¿Repliegue ruso de Jersón, revés u oxígeno para planes de Putin? | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu
Sábado, 12 de Noviembre de 2022
Redacción internacional con AFP y Europa Press

INDEPENDIENTEMENTE de si el repliegue militar ruso de Jersón fue táctico, estratégico o forzado, no hay señal alguna de que el presidente Vladimir Putin vaya a poner fin a la ofensiva estratégica en Ucrania que, iniciada hace casi nueve meses, se ha convertido en una guerra de desgaste.

Aislado internacionalmente es ahora más incierto que nunca el paso que dará el Kremlin tras el retiro semana de esa ciudad del sur ucraniano, una de las cuatro regiones que el pasado septiembre anexó a su territorio, el que políticamente ha rebautizado como “Federación Rusa”.

Este importante puerto está situado a orillas del mar negro y del río Dniéper. Este último divide en dos a Ucrania y alberga la presa de Kakhovka, que abastece agua a esa ciudad al igual que a su vecina, la península de Crimea, también sumada a la ‘Federación’ desde 2014.

Las escasas palabras de voceros rusos sobre la inesperada salida, a la que se han referido solamente como ‘una difícil decisión’ dio pie para que jefes políticos y militares de Occidente, así como el mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski, coincidieran en señalar que es un duro revés para Putin, sus planes expansionistas e incluso una evidencia de que “está perdiendo la guerra”.

Lo que hasta ahora se conoce es que los estrategas militares rusos, algunos de ellos en ese frente de batalla, consideraron que era la única forma de salvar a miles de soldados in situ, que estaban atrapados de espaldas al río Dniéper y bajo una fuerte presión del ‘enemigo’, quién gracias a los misiles de largo alcance Himars mantenían un constante ataque sobre la ciudad-puerto.

El general Serguei Surovikin, comandante de las operaciones rusas en Ucrania fue uno de los quienes entregó esa explicación, pero enfatizó que concentrados desde la orilla occidental del río no sólo consolidó sus líneas, sino que retomarán las maniobras en la zona, al igual que iniciarán otra avanzada, sin especificar hacia dónde.

Desde finales de agosto, el ejército ucraniano está llevando a cabo una amplia contraofensiva en la región de Jersón, que le ha permitido, pasito a pasito, retomar decenas de localidades.

Utilizando artillería de largo alcance de alta precisión suministrada por Occidente, sobre todo Himars estadounidenses, Kiev lleva semanas bombardeando sin descanso los depósitos de municiones y las líneas de suministro rusas en la región, lo que habría forzado al retiro de las tropas. También han aumentado las ejecuciones selectivas de altos responsables prorrusos.

"El enemigo no tuvo otra opción más que huir", declaró por su parte el general Oleksiy Gromov, representante del Estado Mayor ucraniano, un día antes de que varios de los efectivos ucranianos llegaran a Jerson e izaran orgullosamente la bandera, en medio del regocijo de decenas de habitantes que pese a la cruenta situación se negaron a abandonar la ciudad, por lo que Zelenski tras elogiar su valentía les instó a festejar “este día histórico”.

Aunque el centro de análisis militar ISW consideró poco probable que el anuncio de la retirada rusa fuera una maniobra inesperada y estratégica de Moscú, ya que había constatado “una retirada constante de las fuerzas rusas, los recursos militares y económicos y los elementos de la ocupación" a la orilla oriental del Dniéper, nada ni nadie puede develar la próxima jugada militar ordenada por el Kremlin que, a través de diferentes voceros recordó a Ucrania y al mundo que Jersón “les pertenece”.

La región de Jersón "es un tema de la Federación de Rusia", dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, razón por la cual sostuvo que "no puede haber ningún cambio", al tiempo que dijo “no lamentar” la gran ceremonia celebrada para la anexión en septiembre cuando el presidente Putin proclamó que cuatro regiones de Ucrania, incluyendo ésta -la única capital tomada por esas tropas- pertenecerían a partir de entonces a Rusia.

El hombre fuerte del Kremlin prometió en su momento defender "por todos los medios" esas regiones y amenazó entre líneas con recurrir al arma nuclear. Ese temor persiste y se agiganta con el ‘impasse’ actual, máxime cuando se desconoce las órdenes que recibirán los 30 mil hombres y el arsenal bélico que están acantonados al otro lado del río, convertido ahora en un escudo natural y Rubicón, ya que si las fuerzas ucranianas quieren seguirlos para enfrentarse en combate, van a tener que cruzarlo.

