La refinería de Cartagena, desde su fundación a mediados del siglo XX, ha sido una de las obras más positivas para el desarrollo nacional, rezagada varias décadas después por el aumento de la demanda y la precaria capacidad de producción y tecnología, los costos de refinanciación por barril de crudo se tornan onerosos. En tanto las necesidades de combustible y de productos químicos en el país superaban la producción del país. Por lo que Colombia debía gastar millones de dólares para importar combustible. Así en el 2004 y 2005, Ecopetrol convoca a un Conpes para acordar un esquema de contratación entre el Estado y los inversionistas privados para repotenciar la empresa. Asunto clave para el desarrollo del país, dado que la refinería amenaza obsolescencia. El tiempo conspira contra la empresa en cuanto se rezaga y desvaloriza, en tanto los costos de producción suben en detrimento de la entidad amenazada de cierre por antieconómica. Perniciosa situación que obliga al país a importar grandes cantidades de combustible y químicos a precios multimillonarios.
El costo inicial de ampliación y modernización de la refinería, inicialmente, se cuantifica entre unos US$ 736 millones a US$ 750 millones. El negocio consiste en que Ecopetrol porta la refinería existente estimada en el 49% y el socio, en tal caso Glencore, se quedaría con el 51%. Se desestima la falta de experiencia de la empresa extranjera en ese campo. Se descarta a Petrobras la otra empresa que sí tenía trayectoria en refinación y que se postuló en el negocio. Glecore, contrata la asesoría de Neant Chem System y Consultora Internacional Bridge & Iron de contratista general para ingeniería, compras y construcción, así como a CBI, los pagos quedan a cargo de Colombia. Allí se dispara el descalabro financiero, se multiplican las cuentas alegres que presentan los contratistas y que son objeto de análisis por cuenta de la Contraloría y la Fiscalía.
El objetivo macro de Reficar consiste en ese momento en aumentar la capacidad de refinación al doble, sin incremento de los costos fijos, y de 70 mil barriles diarios entrar producir 140 mil barriles. Se acuerda la inversión privada para “mitigar el costo fiscal y teniendo a su cargo la administración de riesgos”.
Ya en el 2008 el Plan Maestro de la sociedad eleva los costos con una unidad nueva de crudo en US$ 4.380,7 millones y bajo costo llave en mano alcanzaría US$ 5.087,2 millones. Por esas calendas, Glencore informa que el BID no financia el proyecto y amenaza cerrar la empresa. Lo que empantana un tanto la situación.
Ecopetrol, en vista de esa discrepancia entre los socios, ejerce la opción de compra del 51% en acciones que tenía Glencore Internacional A. G y le reconoce una cuantiosa inversión. Ecopetrol se queda con el 100% de las acciones, en trasgresión de lo de dispuesto por el gobierno y el Conpes de tener un socio externo
En el 2009, Ecopetrol y Reficar continúan con el proyecto de la refinería y se estima el valor de la inversión en US$ 3.777 millones. Se establece que para el 2012 se termina el proyecto y en el 2013, se pondrá en producción. Reficar celebra una serie de contratos en esa mira...
En el 2011, la Junta directiva de la empresa estima el 77% del presupuesto total en US$ 3.892 millones, de los cuales US$2.997 millones están comprometidos, cuando la ingeniería estaba reducida al 21% en compras y la construcción en cero. A partir de entonces para financiar el proyecto, el Departamento Nacional de Planeación autoriza el endeudamiento de Reficar, que busca un préstamo US$ 3.500 millones.
Como lo establece el informe de la Contraloría, en el 2012 tiene comprometido “un total de US$ 3.165,4 millones, equivalente al 81% del presupuesto aprobado, lo anterior cuando no se contaba con la financiación total. Entre el 2011 y 2015 se hacen diversos cambios en la contratación, casi todos negativos para Reficar. Se calcula para el 2015, el daño emergente en US$4.144 millones. Más un lucro cesante de US$ 6.080 millones, según cálculos de la Contraloría equivalente a $17 billones en cuanto el daño fiscal. Para el 2015 el proyecto se eleva a US$7.653 millones, y el mismo año se estima en US$ 8.016 millones.
Los defensores del “affaire” sostienen que la refinería funciona y técnicamente responde a su objetivo. No les importa que el negocio de “modernizar” la refinería superara, y de lejos, el valor de la ampliación del Canal de Panamá en millones de dólares. Si Panamá, que formó parte de Colombia hasta 1903, hubiese dejado a voluntad de los contratistas los gastos de la colosal obra, quizá, ni la habría podido terminar.