* La desgastada hipótesis golpista
* El millón de votos para la campaña
Adjudicarle un eventual golpe de Estado en Colombia a Vox, como lo hizo el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, en la última edición de la revista Semana, no pasa de ser un acto de menuda ignorancia o de díscola temeridad. Ya bien por el declive de esa agrupación (al menos acorde con los rubros de la última jornada electoral); ya bien porque no pasaría de ser un rumor sin fundamento diferente de causar un estruendo calculado, inclusive por más que se quiera situar a esta organización a la derecha del espectro político español.
El tema, dicho por uno de los más altos voceros gubernamentales, con más veras ministro de Hacienda, lo que por descontado está lejos de pertenecer en algún modo a su órbita de acción, no tuvo sin embargo la incidencia que tal vez se pretendía frente a un asunto tan delicado, todavía peor teniendo los supuestos compromisarios nacionales presuntas y decisivas conexiones con el extranjero, sabiendo de antemano cualquier colombiano que nuestro país no es terreno fértil para ningún golpe de Estado, tal y como se demuestra en tanto tiempo de historia democrática.
Pero quizá el desapercibimiento de semejante noticia, que de haber sido real y no un mero invento, hubiera generado una obvia polémica y un airado reclamo de la Cancillería de Colombia al gobierno socialista de España para que pusiera a buen recaudo a los golpistas (que además con obsesión declara sus enemigos), sería porque al mismo tiempo surgió otra información de boca del hermano del presidente de la República en el programa los Informantes de Caracol TV, según la cual, por una parte, finalmente se develó el misterio de la salud del primer mandatario por sufrir el síndrome de Asperger, y por otra, confirmó que el triunfo electoral se había debido al millón de votos puesto desde las cárceles.
No sabemos, en cuanto al golpe de Estado, si detrás de esto pueda estar un expresidente colombiano, ni tampoco si su representado sector político en el Congreso ande en las mismas, según sugiere el encargado de las finanzas y economía nacionales, absteniéndose desde luego y de modo furtivo de dar nombres. Pero de confirmarse el tema que, por supuesto no creemos, también estarían de cabo a rabo equivocados ya que actuar en dirección de semejante despropósito golpista sería sin duda contraevidente con su proyecto y desempeño.
Y es así, no solo porque ese grupo, sino el grueso del cuerpo democrático no adicto al jefe de Estado, del cual Bonilla parece haberse convertido en coja muleta política, en vista de que el ministro del Interior Luis Fernando Velasco ya quemó la mecha en otros dislates, no necesita en absoluto actuar por fuera de las instituciones para cumplir sus cometidos en democracia plena, que son de naturaleza inequívoca.
En efecto, basta con ver que ha sido más que suficiente para los partidos independientes (conservador y de la U), oficialistas moderados (liberales) o de oposición (Cambio Radical y el mismo CD), solo para hablar de los mayoritarios, haber orientado con tino al Congreso, cada uno a su modo, frente a un gobierno remiso a la concertación y el diálogo, además de rabioso, sometido a sus propios enredos, como es fácil deducir de haber tenido una coalición que, a cuenta de su línea improvisada característica, día por día, hizo trizas y ahora trata de recomponer a bordo del clientelismo.
De otro lado, mientras que la hipótesis golpista quedó en el aire al no tener sustento alguno, no pasó lo mismo con las afirmaciones en torno a que el presidente podría sufrir el síndrome de Asperger o que su campaña habría sumado un millón de votos producto de las gestiones de su hermano con grupos criminales en las cárceles. Sobre lo primero, es claro que tanto la rectificación que hiciera el hermano de Petro como el propio Jefe de Estado sobre su estado de salud no despejaron las persistentes dudas sobre la causa real de la gran cantidad de incumplimientos del mandatario a su agenda nacional e internacional.
Por otra parte, lo que sí quedó claramente establecido es que las gestiones en las cárceles que hiciera el hermano del entonces candidato del Pacto Histórico y hoy presidente tuvieron un móvil electoral y redundaron en que se hayan movilizado al menos un millón de votos a favor de Petro en los comicios del año pasado. Teniendo en cuenta que la diferencia en el balotaje fue apenas de 700 mil votos entre el ganador y el perdedor, se dimensiona aún más la gravedad de lo ocurrido en la campaña de la izquierda. Y, por lo tanto, resulta imperativo que las pesquisas sobre la misma por parte de la Fiscalía, la Procuraduría y el Consejo Nacional Electoral vayan hasta las últimas consecuencias y develen todo este entramado.