LA QUIEBRA en 2008 y el rescate de Credit Suisse este año, el sector financiero cambió de manera considerable en los últimos 15 años, marcados por una oleada de adquisiciones y una mayor regulación.
Desde la crisis de 2008, los bancos se vieron obligados a adoptar una mayor reglamentación debido a la presión de los órganos reguladores en Europa y Estados Unidos.
Pero, ¿cómo fue esa quiebra de uno de los mayores bancos del mundo? El banco desapareció prácticamente de un día para otro. Fue una sorpresa para un analista debutante; un directivo de la FED temió el contagio, y un denunciante alertó de lo que iba a ocurrir, pero nadie lo escuchó. He aquí sus testimonios.
El pasante
Para el analista debutante, Paolo Battaglia, y quien tras una pasantía en el verano de 2007 y una formación en Lehman Brothers, el joven italiano integró en julio de 2008 la filial de inversiones de capital en Londres.
"Empezaba una nueva aventura, era mi primer trabajo", rememora. Lehman "tenía mucho prestigio y era gratificante trabajar en la institución". "Era consciente de que el momento no era fácil para el sector y para Lehman en particular, pero, hasta el último día, nadie se esperaba que recurrieran al «capítulo 11»", confiesa, en referencia a la ley de quiebras de Estados Unidos.
Una vez que quedó claro que el banco de negocios no podría sobrevivir solo, "pensamos que alguna entidad como Bank of America o Barclays lo comprarían".
Pero la mañana del lunes 15 de septiembre de 2008, en el vestíbulo de Lehman, empleados de PWC ‒administrador de la quiebra‒ "distribuían indicaciones que nos prohibían realizar transacciones". "Creí que el procedimiento de quiebra iba a llevar tiempo, que seguiríamos trabajando durante un tiempo. Fue una sorpresa que todo se acabara abruptamente", agrega Battaglia.
Cree que tuvo "suerte" porque trabajaba en 'private equity', la gestión por cuenta de terceros. "Pudimos seguir y evité los despidos" que afectaron a otros empleados, sostuvo.
Trabajó hasta mediados de 2010 para el fondo de inversiones de Lehman, adquirido por algunos de los directivos. Después se fue a Goldman Sachs, donde sigue. ¿Con la distancia, podría haber actuado de manera diferente?
"Hice lo mejor que pude en una situación tan triste. Las opciones eran de todas formas muy limitadas", explica.
Ningún directivo se sentó en el banquillo de la justicia. "Tenemos la tendencia a relacionar la quiebra con un delito, pero es simplemente una empresa que quebró, como muchas otras", comenta.
La última crisis bancaria, la de la primavera de 2023, con la quiebra de varios bancos regionales estadounidenses y el rescate del Credit Suisse "ha sido muy diferente" a la de 2008, considera.
El regulador
Por otra parte, William Dudley, el regulador preocupado, no cambió su agenda aquel último fin de semana de la existencia de Lehman Brothers: dio una conferencia en la universidad de Princeton y después asistió a la boda de una amiga, en la que había mucha gente del mundo de las finanzas. En un contexto así, "no se puede anular nada, ya que la gente se pondría muy nerviosa".
"Era muy extraño hacer como si no pasara nada", recuerda el entonces vicepresidente de la filial neoyorquina del banco central estadounidense (FED), cuya presidencia asumió en enero de 2009. Sin embargo, aquella mañana, desde muy temprano en la oficina, la misión era encontrar un plan B para salvar a Lehman.
"En realidad, la historia había comenzado mucho antes para mí ya que Dick Fuld (presidente de Lehman de 1994 a 2008) tenía un asiento en el consejo de administración" de la FED de Nueva York. "Tuve mucho contacto con él. Me preocupaba que negara los riesgos para la economía, para el sistema financiero en general y Lehman Brothers en particular", cuenta Dudley.
"Tanto es así, que envié un informe en el verano de 2008 a la junta de gobernadores (...) sugiriendo que tomáramos medidas preventivas (...). Fue recibido con un silencio atronador", precisa.
El 15 de septiembre, Lehman declaró la quiebra. "Lo más curioso es que la reacción inicial no fue tan mala", dice. Pero después hubo una reacción de "contagio" y un "lío enorme" provocado por las personas que querían recuperar sus fondos y los que buscaban cubrir su exposición. ¿Habría que haber salvado a Lehman? "Detrás de Lehman había otros (grupos) con dificultades como AIG", recuerda.
