Nada más inconveniente que las polémicas gratuitas, no solo porque -como su nombre lo indica- pueden ser fácilmente evitables, sino porque la sucesión de estas aumenta el ya de por sí creciente clima de inestabilidad que genera el accionar gubernamental.
Una prueba de ello es lo que pasó con algunas de las afirmaciones del presidente Gustavo Petro durante su gira por Estados Unidos, en donde no solo participó en la asamblea general de la ONU, sino en varias reuniones multilaterales y eventos con la colonia colombiana en Nueva York. Varios de los pronunciamientos del mandatario generaron múltiples reacciones y controversias, sobre todo por su ambigüedad frente a temas de mucha importancia.
Por ejemplo, ante un grupo de connacionales en el condado de Queens, el jefe de Estado señaló que “nos han pedido, desde aquí, el poder político de este país, que tapemos el tapón, como si eso fuera fácil, que construyamos una especie de muro para que no pase la gente hacia los Estados Unidos”.
Obviamente, semejante afirmación tuvo en eco superlativo, sobre todo porque uno de los temas más urgentes en todo el continente (y que es central en la relación entre Colombia y Estados Unidos) se refiere al aumento dramático de la cantidad de migrantes ilegales que están cruzando por el tapón del Darién, la zona selvática en la frontera entre nuestro país y Panamá.
Como se sabe, en los primeros ocho meses de este año ya cruzaron de forma irregular por esa peligrosa zona no menos de 330.000 personas, en su mayoría venezolanos, haitianos, ecuatorianos y colombianos. Esto significa un incremento alarmante frente a los 220.000 migrantes ilegales contabilizados durante todo el año pasado. De hecho, las alarmas de la agencia de la ONU para los refugiados sostienen que, a este ritmo, se llegaría a los 500.000 trashumantes en diciembre próximo.
La frase de Petro tuvo tal repercusión que, incluso, un vocero del gobierno Biden tuvo que salir a desmentir que se le hubiera pedido a Colombia construir algún muro en el Darién.
De hecho, la sola idea es descabellada, ya que se trata de una frontera muy extensa, en plena zona selvática y en donde sería prácticamente imposible desarrollar una obra de estas dimensiones.
Tras esta polémica, le tocó al embajador de Colombia en Estados Unidos, Luis Gilberto Murillo, salir a aclarar que Petro habló “en sentido figurado”, buscando evidenciar la gravedad de la emergencia migratoria y la necesidad de tomar medidas de fondo multilaterales para enfrentar la crisis.
Lo dicho, una polémica gratuita que se habría evitado fácilmente, si se atendiera la sana lógica en cuanto a que en un asunto tan delicado no caben juegos de palabras, exageraciones y ambigüedades.