“Hace unos dos meses le amputaron el dedo anular de la mano derecha. En cuestión de semanas, podría perder el dedo corazón de la mano izquierda, que estaba hinchado con una gran llaga de color granate cubriendo el nudillo”, escribe VICE sobre Bill, un consumidor de tranq, “la droga zombi”, que hoy está en el centro de la tercera epidemia de las drogas en Estados Unidos.
Bill vive en Kensington, Filadelfia, la capital del estado de Pensilvania, en donde se ha registrado el mayor consumo de tranq o xilacina, el nombre comercial con el que se conoce a esta droga que se usa habitualmente para sedar caballos, ciervos y otros animales.
Algunos comparan el tranq con el krokodil, aquel derivado de la heroína que apareció en Rusia en 2010, que dejaba a los consumidores inmóviles y les causaba escamas y heridas putrefactas. Pero, como evidencia el caso de Bill, los daños que causa en el cuerpo pueden ser aún más devastadoras.
“Como médico, nunca he visto heridas tan graves a esta escala", dijo a principios de agosto Rahul Grupta, director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas (ONDCP). Los consumidores suelen, después de un tiempo, perder varios dedos y desarrollar úlceras cutáneas.
39 estados
La primera vez que se reportó el uso de xilacina en humanos por las autoridades norteamericanas fue en 2000, en Puerto Rico. La DEA, luego, empezó a ver su expansión en la costa este de los Estados Unidos, hasta encontrar que Pensilvania se había convertido en el centro de consumo de tranq. En este estado ha existido una alta demanda por drogas ilícitas en ciudades como Filadelfia y Baltimore, facilitada por grupos de microtráfico capaces de distribuir opiáceos como el fentanilo y no-opiáceos como el tranq, cuya materia prima es traída de China.
Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, en inglés), 107,735 estadounidenses murieron entre agosto de 2021 y agosto de 2022 por envenenamiento por drogas, de ellos fallecieron más de 3,000 personas por tranq en 2021, un aumento del más del 50% con relación a 2020. “Es probable que el número real de muertes relacionadas con la xilacina sea mayor debido a la irregularidad de las pruebas de detección de la droga”, dice la DEA.
A diferencia del fentanilo, el responsable de la mayoría de las muertes por drogas en Estados Unidos, la sobredosis de tranq no se puede manejar con naloxona, un medicamento compuesto por cloruro de sodio, ácido clorhídrico diluido (para ajuste de pH) y agua para preparaciones inyectables. Este fuerte componente logra, en muchos casos, suspender los efectos de la sobredosis de fentanilo.
Expertos consultados por VICE dicen que la naloxona sí ayuda a manejar la sobredosis en la medida en que el tranq suele estar mezclado con opioides como fentanilo o la heroína.
“Por lo que sabemos, la xilacina no responde a la naloxona, pero los opiáceos que casi siempre están presentes con la xilacina responderán a ella. Y lo que hay que hacer es dar a esa persona la oportunidad de respirar”, le ha dicho a este medo Jen Shinefeld, epidemióloga de campo del Departamento de Salud Pública de la ciudad de Filadelfia.
Costo y provisión
En agosto, la Casa Blanca alertó que uno de los mayores desafíos del tranq es su bajo precio de venta en el mercado. Un reportaje del periódico Wall Street Journal estima que el gramo de este no-opiáceo está en USD 6 en los sitios web chinos, de donde proviene la materia prima, una diferencia con el fentanilo, que ya ha mudado su centro de producción de China a México.
Estas dinámicas en el mercado ilegal de tranq abren varios interrogantes. Uno de ellos, y quizá el más importante, es el rol de los carteles mexicanos en su producción y comercialización. Aunque hoy aún no se produce este no-opiáceo en territorio mexicano, es posible plantear que en los próximos años lo van a empezar a producir, como ha ocurrido con el caso de fentanilo, que originariamente y por mucho tiempo, venía de China y hoy su producción se concentra en México.
Los traficantes suelen mezclar el fentanilo, que tiene un costo muy bajo si se le compara con otros opiáceos como la heroína y la cocaína, con xilacina, buscando abaratar costos de producción y maximizar utilidades. Como consecuencia de ello, dicen las autoridades norteamericanas, los consumidores no suelen saber si consumen tranq o el fatídico opiáceo.
Según la revista The Economist, que en su última edición dedicó dos páginas al tranq, en el 90% de las muestras de fentanilo en Filadelfia se han encontrado muestras de xilacina.
Aunque los ojos de las autoridades han estado puestos en Pensilvania, cerca de 39 estados de Estados Unidos han reportado un uso de esta droga.
Casa Blanca
En alerta por la tercera crisis de las drogas, que ha venido precedido de las de 1970 y 2010, la administración de Joe Biden ha lanzado una estrategia de contingencia, “Plan Nacional de Respuesta”, para hacerle frente al consumo de tranq o xilacina.
El plan consta de seis pilares, pruebas, recopilación de datos, prevención basada en pruebas y reducción de daños, reducción de la oferta, programación e investigación, para combatir lo que las autoridades han llamado “amenaza emergente”.
Según Rahul Grupta, director de la ONDCP, se necesitan “más pruebas para obtener una imagen nacional de la amenaza”.
El plan de la administración Biden pretende reducir las muertes por droga tranquilizante en un 15% en al menos tres de las cuatro áreas censales estadounidenses para 2025. Para ello, esperan normalizar y aumentar los análisis de tranquilizantes, desarticular el comercio ilícito -posiblemente mediante nuevas normativas sobre la xilacina- y encontrar antídotos contra la xilacina, dice el Plan Nacional de Respuesta.
Mientras las autoridades ejecutan este plan, en las calles de Filadelfia se reportan a diario miles de personas que quedan paralizadas como “zombis”. En varios reportes se ven imágenes dantescas de hombres y mujeres quietos, inmóviles, algunas veces parados, otras en el piso. Son la cara de una epidemia de drogas que no está cerca de terminar, sino de agravarse.