Si pudiera dar marcha atrás, aconsejaría a su alter ego "insistir más" a los gobernadores. "Pero pienso que ya era demasiado tarde. Había demasiadas empresas con demasiados problemas", reconoce.
La crisis de la primavera de 2023 tuvo "lugar a la vista de todos. Conocíamos las causas de las dificultades de estas empresas", acotó.
A su vez, Oliver Budde, el abogado informante, dijo que “aquel lunes por la mañana, estaba en el edificio de Lehman cuando empezó el infierno", quien recuerda la "tristeza" y el "shock".
A principios de la tarde, "vi al presidente de Lehman escabullirse por la puerta de atrás y marcharse en su limusina Mercedes negro con su propio chófer. Hice una foto. Es un recuerdo para mí".
Pasó la tarde hablando con sus antiguos colegas, ya que estaba de año sabático tras su dimisión en febrero de 2006. "Había visto muchas cosas que demostraban que estos hombres no eran de fiar. La quiebra de Lehman en cierto modo me lo confirmó", explica el antiguo vicepresidente y jefe adjunto del servicio jurídico de Lehman Brothers. Reprocha a los dirigentes que operaran en la sombra para ganar el máximo de dinero. Un cambio de regulación en 2008 no sirvió de nada.
"De hecho, se escondían más que antes", sostiene Budde. Era "escandaloso", añade. "Fue entonces que me convertí en denunciante".
Entre abril y septiembre, envió cinco correos electrónicos a las autoridades estadounidenses, con copia al consejo de administración y el servicio jurídico de Lehman. Pero "nadie me contactó".
La regulación
Analizando lo que fue antes y ahora comportamiento del sector financiero, se estableció que cada entidad debe poseer grandes cantidades de liquidez y activos fáciles de vender en aras de poder reaccionar a una oleada de retiro de efectivo por parte de los clientes.
Las reglas aplicadas desde 2008 tienen como objetivo evitar que las autoridades no se vean obligadas a intervenir y rescatar con dinero público a las entidades financieras, como sucedió tras la caída de Lehman Brothers.
En el caso de quiebre de un actor bancario, los dirigentes europeos "disponen ahora de un marco" para reaccionar y hacer frente a esa situación, independientemente de la talla del banco, destacó en 2022 la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, que entonces presidía el lobby europeo del sector financiero.
La adquisición de Credit Suisse por UBS, por 3.000 millones de francos suizos (unos US$ 3.360 millones), ejemplificó este nuevo funcionamiento.
UBS en agosto anunció que renunciaba a las ayudas financieras del Estado y el Banco Central helvéticos, que le habían concedido para que rescatara a Credit Suisse.
Tras la crisis de Lehman Brothers, se multiplicaron las operaciones de adquisición de bancos. Entre septiembre y octubre de 2008, el Bank of America compró Merrill Lynch por US$ 50.000 millones, el británico Halifax-Bank of Scotland (HBOS) hizo lo mismo con Lloyds por US$ 12.200 millones, mientras que el Santander adquirió el británico Bradford & Bingley y la entidad francesa BNP Paribas se hizo con el control de las actividades de Fortis en Bélgica y Luxemburgo.
Antes de declarar la quiebra el 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers era el cuarto banco de inversión más grande de Estados Unidos (detrás de Goldman Sachs, Morgan Stanley y Merrill Lynch) y tenía US$ 680.000 millones en activos.
Sus principales empresas dependientes del grupo fueron Lehman Brothers Inc., Neuberger Berman Inc., Aurora Loan Services Inc., SIB Mortgage Corporation, Lehman Brothers Bank, FSB, y el Grupo Crossroads. El holding tenía su sede social en la ciudad de Nueva York, con sedes regionales en Londres y Tokio, así como oficinas ubicadas en todo el mundo.
Ese día negro, Lehman Brothers presentó su declaración formal de quiebra tras el éxodo de la mayoría de sus clientes, pérdidas drásticas en el mercado de valores y la devaluación de sus activos por las principales agencias de calificación de riesgos. Estos fenómenos se produjeron principalmente por el involucramiento de Lehman en la crisis de las hipotecas subprime, asumiendo riesgos excesivos.