanográfico, "donde ocupé el cargo de oficial del Departamento de Logística durante un año. Luego fui asignada al Buque Escuela Gloria durante un año como jefe de la División Trinquete”.
Contó que “estuve un año en la Fragata ARC Independiente y un año en el ARC Almirante Padilla. En estas fragatas por decisión del alto mando ocupé los cargos de jefe de la División de Navegación y Comunicaciones, jefe de la División de Guerra Electrónica y jefe de la División de Artillería y Misiles, entre otros cargos”.
“Años más adelante, luego de ocupar otros cargos en tierra, volví nuevamente a las fragatas, porque mi carrera, digámoslo así, está encaminada hacia esos buques, donde me desempeñé como jefe del Departamento de Armamento, jefe del Departamento de Operaciones y el año pasado fui segundo comandante de la Fragata Almirante Padilla”, agregó.
Ortiz Reina explicó que “como la primera mujer que ocupa el cargo de comandante del Batallón de Cadetes de la Escuela Naval la responsabilidad es gigante, porque hago parte de la formación de los futuros oficiales de la marina”.
“Mi deseo más grande es poder dejar a los alumnos una huella en su formación y poder transmitir mis conocimientos para que les sirvan en un futuro en el ejercicio como oficiales navales y de Infantería de Marina. Quiero dejar un legado para que puedan seguir adelante y cumplir con sus metas”, indicó.
Apuntó que “mi padre ocupó el cargo de jefe del Departamento de Educación Militar y Física en el Batallón de Cadetes y hoy soy la comandante. Siento alegría y orgullo, pero reitero que es una responsabilidad enorme y creo que el hecho de ser mujer genera ciertas expectativas en el sentido de cómo lo está haciendo la oficial, porque es la primera vez que tenemos a una mujer como comandante de esta unidad”.
Reiteró que “ocupar este alto cargo es un orgullo enorme y por esta razón me exijo día a día no solo para ejercer mi cargo con altura, sino para ser una mejor oficial y una mejor persona para poder brindar a los alumnos todos nuestros conocimientos”.
“Espero que con mi buen desempeño y con la aplicación de todas las enseñanzas como oficial les abra las puertas a otras mujeres para que puedan llegar a ocupar este alto cargo. También para que ocupen otros cargos de igual o mayor responsabilidad”, aseveró.
Solicitud
De otro lado, la capitán de Fragata les pidió a las demás oficiales que "es necesario esforzarse en los cargos asignados para demostrar que las mujeres estamos en la misma capacidad que los hombres para ocupar posiciones y cargos de responsabilidad institucional”.
“Le pido a Dios que me dé la oportunidad de llegar a la máxima jerarquía de un oficial naval, es mi deseo y me gustaría llegar al cargo de almirante. Por esta razón me esfuerzo en el estudio y en el trabajo. Si no se da la oportunidad, pues Dios pone todos los caminos y lo que él decida, ahí estaré y sé que será la mejor decisión para mi futuro, para mi hogar y para mi familia”, manifestó.
Agregó que “en este momento, dos mujeres que ingresaron como profesionales a la institución adelantan el curso para obtener el grado de almirante. Si Dios quiere, en diciembre tendremos las dos primeras mujeres con ese alto grado y es un ejemplo a seguir para todas las oficiales que estamos en la Armada”.