Europa experimenta nueva oleada de migración masiva | El Nuevo Siglo
LOS migrantes esperan bajo los pinos en el centro operativo llamado "Hotspot" para recibir los documentos de registro de la Cruz Roja Italiana en la isla de Lampedusa, desbordada por la llegada contante y masiva de personas. /AFP
Sábado, 30 de Septiembre de 2023
Pablo Uribe Ruan*

En el siglo 19, en barcos que salían de los puertos de Galicia, Cádiz, Nápoles o Amsterdam, millones de europeos decidieron migrar a América Latina o África. Pese a la Revolución Industrial, Europa estaba sometida a guerras entre imperios que veían su apogeo militar. Algunos europeos huían por la violencia, otros por el hambre o la falta de libertad religiosa.

Los tiempos han cambiado desde aquella imagen que mostraba hombres de sombreros acompañados de mujeres de faldones largos. Las oleadas migratorias transitan en sentido contrario. Vienen del sur al norte o de oriente a occidente y tienen como destino Europa o Estados Unidos. Millones migran por las mismas razones que arguyeron aquellos europeos hace 200 años -y hace 100 y también 300 años-. Los persiguen los conflictos internos, las guerras entre dos estados, pero también la intriga económica y la aspiración de una nueva vida en un terreno abonado para la estabilidad.

Se estima que este 2023 será un año récord en migración. La revista The Economist apunta a  que “ha llegado una nueva oleada de migración masiva”. El fin de las restricciones de la pandemia del covid-19 y el agravamiento de las ya de por sí difíciles condiciones de vida, así como la aparición de nuevas guerras y conflictos internos, han llevado a que millones arriesguen su vida en el “tapón del Darién” buscando el “sueño americano”, otros naveguen en pateras -lanchas de muy baja calidad- el Mediterráneo y miles más crucen la fría Europa oriental para repartirse en alguna parte occidental del continente.

 

Ebullición y migrantes

Ya el mundo no es tan seguro como hace 20 años. Las guerras llevan directamente a que suban los índices migratorios. Hoy tenemos más de ellas que hace unas décadas. Sin olvidar que en perspectiva hay muchos menos conflictos que hace medio siglo.

La guerra de Ucrania ha mostrado que en el continente más pacífico del mundo se desarrolla un conflicto que representa la mayor amenaza a la estabilidad mundial. No muy lejos, esta semana ha explotado otra guerra más entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno Karabaj. Eso en Europa o Eurasia. En Medio Oriente continúan sin solucionares las guerras en Siria y Yemen, así como en el África subsahariana se agrava la crisis en Sudán del Sur y Somalia. Mientras, América Latina sigue teniendo 42 entre las 50 ciudades más peligrosas del mundo.

Las cifras que se manejan sobre la migración en Ucrania son devastadoras. No alcanzan a compararse siquiera con la diáspora venezolana, que acumula más de 7 millones de personas que han huido del régimen chavista. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que casi 15 millones de ucranianos han tenido que huir de sus ciudades de origen y la mitad de ellos se ha refugiado en países europeos. Estamos hablando de casi 8 millones.

Los ucranianos, sin embargo, han sido recibidos con las puertas abiertas por Europa. La Unión Europea decidió activar la Directiva de Protección Temporal (DPT), una base jurídica para que los refugiados tengan protección y disfruten de derechos en los lugares de acogida.

Existe, por cercanía territorial, cultural y racial, una mayor propensión al otorgamiento de garantías para los ucranianos. Pero estas garantías también resultan un ejemplo para demostrar que la migración masiva es manejable.

“La Directiva ha demostrado que el acceso rápido y efectivo a la protección internacional y otros derechos es posible en las afluencias a gran escala, sobre todo si existe la voluntad de realizar inversiones cruciales”, dicen las investigadoras del Centro de Estudios sobre Refugiados de la Universidad de Oxford, en su reporte “Ukraine: Insights and implications”.

La acogida de migrantes es uno de los grandes desafíos de política pública para Europa y Estados Unidos. No parece, por lo visto este año, que la migración masiva tienda a la baja.

Las autoridades europeas ahora se preocupan por un nuevo frente: la guerra entre Armenia y Azerbaiyán. Esta semana los azeríes -de Azerbaiyán- han declarado que la región de Nagorno Karabaj queda bajo la jurisdicción de este país de Eurasia. En la última década, Armenia había ejercido control territorial de la zona y alegaba que, entre otras razones, la mayorías de habitantes se identificaban como armenios. Hoy la realidad es otra. Así que más de 75.000 personas han huido en una semana rumbo a países fronterizos. Ese número se estima que puede subir a 150.000 si la guerra escala más allá de esta región.

