Se continúa profundizando la desaceleración económica a nivel global y las alarmas suenan cada vez con mayor intensidad.
Días atrás se alertó en torno a que la economía china seguía ralentizándose no solo por un menor dinamismo productivo local sino por las tensiones comerciales con Estados Unidos. Incluso, registró una deflación, por primera vez en más de dos años, como consecuencia de la caída en el consumo interno. De hecho, en el primer semestre el Producto Interior Bruto (PIB) de la segunda economía mundial apenas creció un 0,8% y se ve lejano poder cumplir la meta del 5% para el 2023.
Entre tanto, la economía de Estados Unidos registró en el segundo trimestre del año un crecimiento apenas del 0,6 % con respecto a lo ocurrido entre enero y marzo. Esto significa, entonces, que el PIB anual se ubica en un 2,4%, demostrando un también tímido aumento.
A su turno, Alemania alertó a finales del mes pasado que había logrado salir de la recesión en el segundo trimestre, ya que su PIB tuvo un crecimiento nulo entre abril y junio. Sin embargo, fue una buena noticia tras los resultados negativos de los dos lapsos anteriores. A ello debe sumarse que la economía de los 20 países que integran la Eurozona creció un 0,3% intertrimestral entre abril y junio. Finalmente, la economía del Reino Unido creció 0,2% en el segundo trimestre, mostrando apenas un leve repunte.
En América Latina y el Caribe la situación también es preocupante. De hecho, la Cepal advirtió ayer que para este año se calcula un crecimiento del PIB promedio regional de solo un 1,7%, y el panorama para el próximo año sería aún más complicado, estimándose que la tasa no subiría más allá del 1,5%.
Para la agencia de la ONU es claro que la dinámica de la economía mundial se mantiene en una senda de bajo crecimiento económico y del comercio global. Incluso advierte que, a pesar de las caídas en la tasa de inflación, probablemente los países desarrollados seguirán con sus políticas monetarias contractivas, por lo que no cabe esperar una baja significativa en las tasas de interés externas durante este año, y los costos de financiamiento para países de nuestro subcontinente seguirán altos.
Todo este escenario termina generando un campanazo para muchos países de América Latina y el Caribe, sobre todo en torno a acelerar las medidas para frenar la inflación, reactivar el consumo, incentivar al sector privado y generar políticas internas que faciliten la llegada de inversión extranjera. La estabilidad política, económica y jurídica es clave para ello.