*Avanza gestión institucional de Boluarte
*Ejercicio de autoridad y consenso político
Pese a los continuos ataques de las fuerzas combinadas de la extrema izquierda y los agentes del caos, unidos a las consabidas protestas de los indígenas, manipulados desde Bolivia por Evo Morales y la subversión internacional, la presidenta del Perú, Dina Boluarte, ha conseguido sortear paros y movilizaciones que, en otras oportunidades, derrocaron diversos gobiernos.
Es de anotar que, a diferencia de otros mandatarios de nuestra región, la jefa de Estado inca prefiere manejar la política con cabeza fría, en lugar de acudir a la tribuna o el balcón, como acostumbraba Allan García y otros políticos de su país.
De Boluarte se destacan en estos pocos meses en el cargo varios esfuerzos y logros notables, sobre todo en cuanto al manejo de las Fuerzas Armadas y su rol de respeto a la institucionalidad y la defensa en todas las instancias del imperio de la Constitución. En estos momentos el reconocimiento al profesionalismo de las instituciones militares y policiales es general, dado que fueron garantes del andamiaje democrático cuando el cuestionado presidente izquierdista Pedro Castillo pretendió incendiar el país, cerrar de manera ilegal el Congreso o incluso huir y buscar refugio en la embajada de México en Lima. Un puñado de uniformados, cumpliendo órdenes judiciales, lo detuvieron y lo entregaron sin contratiempos a las autoridades para que respondiera por sus continuos y desvergonzados negociados.
Ese mismo procedimiento, estrictamente legalista, le ha dado buen resultado a Boluarte frente al poderoso entorno judicial peruano que ha llevado a varios gobernantes a prisión por corrupción, extralimitación de funciones y violación de derechos humanos. La estabilidad institucional que la mandataria ha logrado en tan corto tiempo y en situaciones tan complejas se debe en gran medida a que ejerce con decisión el poder, respeta la independencia de poderes, acata los ordenamientos constitucionales y legales, así como aplica mano dura contra los corruptos.
El reciente viaje de Boluarte a la cumbre de la Amazonía en Brasil ‒su primera gira internacional‒ comprueba que la estabilidad se va consagrando en Perú. De hecho, a falta de vicepresidente titular, se requirió de una ley especial para permitirle ejercer el poder desde el exterior. Es de reconocer que el Congreso, cuna en el pasado de los grandes debates para desestabilizar gobiernos, y en donde están representados los principales partidos políticos, ha terminado por reconocer la necesidad de mantener el orden y la legalidad constitucional. Aunque persiste el normal debate político, es minoritario el ánimo desestabilizador. Esto, junto a un modelo eficiente de gobierno, en especial en lo económico, están determinando que las finanzas oficiales se recuperen gradualmente, tal y como la seguridad inversionista y empresarial.
Pese a que el gobierno Boluarte gana terreno en apoyo interno y tiene el respeto y reconocimiento internacionales, siguen los continuos ataques de los mandatarios de México y Colombia, que continúan respaldando, contra toda lógica y evidencia judicial, a Castillo. En territorio carioca un pequeño partido pretendió denunciar la supuesta ilegitimidad de la mandataria inca, pero, al final, prevaleció su investidura institucional, más aún ante la reconocida seriedad de la diplomacia brasileña.
El sector privado le reconoce que es una promotora de la creatividad empresarial y de la sana competencia de la industria, en pos de mejorar la producción interna y competir en el exterior. El Ejecutivo restableció la seguridad jurídica a la inversión local y extranjera, lo que se traduce en una mejora constante de los indicadores macro y microeconómicos.
Entre los mayores avances de Boluarte está la recuperación gradual de la seguridad ciudadana, sobre todo después de que durante la accidentada gestión de Castillo estaban resurgiendo fuerzas oscuras que retaban la primacía estatal. El Ejecutivo ha dado garantías a la oposición y a las marchas de sectores inconformes, llamando a la prudencia de la Fuerza Pública, pero siendo enfático en que no permitirá el avance de sectores radicales y violentos que pretenden expulsar a cualquiera sea el inquilino o inquilina del Palacio Pizarro y abatir el sistema democrático. Incluso, la mandataria pidió poderes especiales para regular el ingreso de extranjeros y expulsar aquellos que solo llegan a delinquir y atentar contra la población local y sus instituciones.
Finalmente, bajo esa misma línea de acción atada a la Constitución y la ley, Boluarte se propone movilizar la opinión pública en torno a la reconciliación social de los peruanos y su voluntad política de avanzar en el fortalecimiento de la economía, la eficiencia de la inversión social, el combate a la pobreza y la exclusión, así como una mejoría de la calidad de vida.
Poco a poco, entonces, Perú recupera su institucionalidad, retoma el sendero del progreso, toma ritmo socioeconómico y aspira a volver en corto tiempo a puestos de avanzada en materia de desarrollo regional.