La Europa oriental representa el mayor desafío migratorio, pero no el único. Miles de personas llegan ilegales desde América Latina a España, Francia o Italia. A ellos se suman los africanos que cruzan el Mediterráneo. En 2023, Italia ha contabilizado 90.000 personas que llegaron a su país de manera ilegal.

 

¿El modelo sirio u otro?

Enfrentada a esta realidad, que mostró sus primeros desafíos con la llegada de cerca un millón y medio de sirios entre 2013 - 2015, Europa busca tomar medidas. Muchos miran a Italia y Alemania, dos países que abordan la migración de manera distinta y lideran los enfoques migratorios en el continente.

Por lo visto esta semana, Alemania empieza a tomar distancia del modelo que una vez defendió Ángela Merkel con los refugiados sirios y que abrió las puertas a más de un millón de ellos. Esta semana anunció que reforzara los controles fronterizos al mismo tiempo que el gobierno del canciller Olaf Scholz ha dado señales de que tendrá una política migratoria distinta. Aparentemente, el país se siente desbordado. La Oficina Alemana de Migración y Refugiados registró más de 204.000 solicitudes de asilo, lo que supone un aumento del 77% respecto al mismo periodo del año anterior.

Italia, en tanto, tiene una posición clara: quiere controlar la llegada de migrantes masivos y no está dispuesta a abrirle sus puertas a millones de ellos como los alemanes. Este jueves, la primera ministra Georgia Meloni anunció una ley antinmigración que endurece las condiciones en los centros de acogida, exige peritajes para reconocer la edad de los menores y estipula mayores facultades para poder expulsar o negar el asilo a muchos migrantes. Italia se cierra.

Los éxodos masivos vuelven al centro de discusión en Europa. En todo el mundo. Pero Europa hoy muestra cómo, siglos después, la historia se da vuelta y le exige una postura común frente a un hecho irrefutable: la migración no va parar.

 

Narcan, otro 'util' en mochilas estudiantiles en EU

Imagen eliminada.

CADA mañana, antes de salir de casa para ir al colegio, Jackson Danzing, de 17 años, se asegura de tener sus libros, los deberes, el almuerzo... y un antídoto que puede reanimar a una víctima de sobredosis.

El uso de Narcan, una versión del fármaco naloxona, es cada vez más común entre los adolescentes de Estados Unidos, un país aislado por una crisis de opioides, entre ellos el fentanilo, una droga hasta 50 veces más potente que la heroína.

"Todo el mundo tiene un amigo o conocido que ha consumido drogas. Imagínate un escenario en el que encuentras a uno de tus amigos con una potencial sobredosis y no sabes qué hacer", dice Jackson, quien junto a su compañero Marin Peale ha organizado cursos de formación sobre el uso de Narcan para 350 estudiantes.

En Arlington, cerca de la capital Washington, donde Jackson va al colegio, la policía intervino siete sobredosis el año pasado en colegios públicos. Un estudiante incluso murió.

Entre marzo de 2022 y el mismo mes de este año, se produjeron 110.000 muertes relacionadas con sobredosis en Estados Unidos, dos tercios de ellas por consumo de fentanilo, según el Centro de Control de Enfermedades (CDC).

Entre los adolescentes, las muertes por sobredosis se dispararon un 94% de 2019 a 2020, indica el CDC, que atribuye este fenómeno a la mayor "disponibilidad de fentanilo sintético producido ilegalmente".

 

Apoyo político

Sin embargo, la creciente disponibilidad de naloxona también puede ser controvertida: algunos padres, como informaron estudiantes de Arlington, creen que este fármaco trivializa, o incluso justifica, el consumo de drogas duras.

En todo el país, las autoridades locales han adoptado políticas diferentes respecto a los opioides.

En Portland, una ciudad progresista de Oregón (oeste), se tomó la decisión de reducir las penas por consumo de drogas. Tanto es así que empezaron a surgir ferias al aire libre de productos ilegales, lo que provocó un aumento de las sobredosis.

 

Algunos estados han ido en dirección contraria, endureciendo sus leyes antidroga. A modo de ejemplo, tres estudiantes sufrieron sobredosis a principio de año en Tennessee (sur). Dos de ellos fallecieron y el tercero fue acusado del asesinato de sus dos compañeros.

Pero en general, "veo apoyo a la naloxona en todo el espectro político (...) y creo que es una victoria en términos de salud pública", argumenta Keith Humphreys, investigador de la Universidad de Stanford.

En Arlington, como en todo Virginia, la prohibición de las drogas sigue vigente. Y los alumnos que llevan naloxona al colegio deben haber recibido antes formación sobre su uso y obtenido la aprobación de sus padres, explica Darrell Sampson, director de servicios estudiantiles de los colegios públicos de la ciudad.