Hace un año el mundo comenzó a inocularse contra el covid | El Nuevo Siglo
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Domingo, 5 de Diciembre de 2021
Redacción internacional con AFP

EN MEDIO del creciente temor por la peligrosidad de la nueva variante, ómicron, el mundo se acerca a registrar los dos años de la irrupción del SARS-CoV-2 coronavirus y el primer año de vacunación masiva contra el mismo, desconociendo aún el origen, la transmisión al humano, el tiempo de protección de los inmunológicos y cuándo podrá declararse libre de coronavirus.

De la originaria cepa descubierta en Wuhan a la ómicron actual se han evidenciado decenas de linajes y cientos de mutaciones por razones que pueden ir desde la genómica del virus hasta factores genéticos y ambientales. Todo ello continúa en el misterio y sin luces para develarlo.

Sin embargo, el acelerado desarrollo de no menos de una docena de biológicos para contrarrestar tan desconocido, contagioso y letal coronavirus, ha logrado mitigar su impacto sanitario global.

Como se sabe, oficialmente el gobierno chino informó a la Organización Mundial de la Salud, (OMS) el 31 de diciembre de 2019, la aparición de varios casos de lo que denominó una ‘neumonía atípica’ que estaba siendo tratada con aislamiento, lo que en términos epidemiológicos significaba que era contagiosa. Un mes después, declaró una alerta sanitaria global y semanas más tarde la definió como el covid-19, cuando las infecciones se informaban desde todos los continentes. Después vino el confinamiento mundial por no menos de cuatro meses y, desde entonces, la implementación del tapabocas, lavado de manos, distanciamiento social y otras medidas de bioseguridad.  Un año más tarde se conoció que el primer contagio informado se registró el 9 de diciembre.

Entre cifras que crecían exponencialmente tanto de contagios como de fallecimientos por el virus, la comunidad científica con el apoyo financiero de varios gobiernos, emprendió una frenética carrera con la poca evidencia que se tenía para desarrollar una vacuna que ayudara a la humanidad a enfrentar el mayor peor mal del siglo XXI. Fue así como desde el originario China hasta el otro extremo, Estados Unidos, pasando por el viejo continente, cientos de grupos de científicos se dieron en la tarea de secuenciar el genoma del SARS-CoV-2 para luego, bajo diferentes técnicas, desarrollar los biológicos cuyo uso se autorizó de emergencia, es decir sin estudios concluyentes sobre su porcentaje de efectividad.

Fue así como el 8 de diciembre de 2020, Reino Unido inició la vacunación masiva contra el covid, lo marcando el arranque de una campaña mundial de magnitud histórica y una carrera contrarreloj para atajar la pandemia.

A hoy, rozando el año después, la mitad de la población mundial ha recibido al menos una dosis de la vacuna. Pero mientras los países desarrollados y otros más en vías de serlo inyectan ya dosis de refuerzo, los más pobres han inmunizado a ínfimos porcentajes de su población.

Esta estridente desigualdad es uno de los principales puntos negros de esta campaña, salpicada también de controversias sobre los efectos secundarios aunque, son poco habituales, y por las protestas a la obligatoriedad de vacunarse en algunos países.

Oficialmente fueron los británicos los primeros en lanzar la inmunización masiva, aunque países como Rusia o China ya habían comenzado a vacunar de forma limitada.

El Reino Unido usó principalmente entonces la vacuna AstraZeneca/Oxford, una de la veintena actualmente en circulación, desarrolladas todas ellas en un tiempo récord dado que el nuevo coronavirus se detectó en China a finales de 2019.

Seguidamente, numerosos países desarrollados empezaron a vacunar en diciembre de 2020, en su mayoría con la vacuna de ARN mensajero del laboratorio Pfizer/BioNTech: Estados Unidos, Canadá y Emiratos Árabes Unidos el 14 de diciembre, Arabia Saudita el 17, Israel el 19, la Unión Europea el 27...

Un año después, más de la mitad de la población mundial (55%) ha recibido al menos una dosis, es decir, más de 4.300 millones de personas. Y al menos un 44% (3.400 millones) dispone de la pauta completa, según un balance de AFP a partir de datos oficiales.

En total se han administrado 8.100 millones de dosis en el mundo. Además de AstraZeneca y Pfizer, las otras vacunas más usadas son las desarrolladas por los estadounidenses Johnson & Johnson y Moderna, las chinas Sinopharm y Sinovac y la rusa Sputnik V.

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Los primeros y los últimos

Aunque al menos desde junio de 2021, casi todos los países del mundo están inoculando, el ritmo es muy lento en la mayoría de países pobres, si no queda interrumpido por falta de dosis.

El mecanismo Covax, impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para garantizar un acceso igualitario a las vacunas, entrega su primer cargamento a finales de febrero en Ghana.

Pero rivalizando con países dispuestos a pagar altos precios por su suministro, Covax no ha entregado más que 591 millones de dosis a 144 países o territorios, lejos de los 2.000 millones fijados como objetivo para 2021.