Vale recordar que Rubicón es un río del nordeste de Italia e irrumpió en la historia universal cuando en el año 49 A.C., Julio César tomó una de sus decisiones más difíciles: cruzar con sus tropas esa frontera natural que en ese entonces separaba la Galia de Italia. Aprovechando la noche, y muy cerca del amanecer, ejecutó esa acción, consciente de que ella era una declaración de guerra. Fue entonces cuando pronunció una de sus frases más famosas:  la suerte está echada (alea jacta est) y fue así a su favor ya que invadió ese país forzando a Pompeoyo a retirarse a Grecia y Oriente.

En el flanco occidental del río Dniéper así como en la zona aledaña al poblado de Stepnoguirsk, al sur de Zaporiyia, el frente no se mueve desde hace meses porque la ‘guerra’ es aérea. Pero la situación se complicará mucho, para ambos bandos, cuando llegue la nieve en pocas semanas.

El invierno complica el panorama para todos, tanto para los hombres como para los vehículos, y además el clima complica el lanzamiento de proyectiles que pierden precisión.

Si se congelan las posiciones actuales, los rusos quedarían en ventaja, ya que podrían reagruparse y reforzarse de cara a la próxima primavera, ya con mayor entrenamiento de los 300 mil reservistas que ingresaron a las filas hace un mes.

Como está la situación a hoy le será estratégicamente difícil a Moscú continuar su ofensiva hacia la ciudad ucraniana de Mikolaiv y el estratégico puerto de Odesa en el mar Negro, mientras que las tropas ucranianas podrían, con base en Jersón, atacar directamente a Crimea con su artillería de largo alcance lo que, de darse, llevaría el conflicto a la máxima tensión.

Ante escenarios tan impredecibles como letales, funcionarios estadounidenses retoman la actividad diplomática para que se reanuden las negociaciones de paz entre Kiev y Moscú, interrumpidas desde finales de marzo. Pero esa posibilidad, por ahora, está tan lejana como la rendición de alguno de los dos bandos.



El repliegue de Jersón tuvo, a diferencia de los dos anteriores (las goteras de Kiev en marzo y Járkov, en el noreste, en septiembre), la aprobación de los altos responsables rusos, entre ellos del general Serguei Surovikin, cuyo nombramiento como jefe de las fuerzas rusas en Ucrania dejó satisfechos a los más radicales. Este militar tiene la fama de ser un líder implacable pero competente, capaz, si es necesario, de tomar decisiones difíciles.

Y eso fue lo que hizo pero, de seguro, con los fríos cálculos tanto de sus implicaciones como de los pasos que seguirán, una vez redefinida la operación, táctica y estratégicamente, porque el objetivo se mantiene inamovible para el Kremlin: liberar los territorios prorrusos en la nación vecina.

Entre tanto en Rusia, la ofensiva militar especial, como la definió Putin, comienza a exacerbar a unos habitantes cada vez más al borde de una crisis de nervios.

Así lo evidencian el aumento en las ventas de antidepresivos y las consultas al sicólogo. La angustia se dispara y el conflicto que han querido ignorar cobra importancia con el paso de los días, tal vez porque comienzan a sentir el peso de las sanciones impuestas por Occidente.

Además, el anuncio, a finales de septiembre, de la movilización de cientos de miles de reservistas hizo que el conflicto entrara directamente en las familias en Rusia, así como las declaraciones cada vez más alarmistas de Moscú sobre una amenaza nuclear contribuyen también en el aumento de la preocupación ciudadana.

Tras el llamado a los reservistas, 70% de los rusos dijeron estar "angustiados", un nivel récord jamás registrado por el instituto de sondeo FOM, favorable al Kremlin. Un mes después, el Centro Levada, un instituto independiente, informó que casi 9 de cada 10 rusos decían estar "preocupados" por la situación en Ucrania.

En este contexto, los gastos por antidepresivos se han disparado 70%, y un 56 % para los calmantes, en los primeros nueve meses del año, en comparación al mismo periodo en 2021.

Ese es el marco de la guerra, militar y de nervios, que sin visos de solución se acerca a cumplir nueve meses