Efectos negativos de contaminación en Río Bogotá se calculan en $ 135 billones anuales | El Nuevo Siglo
Medición de calidad del agua en el Río Bogotá. /Alcaldía de Bogotá
Alcaldía de Bogotá
Viernes, 26 de Mayo de 2023
Redacción Nacional

LA CONTRALORÍA de Bogotá realizó 22 ejercicios de control fiscal sobre el Río Bogotá que han arrojado hallazgos por $ 480 000 millones desde el año 2000 y que tienen que ver con los recursos que se debieron invertir bien en la recuperación del Río.

Estas fueron algunas de las conclusiones del contralor de Bogotá, Julián Mauricio Ruiz, hechas durante su participación en el Foro llevado a cabo en la Contraloría General de la República.

“Es un problema ‘sobrediagnosticado’, es una tragedia medio ambiental para el Distrito, el Departamento, el país y la humanidad”, dijo el Contralor Ruiz. Agregó que la recuperación o restauración del Río Bogotá podría calcularse en $ 10,5 billones, según un estudio de la Contraloría del año 2020, tras explicar que hay otro estudio quizás más profundo del año 2014, realizado también en la Contraloría de Bogotá (con base en un análisis de la Cepal), donde se estima que los efectos negativos provocados por la contaminación del Río Bogotá se pueden calcular en $ 135 billones anuales.

“Ello con base en la pérdida de oportunidad que han tenido los entes territoriales y la población colombiana en cuanto a turismo, desarrollo agroindustrial, la generación de empleo y demás factores sociológicos y económicos que podrían haberse aprovechado si el Río fuera fuente de vida y no fuente de muerte como hasta hoy lo es”, indicó.

Adicionalmente, el Contralor de Bogotá reveló que, en relación con la vigilancia del vertimiento de lixiviados en el Relleno Doña Juana, se están llevando a cabo un Proceso de Responsabilidad Fiscal y una Indagación Preliminar, que se está analizando a la luz del último laudo arbitral que determinó responsabilidades tanto del concesionario como el Distrito, frente al tema del relleno.

Así las cosas, la Contraloría Distrital continuará realizando un riguroso control fiscal sobre la inversión de recursos destinados a la recuperación del Río Bogotá, con el objetivo de garantizar la transparencia y eficiencia en su utilización.

Calidad de agua en los afluentes del río

La Secretaría de Ambiente, a través de las 30 estaciones de monitoreo de calidad del agua, realiza seguimiento y toma muestras para determinar los niveles de contaminación de los cuatro ríos principales de la ciudad: Torca, Salitre, Fucha y Tunjuelo.



Durante los últimos dos años, ninguno de los tramos monitoreados en estos afluentes ha presentado una calidad en nivel pobre. De acuerdo con las jornadas adelantadas en el último año, el agua del río Torca se categorizó entre Buena y Aceptable; la del río Tunjuelo se mantuvo entre Aceptable y Marginal; la del río Salitre y Fucha está entre Buena y Marginal.

Las mediciones se hacen según el índice WQI (Water Quality Index) que evalúa la calidad del agua en una escala de 0 a 100, siendo de 0 a 44 pobre; entre 45 y 64 marginal; 65 y 79 aceptable; 80 a 94 buena; entre 95 y 100 excelente.

En el último año se han realizado 1496 monitoreos de la calidad y cantidad del recurso hídrico, de los cuales más de 445 corresponden a vertimientos generados por sectores productivos para verificar el cumplimiento de la normatividad ambiental.

"Dentro de Bogotá, los vertimientos directos, tanto de usos domésticos como residenciales de forma ilegal, en el caso de las conexiones erradas y de las aguas residuales de toda la ciudad, inciden negativamente en la calidad de los ríos. En este tiempo hemos realizado más de 1000 monitoreos, abierto más de 600 procesos sancionatorios de los cuales cuatro tienen sanciones por casi 700 millones de pesos", aseguró la secretaria Urrutia.

La mayor problemática son las aguas residuales de carácter doméstico y no doméstico que caen a los ríos por conexiones erradas en el sistema de drenaje pluvial o por vertimientos directos.

Una de las funciones de los ríos es procesar y fragmentar la materia orgánica, es decir, los restos de los animales, plantas y aguas residuales que caen sobre ellos. Pero su capacidad no es infinita, a medida que aumenta la contaminación es evidente la pérdida de oxígeno y por ende la producción de malos olores.