Actualmente, en los países de bajos ingresos (según la clasificación del Banco Mundial), solo se administraron 9 dosis por cada 100 habitantes. La media mundial es de 104 por cada 100 habitantes y en los países de ingresos elevados alcanza las 149 por 100.

África es el continente menos protegido, con 18 dosis por cada 100 habitantes. Burundi y República Democrática del Congo son los países menos vacunados, con 0,007% y 0,06% de la población respectivamente.

Todavía hay dos países que no han empezado la inoculación: Eritrea y Corea del Norte.

En contraste, están los que más han vacunado, liderados por Emiratos Árabes Unidos, con más del 89% de la población inmunizada. Le siguen Portugal (87%), Singapur (86%), Catar (85%), Chile y Malta (84%), Cuba (81%), Corea del Sur y Camboya (80%), España y Seychelles (79%) y Malasia (78%).

Aunque empezaron con muy buen ritmo de vacunación gracias a suministros privilegiados, un año después países como Reino Unido (68%), Israel (67%) o Estados Unidos (60%) no figuran entre los más avanzados.

Los países con ingresos elevados como los anteriormente mencionados también figuran en cabeza de los 80 Estados que han empezado a administrar dosis de refuerzo. Entre ellos se ubican casi todos los de Europa, América del Norte y el Golfo.

También la mayoría suministran dosis a los adolescentes (12-17 años) y, algunos como Estados Unidos, Canadá, Israel, Cuba, Emiratos, Camboya o Venezuela, a niños desde cinco o seis años.

En la Unión Europea, Austria se avanzó a mediados de noviembre a la agencia de medicamentos comunitaria que no aprobó hasta finales de mes la administración de vacunas de Pfizer a niños de cinco años.


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¿Y los tratamientos?

Las vacunas no son la única arma para combatir el coronavirus, ya que los científicos también desarrollaron tratamientos médicos, mucho menos divulgados y con poco empleo hasta ahora.

El sueño de pacientes, médicos y responsables sanitarios y políticos es que una píldora que permita yugular el covid después de dar positivo en un test. 

Los tratamientos más avanzados hasta ahora son el molnupiravir del laboratorio Merck/MSD (comercializado bajo el nombre de Lagevrio) y el Paxlovid de Pfizer. Son fármacos antivirales, que disminuyen la capacidad del virus de reproducirse, y frenan así la enfermedad.

El Lagevrio fue aprobado de forma urgente en la Unión Europea, y está en proceso de autorización en Estados Unidos. Sin embargo, los resultados completos del ensayo clínico realizado por Merck/MSD, divulgados el 26 de noviembre, muestran que su eficacia es muy inferior a lo que se había anunciado previamente.

Según esos resultados completos, el medicamento reduce en un 30% (y no en la mitad como se creía inicialmente) el porcentaje de hospitalizaciones y decesos entre los pacientes que tomaron la píldora poco después de la infección.

También surgen preguntas sobre la seguridad sanitaria de esos medicamentos, ya que su uso podría favorecer teóricamente la aparición de variantes del virus o provocar efectos cancerígenos. Esos riesgos sin embargo son considerados bajos por los expertos estadounidenses.

Las autoridades sanitarias europeas y estadounidenses examinan igualmente los datos del Paxlovid (basado en parte sobre el ritonavir, un medicamento creado contra el VIH).

Ambos medicamentos parecen por el momento eficaces respecto a las variantes del covid-19 y los especialistas creen que podrían combatir perfectamente la última aparición, ómicron.

También están los medicamentos desarrollados como anticuerpos de síntesis, los que tienen como gran problema su elevado costo y, por lo tanto, no serían utilizados de forma masiva. 

La OMS recomendó el Ronapreve para los pacientes de la tercera edad o con un sistema inmunitario deficiente. Fue creado por Regeneron y el laboratorio Roche y cada dosis, según estimaciones, cuesta unos 2.000 dólares.

Este medicamento combina dos anticuerpos de síntesis, conocidos como "monoclonales", el casirivimab y el imdevimab, y es administrado mediante una sola inyección intravenosa. En el caso de estos medicamentos, la aparición constante de variantes sí parece plantear un problema, debido a la manera en la que fueron creados.

Regeneron reconoció el 30 de noviembre que la eficacia de sus anticuerpos de síntesis podría verse disminuida ante la variante ómicron.

La OMS recomienda otros anticuerpos monoclonales para los enfermos más graves, el tocilizumab (vendido bajo el nombre Actemra o RoActemra por el laboratorio Roche) y el sarilumab (vendido bajo el nombre Kevzara por parte de Sanofi). Según la Organización, esos dos medicamentos inmunodepresores deben ser administrados conjuntamente con corticoides.

Y aunque el mundo lleva un año inoculando contra el covid-19, falta mucho camino por recorrer: desde la inequitativa distribución de los biológicos y convencer al cada vez mayor número de personas que rechazan vacunarse hasta determinar que tanto efecto frente a ómicron,