Terrorismo en el suroccidente | El Nuevo Siglo
Viernes, 22 de Septiembre de 2023

* Disidencias de las Farc y narcotráfico

* Riesgos de un cese el fuego improvisado

 

La ola de terror y muerte perpetrada por las disidencias de las Farc en el suroccidente del país en las últimas semanas obliga a sacar conclusiones no solo sobre la grave situación de inseguridad y desorden público, sino en cuanto al complicado escenario que aboca el Gobierno en la antesala de la instalación de una mesa de negociación de paz con esta facción delincuencial.

Sobre lo primero, el asesinato de cuatro militares la semana pasada en Nariño y los ataques de los últimos días con carros-bomba a estaciones y patrullas policiales de Cauca y Valle, que dejaron varios civiles muertos, otros más heridos -al igual uniformados- y cuantiosos daños materiales, evidencian que estas facciones residuales de las Farc que no se desmovilizaron en 2016, durante el anterior proceso de paz, se han fortalecido peligrosamente en lo militar y económico, sobre todo al amparo del negocio del narcotráfico.

Si bien las Fuerzas Militares y el Ministerio de Defensa señalan que la ofensiva criminal es una respuesta a los operativos castrenses de las últimas semanas en donde las tropas avanzaron sobre varios enclaves territoriales de estos grupos subversivos, lo que en el fondo se percibe es que el también denominado “Estado Mayor Central” (EMC) no quiere renunciar a las millonarias ganancias por el tráfico de drogas y otros delitos derivados.

Así las cosas, habría que evaluar qué pasará en estos departamentos una vez entre a regir el proyectado cese el fuego bilateral entre la Fuerza Pública y las disidencias, muy posiblemente desde el 8 de octubre próximo, según lo anunciaron las delegaciones gubernamental y subversiva días atrás. Restringir el accionar del Ejército, la Policía, la Armada y la Fuerza Aérea en zonas conocidas por su alta densidad de narcocultivos, laboratorios de procesamiento y corredores geográficos utilizados para movilizar narcóticos, insumos y armas, es muy riesgoso. Y no solo porque las disidencias aprovechen la tregua para seguir en el negocio ilícito y fortaleciéndose militarmente, sino porque se está dejando expósita a la población civil ante un grupo armado que, como lo ha evidenciado en las últimas semanas, no le importa asesinar inocentes y uniformados con tal de proteger su principal fuente de recursos.

En segundo término, si la ola de ataques en el suroccidente también tuvo como móvil macabro llegar a la instalación de las tratativas demostrando ‘fuerza’ y ‘capacidad de hacer daño a gran escala’, en aras de conseguir más cesiones en la mesa, el Ejecutivo, cuya política de “paz total” parece basarse en la mano blanda con los delincuentes de toda laya, no puede dejarse presionar por esta vía, ya que estaría poniendo en peligro no solo la supremacía y legitimidad estatales, sino su obligación principal de proteger la vida, honra y bienes de la población.

No hay que llamarse a engaños. A diferencia de las extintas y originarias Farc, de las que se tenía una radiografía medianamente clara sobre su estructura, línea de mando y modus operandi, es muy poco lo que se sabe realmente del EMC y qué tanta capacidad de mando tiene alias ‘Mordisco’ sobre las frentes que se cree integran este grupo ilegal. De hecho, hay zonas en donde se desconoce si estas cuadrillas residuales hacen parte de esta facción o de la llamada ‘Nueva Marquetalia’, que se supone comanda alias ‘Iván Márquez’, aunque no se sabe a ciencia cierta si el exjefe negociador en La Habana está vivo o muerto.

¿Cómo se puede verificar el cumplimiento del cese el fuego con un grupo amorfo, del cual no se conoce su estructura real, número de combatientes y zonas en donde opera? ¿Cómo evitar que las disidencias y el Eln, en incierta tregua con el Estado, se enfrenten por dominio territorial y enclaves del narcotráfico? ¿Cuál será el margen de operatividad de la Fuerza Pública en zonas en donde se sabe que hay narcocultivos de gran tamaño pero allí están acantonadas estas fuerzas ilegales? ¿Cómo explicar que todavía no están los protocolos del cese el fuego con el Eln y ya el Gobierno se embarca en otro con el EMC?... Esas y otras más son las preguntas que hay sobre la mesa por parte de sectores políticos, económicos, sociales, institucionales, la población civil y las propias Fuerzas Militares.

Como se ve, la situación en el suroccidente del país es cada día más compleja y la sensación de temor y orfandad se extiende día tras día entre los habitantes. La accidentada política de “paz total” abre un nuevo e incierto flanco con una facción que demostró que no se detiene ante nada y nadie con tal de cumplir sus oscuros y criminales objetivos.