TRAS EL choque de la pandemia, la inversión en la economía colombiana se ha mantenido mermada. Un informe privado sostiene que desde los años 2000, la inversión en Colombia se ha destacado por ser un motor de crecimiento económico y de generación de bienestar social, gracias al fortalecimiento que la llevó a representar participaciones normalmente superiores al 22% del PIB (promedio 2010-2019). Sin embargo, tras el choque de la pandemia, distintos factores económicos, políticos y sociales han llevado a que la inversión se haya mantenido alejada de esos niveles usuales.
A partir de este punto, se fueron agregando factores económicos, sociales y políticos que sesgaron el balance en contra de la inversión. La materialización de una coyuntura inflacionaria histórica entre 2021 y 2022 condujo al Banco de la República a elevar los tipos de interés hasta niveles récord de lo corrido del presente siglo, lo cual se sumó a la eliminación de beneficios tributarios y a mayores impuestos que habrían elevado el costo del uso del capital.
Los elementos
Así mismo, emergieron elementos que han generado incertidumbre y han venido dificultando la toma de decisiones de inversión privada:
- Bajos niveles de confianza. No hay claridad sobre el rumbo que está tomando la economía colombiana, sobre todo frente a cómo se van a reemplazar los recursos petroleros y mineros con la transición energética. Además, existe confusión sobre la forma como el Gobierno cambia las reglas de juego poniendo en riesgo la estabilidad jurídica de los proyectos que ya están en marcha.
- Menores expectativas respecto al desempeño de la economía en el corto plazo. Por lo menos para el cierre de este año, todos los cálculos están sobre un crecimiento del 1%, con una caída significativa respecto a otros años.
- Inquietudes entre el sector productivo respecto al impacto potencial de la agenda de reformas y cambios regulatorios que viene adelantando el Gobierno. Tanto en el aspecto de los inversionistas como de las previsiones respecto al empleo y las garantías para la creación de empresas, hay dudas sobre el impacto en los costos de producción lo que puede dejar una reforma laboral, los cambios en el sistema de salud y lo que puede dejar una transformación del sistema pensional.
- Las dificultades que estaría atravesando la nueva administración para ejecutar el presupuesto de la Nación ‒específicamente aquel que atañe a la inversión‒. Pese a que el Gobierno anunció desde Planeación Nacional que hay listos $ 74 billones para invertir en sectores de bienes primarios, todavía no hay claridad sobre en qué sectores se van a fortalecer con esos recursos. No en vano en el corte del primer año, la ejecución del presupuesto no superó el 30% cuando se esperaba que por lo menos se llegara al 40%.
- El deterioro de las condiciones de seguridad en las regiones y vías del país. Este es tal vez uno de los temas que más inciden en las decisiones de los inversionistas, ya que, además, del riesgo que supone el accionar de los grupos terroristas, se le suma las condiciones de las vías y los bloqueos de las carreteras principales como ha sucedido con la vía a Villavicencio, la troncal de Cali a Pasto y los sucesivos problemas en las vías de Antioquia y en la ruta hacia la costa.
La construcción
De la misma manera, y ante este panorama, uno de los grandes protagonistas detrás de esta tendencia de la inversión han sido el estancamiento de la construcción de vivienda y el poco avance de grandes proyectos de infraestructura.
El debilitamiento en estos dos rubros es clave, dado que representan cerca de dos tercios del total de la inversión en la economía. Para el primer caso, la pérdida de participación es cercana a 1,3% del PIB, lo que evidencia la ostensible caída de 54% en las ventas de vivienda en lo corrido de 2023. Para el segundo, la caída cercana a los 2,6% del PIB se ha dado en medio de un contexto regido por la ausencia de grandes proyectos de construcción de alcance nacional, principalmente de infraestructura vial y aquellos destinados a las actividades mineras, sector afectado por una elevada incertidumbre regulatoria.
Adicionalmente a lo anterior, la desaceleración económica de la primera parte de 2023 ha llevado a una moderación en el rubro de maquinaria y equipo, que en 2021 y 2022 había constituido un contrapeso positivo. A raíz del debilitamiento de la demanda agregada el sector productivo se ha aminorado la adquisición de estos activos físicos, que en buena medida son importados, ya que el bajo crecimiento del PIB reduce la necesidad de aumentar la capacidad de producción, en un contexto de elevadas tasas de interés. De hecho, las compras al exterior en este rubro cayeron 17% anual en lo acumulado del 1S23. Así pues, se trata de una coyuntura de desafíos para la inversión fija.