
“Cuando termine mi servicio como soldado profesional voy a extrañar mi ‘casa móvil’, mi fusil, a mi lanza y a mis numerosos amigos con los que pasamos muchas noches en la selva en medio de la lluvia y el frío, pero con la moral muy alta a pesar de las adversidades, los combates y los momentos de alegría”.
Así se expresa Andrés Mauricio Moreno Castellanos, uno de los más de 80 000 soldados profesionales que tiene el país y de los más experimentados por el tiempo que lleva en este servicio.
En diálogo con EL NUEVO SIGLO, el militar cuenta con orgullo detalles de esta dura labor que hacen por el país y los colombianos, y que no siempre la sociedad le da el valor que merece.
Moreno recuerda que: “cuando terminé de prestar mi servicio militar, le dije a mi sargento que me gustaría ser soldado profesional, debido a que tenía una buena hoja de vida y una nota muy alta en conducta. Es decir, no incurrí en ninguna falta durante mi servicio. Mi sargento me dio ánimos y me ayudó a incorporarme”.
Narra que cuando llegó a la Escuela de Soldados Profesionales (ESPRO), en el municipio de Nilo, en Cundinamarca, “no tuve miedo por la exigencia del entrenamiento, ya que en el batallón casi todos los días hacíamos gimnasia y estamos siempre alertas para sortear cualquier eventualidad”.
Agrega que el entrenamiento fue tan duro y exigente, que “una vez salimos egresados de la Escuela quedamos listos para viajar a las selvas del sur, del Pacífico y a otras regiones donde delinquen grupos armados al margen de la ley”.
Comparte que: “mi sargento y mi teniente, nos decían que el entrenamiento debería ser tan fuerte para que la guerra fuera un descanso”.
Además, explicó que recibió instrucción “sobre conceptos básicos de lo que es el Ejército Nacional, operaciones en escuadra y pelotón, operaciones de contraguerrilla, polígonos diurnos y nocturnos, orden cerrado, golpes de mano, supervivencia, manejo de mortero, lanzagranadas y armas de más alto calibre”.
De igual forma, dice que: “los soldados profesionales también recibimos formación táctica, técnica, humanística y diferencial obligatoria. Es decir, nos dan las herramientas para desempeñar un buen trabajo por la seguridad y la paz de los colombianos”.
Contó que algunos de sus compañeros en la ESPRO se entrenaron como francotiradores, en explosivos, en procesos de inteligencia, en navegación terrestre, en comunicaciones, en primeros auxilios, en derechos humanos y en derecho.
Acotó que: “gracias a esta exigente preparación podemos encarar la guerra en las selvas”.
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Nostalgia del retiro
Mirando a lo que viene en su vida cuando deje el uniforme, Moreno Castellanos dice con un gesto de nostalgia que: “mi sueño es terminar mi tiempo de servicio en la institución, poder aprovechar el tiempo con mi familia, en mi finca, tranquilo al lado de mis seres queridos y hacer valioso cada segundo al lado de ellos”.
En cuanto a la llamada “casa móvil”, que reitera “extrañará”, el uniformado precisa que: “hablo de mi equipo de campaña que tiene un peso de 56 kilos, además del fusil, proveedores, equipos de comunicación. Uno lleva botas de combate, camisetas, cinturón de lona con chapa, medias, morral para loza, pantaloncillos, reatas, toallas, una tula, uniforme camuflado, una mochila, una hamaca con toldillo, poncho impermeable, frazada, tirante de campaña, carpa individual, además de los elementos de aseo”.
Insiste en que también echará de menos “la rapidez como uno se levanta para lavarse los dientes, afeitarse y ducharse, y quedar bien atalajado para la formación o para continuar la marcha. Claro que en la selva es muy difícil cumplir este ritual de aseo. Pero siempre procuramos estar bien presentados”.
Por otro lado, dijo que “también extrañaré los burpees, las dominadas supinas, las sentadillas y demás ejercicios para mantenernos en forma y estar con la mejor capacidad física para enfrentar las largas marchas y travesías con lluvia, sol o frío”.
Rememora, un poco para explicar haber permanecido tantos años en el Ejército, que “desde que era niño, mis padres siempre me infundieron el don de servir y ayudar a las personas que lo necesitaban, a cuidar de los míos y los seres que más quiero. Con el pasar de los años ese sentimiento de ayudar y querer marcar la diferencia creció, vi en esta experiencia una oportunidad para poder continuar con mi proyección de carrera como soldado profesional”.
Con satisfacción y agradecimiento con la institución, indicó que: “durante todos estos años adquirí una experiencia enriquecedora a nivel personal y profesional, una carrera que permite tener un aprendizaje constante y valorar cada momento. Al concluir mi servicio militar e incorporarme como soldado profesional sentí que esta era la mejor forma de servir a las personas que se encontraban en las poblaciones más alejadas del territorio nacional y vi en esta oportunidad un proyecto de vida personal y familiar”.
También en el balance de lo mejor que le dio su profesión, comenta que conoce gran parte del país y “creo que es de las oportunidades más valiosas que nos brinda la institución. Recorrer selvas, montañas y ríos, es hacer patria en nuestra amada Colombia”.
Insiste en que: “mi día a día es de sacrificio y entrega, como todos los que integramos la compañía. Pero pensar que estoy aportando un granito de arena a mi país y que más adelante se verá reflejado en mis hijos o nietos para que puedan contar con un mejor país y un mejor mañana, además de que las experiencias y los amigos que se hacen son para toda la vida”.
No se deja de aprender
En cuanto a los uniformados que integran la compañía de la que hace parte, Moreno explica que “es una oportunidad maravillosa para convivir y conocer la diversidad cultural de nuestro país. Aprender a convivir con diferentes estilos de vida hace enriquecedora cada experiencia”.
Precisa que “el estudio es muy importante y por esta razón no se puede perder ninguna oportunidad, pues nos permite crecer cada día. En nuestra institución estamos en constante capacitación y aprendizaje en todos los ámbitos que nos permitan forjarnos como mejores seres humanos y profesionales”.
Agrega que “lo ideal es siempre escuchar los consejos de nuestros suboficiales y oficiales que están al mando de la compañía. Siempre recuerdo un dicho muy popular que dice ‘si quieres llegar a viejo, escucha consejos y las palabras sabias’. Y aquí en nuestro trabajo es necesario acatar todas las enseñanzas para el desarrollo de la misión y al final para la vida de familia”.
No deja de lado, el uniformado, mencionar que: “en las filas también se viven momentos difíciles y el aprendizaje es valorar las cosas sencillas que se tienen en casa como, por ejemplo, una cama limpia o una comida caliente en una noche fría en compañía de mi familia. La pérdida de compañeros o amigos que se convierten en hermanos es muy difícil. Pero considero que la experiencia más feliz o gratificante es volver a casa con bien y gozar del calor de hogar después de haber estado en peligro latente en muchas operaciones”.
Con la sapiencia que solo da la experiencia indica que: “uno como soldado profesional está en permanente retroalimentación y en doble vía, pero si algo les reitero a mis compañeros de trabajo, sin importar la circunstancia, es que todo pasa, por más fuerte o difícil que sea la situación. En este punto de mi vida y carrera militar quiero agradecer a la institución por todo lo que nos ha brindado y más a ellos que son mi segunda familia, el Ejército Nacional”.
Finalmente, Moreno Castellanos expresa con emoción que: “mi familia es la mayor motivación para continuar haciendo las cosas de la mejor manera, y les digo que pronto estaré con ellos para aprovechar el tiempo y el fruto de mi trabajo. Todo se lo debo a mi familia que es mi soporte”.