Alerta en La Guajira | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Julio de 2014

*Avisaron con tiempo

*Peligran aguas de Chingaza

NO  es posible argüir que las autoridades regionales y la sociedad no estaban enteradas, ni informadas a tiempo de  los problemas que tendríamos que afrontar  por cuenta del  denominado fenómeno de El Niño. En su momento y con la debida antelación el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales y las autoridades ambientales repetidas veces se valieron de los medios de comunicación masivos para anunciar que Colombia estaba en el curso fatal de ese fenómeno climático y que  los especialistas estimaban que en el país lo tendríamos con intensidad a partir de los meses de julio, agosto y septiembre hasta final del año. Lo mismo que se advirtió que en el análisis que el Ideam y los expertos de las agencias meteorológicas mundiales efectúan  por medio de los modelos de predicción climática existía la probabilidad de un 68% de que el fenómeno “comience a mediados de año y del 79% de que su fase de máximo desarrollo ocurra en el último trimestre de 2014, es decir, los meses de octubre, noviembre y diciembre”. Por lo que se destinaron en su momento millonarias sumas para que, entre otras medidas importantes, la CAR avanzara en la protección de las cuencas de los ríos.

En los tiempos del Imperio Español en América, las ciudades surgieron por el sistema de planificación, lo que para la época se constituía en un avance extraordinario. Felipe II  dispuso que no era posible fundar ciudades en nuestra región sin tener garantizado el suministro de agua a los habitantes con una progresión razonable de su multiplicación en el tiempo.

Entre los casos más graves de falta de agua potable que afligen a la población se destaca el de La Guajira, donde habitan los legendarios wayúu, zona cuyos ríos reciben o recibían, el preciado líquido de las aguas que partían de la Sierra Nevada de Santa Marta, que hoy sufren la terrible sequía que afecta la región. El problema es más grave en cuanto en la zona no tienen servicio de acueducto, por lo que los seres humanos y los animales carecen de agua potable, se consume el liquido que se extrae de los ríos, la de pozos artesanales y la que cae con la lluvia, tres alternativas que hoy no se dan por cuanto hace dos años que no llueve. Claro, a profundidad está el agua, que no pueden extraer los pobladores por falta de mangueras apropiadas. Así que el panorama de La Guajira no solamente es desolador y lamentable, lo que se vive es dantesco con seres humanos, niños y ancianos, lo mismo que animales domésticos, que semejan esqueletos ambulantes por la falta de agua y la magra alimentación. Por lo general, en tierra fría un ser humano puede durar unos seis días sin tomar agua, en tierras tan cálidas como La Guajira, donde por estos días el termómetro marca los 42 grados de temperatura es posible que en dos o tres días fallezcan las personas. El doloroso drama que se vive amerita la alerta nacional para aliviar el drama que agobia a los habitantes de La Guajira y la movilización de recursos y de agua para mitigar un tanto la tragedia colectiva que ya es de  proporciones gigantescas.

Lo  más lamentable es que en la superficie y bajo la tierra de Colombia tenemos grandes cantidades de agua que no se aprovechan con la debida previsión y defensa del ecosistema. La tala de bosques, la explotación negativa de la riqueza, la destrucción de la ruta de los ríos, la contaminación, los detritus químicos y de toda índole que se lanzan a las aguas de los ríos los degradan y atentan contrala salud de la población. Y pasando al caso de Bogotá, es de anotar que los expertos denuncian que al bajar el precio del agua de manera improvisada en las zonas populares, allí se comercia con el preciado líquido para venderlo en otras donde cuesta más. Sin contar la destrucción de los bosques que amenazan el suministro de Chingaza a los  7 u 8 millones de habitantes de Bogotá.