
El expresidente goza de un 44% de apoyo y quien le sigue, Guillier, sólo alcanza el 19.7%. Su elevada ventaja se explica, en parte, por la ejecución de la reforma laboral y la tributaria, que han generado numerosas críticas. La centroderecha la apunta a evitar el balotaje
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EN DIÁLOGO con este Diario (3 de septiembre), Mauricio Rojas, uno de los autores del libro “el Estallido del Populismo”, decía que en Chile, su país de orígen, la gente buscaba un equilibrio humanista, aparte del desarrollo económico. Inspirada en modelos europeos, se refería a la consolidada clase media que, luego de gozar de los beneficios del crecimiento, empezaba a exigir otro tipo de políticas. Esa inmensa población hoy, a dos semanas y media de la primera vuelta, se ha inclinado por Sebastián Piñera y su proyecto de recuperación económica, demostrando que el estancamiento de la economía chilena es, de lejos, lo que más le preocupa; lo otro puede venir después.
Luego de la reforma tributaria de Michelle Bachelet, calificada por sus contradictores como el factor que desincentivó la economía, Chile fue el país que menos creció entre los miembros de la Alianza del Pacífico, con un estimado de 1.3% en comparación el mismo mes de 2016. En un país acostumbrado a crecer y crecer, cuyas empresas tienen capital en numerosos países de la región, estos números no cayeron nada bien.
El modelo de Chicago
El crecimiento de Chile durante y después de Augusto Pinochet se debió en gran parte a la implementación de numerosas medidas de corte neoliberal. Criticadas por amplios sectores de la izquierda por ser llevada por una dictadura, estas medidas llevaron a que el país, siempre detrás de Argentina y Brasil, se convirtiera en un fenómeno, que continuó su desarrollo durante los siguientes gobiernos.
Estudiados en universidades norteamericanas, los funcionarios que implementaron estas recetas fueron conocidos como los “Chicagos Boys”, una calificación trillada durante la década de los noventa, pero que vuelve a cobrar vigencia con el ascenso vertiginoso de Sebastián Piñera en las encuestas, reivindicando ese tipo de políticas.
En un Chile estancado económicamente, un exministro suyo, Cristian Larroulet, le dijo al portal Qué Pasa que el programa del expresidente tiene algunos elementos de esa teoría económica. “La idea de la confianza en la persona humana es central en este programa de gobierno, y es una idea matriz de los Chicago Boys”, contó.
Larroulet no deja, sin embargo, de denominar el proyecto del expresidente candidato como de “centroderecha moderna”, buscando un equilibrio entre el rol del Estado y las iniciativas privadas, distanciándose del intervencionismo del segundo gobierno de Bachelet.
El modelo de Chicago, como los analistas lo llaman, no es lo mismo que las medidas que se adoptaron en el Chile del dictador Pinochet. Como explica el analista Carlos Peña, en El Mercurio, se trata de “atender a las demandas de los grupos medios no ha hecho abandono de lo que suele llamarse modelo de Chicago. Ahora sus técnicas tradicionales apuntan a los grupos medios que son, no hay que olvidarlo, quienes hasta hace poco eran los pobres”.
Mal mandato de Bachelet
Eso es lo que, en su programa, vende Piñera. Y lo que lo tiene como el favorito para llegar al palacio de la Moneda, al seducir a la golpeada clase media, que, cansada de los errores políticos de la presidenta, se vuelca numerosamente por su propuesta.
El programa de Piñera no es lo único que le llama la atención a los chilenos. La regular gestión de Bachelet, en un segundo periodo marcado por presuntos actos de corrupción, ha llevado a que los electores desaprueben su gobierno y se inclinen por su proyecto.
“No soy ciega, sé que cuando se generan procesos de transformaciones se produce incertidumbre”, dijo la presidenta cuando se le preguntó sobre su gestión. Las reformas fiscales y laborales no han caído bien en Chile. El gobierno las presenta como un cambio de fondo en las dinámicas sociales y económicas, pero se le acusa de exceso de garantismo con los sindicatos, entre otras cosas.
Entrada en vigor en abril, la reforma laboral bloquea a las empresas para que contraten trabajadores en medio de huelgas en las que participen trabajadores sindicados. La centro derecha, y algunos sectores de izquierda, aseguran que en parte esto ha explicado el descenso de la economía chilena, por el bloqueo sindical en varias minas.
Este año, una protesta en la Minera Escondida, la mina de cobre más grande del mundo, paralizó la economía extractiva por casi un mes (febrero). Los gremios estiman que esto llevó a que el sector creciera 3% menos de lo habitual, según El País de España
Izquierda dividida
A pesar de la criticada gestión de Bachelet, la izquierda quiere seguir en el poder, pero, como suele suceder, está dividida. El candidato del gobierno (al menos el papel), Alejandro Guillier y Carolina Goic son las dos caras más visibles para continuar con las políticas de la presidenta.
Medios locales dicen que la mandataria aún no ha apoyado a ninguno de los dos candidatos, esperando a que se decante cuál tiene más opciones para enfrentar a Piñera en la segunda vuelta.
Para la izquierda, una eventual victoria del expresidente amenazaría las reformas impulsadas por Bachelet, que buscan reducir las enormes brechas económicas que persisten en Chile, pese a un desarrollo económico sostenible, y crear un modelo de educación gratuita.
En el último debate televisado, el domingo, Piñera fue objeto de varios ataques, pero al final quedó clara que la división entre los candidatos de izquierda, quienes marcaron el debate por varios choques.
La más reciente encuesta del Centro de Estudios Políticos le da una amplia ventaja a Piñera con 44%, seguido de Guillier con 19.7%, demostrando que un posible triunfo en primera vuelta no debe ser descartado.
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