Emisor, tasas y desaceleración | El Nuevo Siglo
Sábado, 9 de Septiembre de 2023

* La petición gubernamental y gremial

* Inflación y las medidas contracíclicas

 

La economía colombiana sigue desacelerándose y se hace urgente adoptar un plan de choque para evitar que la descolgada se agudice. El crecimiento de apenas un 0,3% del Producto Interno Bruto en el segundo trimestre fue un duro campanazo y los pronósticos sobre lo que podría ocurrir hacia diciembre son cada día más pesimistas. Esta semana, por ejemplo, la Cepal previó que en 2023 el país llegaría, como máximo, a un 1,2%, incluso por debajo del promedio regional de 1,7%.

Es decir, que nuestra nación está en el vagón trasero de las proyecciones para América Latina y el Caribe, apenas superando a Uruguay, que crecería un 1%, en tanto Chile, Haití y Argentina tendrían un rendimiento negativo. La tabla la encabezan Panamá (5,1 %), Paraguay (4,2 %) y Costa Rica (3,8 %), seguidos de República Dominicana (3,7 %). Honduras y Guatemala (3,4 %.), Venezuela (3,2 %), México (2,9 %), Brasil (2,5 %), Nicaragua (2,4 %), Ecuador (2,3 %), Bolivia (2,2 %), El Salvador (2,1 %), Cuba (1,8 %) y Perú (1,3 %).

Paradójicamente esa preocupante previsión de 1,2% hecha por la Cepal termina siendo un poco menos dramática que la de comienzos de agosto del Banco de la República, según la cual el PIB de este año podría caer incluso al 0,9%.

Visto todo lo anterior se entienden los insistentes llamados de los gremios y el sector privado para que tanto el Gobierno como el Emisor generen una estrategia de contingencia que evite que el ‘barrigazo’ económico (venimos de crecer 10,6% en 2021 y 7,5% en 2022) sea más drástico. Ya hay muchos indicadores macro y micro en números rojos, especialmente los relativos a comercio, industria, consumo, exportaciones, construcción, infraestructura e inversión.

Entre las propuestas para ese plan de choque está la petición que esta semana hicieran el Ejecutivo, la Andi y la Asobancaria al Banco de la República para que baje sus tasas de interés de referencia (que están en un 13,25%) con el fin de darle liquidez a la economía, abaratar el crédito, empujar el consumo e incentivar el dinamismo productivo.

Como se sabe, desde el año pasado el Emisor viene incrementando sus tipos financieros como principal medida contracíclica para contener la escalada inflacionaria, en la misma línea de bancos centrales de muchos países, comenzando por las principales potencias.

Sin embargo, en meses recientes tanto a nivel externo como interno se ha advertido que la afectividad de esta herramienta de contracción monetaria está en declive y, por el contrario, genera un enfriamiento productivo muy marcado y costoso en términos socioeconómicos. De hecho, para el caso colombiano, llama la atención que la inflación continúa estando entre las más altas del subcontinente e igual ocurre con las tasas de interés. Por el contrario, en naciones de distintas latitudes los bancos centrales han empezado a reducir gradualmente sus tipos de intervención con el firme objetivo de reactivar distintos sectores productivos

Esta semana el Dane reveló la inflación con corte a agosto, que llegó a 0,70% (un poco por encima de lo esperado), en tanto que la variación en lo corrido de 2023 fue de 7,43% y la del último año se situó en 11,43%.

Para algunos analistas, este guarismo le permitiría al Banco de la República empezar a disminuir sus intereses, toda vez que la inflación, si bien continúa por encima de los dos dígitos, lleva cinco meses en línea disminuyendo y, de mantener esa tendencia, podría llegar a diciembre a un poco por encima del 9%. A ello se suma, como lo reiteraran al comienzo de la semana el ministro de Hacienda y los gremios industrial y bancario, que las características originales del aumento del costo de vida que enfrenta el país provinieron más de un factor externo, como el desbalance de abastecimiento de materias primas y logística a nivel global. Y, como si fuera poco, está comprobado que elevar los tipos como medida contracíclica está golpeando de forma muy drástica el ingreso disponible de los hogares, impactando el empleo y los recursos de las empresas para nuevos proyectos, precisamente en momentos en que la desaceleración económica se profundiza.

Obviamente, el Emisor es un ente autónomo y nadie está planteando afectar su independencia, que acertadamente tiene rango constitucional. Tampoco se desconoce que sus políticas férreas y ortodoxas han sido un activo vital para la estabilidad macroeconómica del país, la protección de la balanza cambiaria y la cuenta corriente, así como para el rol de buen pagador y sujeto de primer orden de crédito multilateral e inversión. Es seguro que el Banco estudiará la petición gubernamental y gremial en torno a señalar una hoja de ruta para empezar a bajar las tasas de interés y comunicará su decisión en su reunión de la última semana de este mes. Por ahora, habrá que esperar.