*Diáspora irregular se doblaría este año
* Respuesta hemisférica sigue en el papel
La migración irregular hacia Estados Unidos se está desbordando a tal nivel que poco a poco se erige como la principal problemática continental. Lo que más preocupa no solo es que en lo corrido de este año se registran más de 307 mil personas trashumantes (superando con creces las 248 mil de todo el año pasado), sino que este incremento se dé en forma paralela a las advertencias de Washington en torno a que no permitirá el ingreso de esta marea humana. Por el contrario, el endurecimiento de la política migratoria del gobierno Biden ha llevado a que más de 145 mil personas hayan sido deportadas de la potencia norteamericana en los últimos meses.
Esta semana, en una cumbre en Panamá, a la que asistieron delegados de 23 países de origen, tránsito y destino de esta ola migratoria, se puso en evidencia que el margen de acción de los gobiernos ya se está agotando y, poco a poco, empieza a asomar la necesidad de tomar medidas más drásticas para hacer frente a un fenómeno que, al ritmo actual, podría llevar a que al final de este año se sobrepasen las 400 mil personas en tránsito irregular por Suramérica y Centroamérica con destino a la frontera sur estadounidense.
Mientras que el gobierno panameño se declaró dispuesto a tomar medidas más “contundentes” para frenar esta disparada del tráfico de personas por el peligroso Tapón del Darién, sin descartar incluso un eventual cierre de la frontera con Colombia, la Subsecretaria Adjunta Principal de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado estadounidense recalcó que no habrá ningún tipo de flexibilización en los protocolos de entrada a su país, por lo que estos centenares de miles de migrantes deben comprender que su extenuante, largo y peligroso viaje resulta inútil. Por el contrario, la legislación vigente establece que todo aquel que sea sorprendido tratando de ingresar a territorio norteamericano de forma ilícita no solo será judicializado, sino que tendrá una sanción de varios años para tramitar una entrada legal.
No deja de sorprender que Estados Unidos señale que los países al sur no están colaborando lo suficiente para contener esa oleada migratoria, que es la misma tesis que Panamá recalcó esta semana en cuanto a los gobiernos suramericanos. Colombia, uno de los países más afectados por este fenómeno, también lo ha advertido respecto de Ecuador, Perú… Y así, sucesivamente.
Sin embargo, ese señalamiento escalonado de responsabilidades no soluciona la complicada problemática. Por el contrario, la acrecienta en la medida en que las organizaciones criminales que se lucran con el tráfico de personas han terminado por entender que las múltiples cumbres bilaterales, regionales y continentales han redundado en el sobrediagnóstico del flagelo, pero no así en la toma de decisiones de fondo y eficaces al corto, mediano y largo plazos.
Con el pasar de los años y el agravamiento de esta tragedia socioeconómica va quedando claro que la posibilidad de una respuesta integral continental se quedó en el papel. Múltiples declaraciones se han firmado al respecto, pero la mayoría no se aplican sustancialmente en el día a día. Los países de origen de los migrantes (con Venezuela, Ecuador y Haití a la cabeza, cada uno con crisis internas muy disímiles) sostienen que solo si les apoya financieramente y en gran medida podrían mejorar su situación socioeconómica y disminuir la diáspora. Las naciones de tránsito, como Colombia y Panamá, piden a las primeras un control más estricto en sus fronteras para frenar la movilización irregular, al tiempo que urgen de la comunidad internacional transferir recursos para sufragar la asistencia humanitaria a esta población flotante… Y, por último, el principal país de destino señala que los de origen y tránsito deben ser más eficientes para desincentivar la migración irregular porque, al final, la deportación masiva será la principal respuesta… Una crisis cíclica y desgastante que no hace más que aumentar la dimensión de esta tragedia.
Visto todo lo anterior, parecería claro que este es un flagelo que necesita soluciones más audaces y compromisos más vinculantes, no solo desde el punto de vista de control fronterizo, sino de combate a las mafias de tráfico de personas y una mayor financiación internacional para ayuda humanitaria y mejora de las condiciones de vida de la población local. Está visto que lo implementado hasta el momento no ha dado resultados y prueba de ello es que la migración irregular va rumbo a duplicarse este año.