Algunos analistas de la política colombiana que siguen la vida de Álvaro Gómez y sus grandes luchas por elevar el nivel de la política, caen en la desesperanza y consideran que su gesta y sacrificio al desafiar el Régimen resultó un esfuerzo trágico y vano. Lo primero es evidente, lo segundo lo entiendo dadas las circunstancias, más no lo comparto. Si existe alguna lección ejemplar en la vida del jefe conservador es la de que no se debe dar ni pedir cuartel, por lo mismo se batió con ardor en los variados combates que le tocó dar a lo largo de su carrera. Sin su concurso en el Congreso en momentos críticos durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez, no se habría logrado salir avante con la candidatura de Laureano Gómez. Lo mismo que durante el gobierno de su padre, su valiosa opinión aún a la distancia de la actividad diplomática favoreció numerosas medidas positivas.
Es de recordar que en España, cuando Alberto Lleras viajó a la madre Patria para entenderse con Laureano Gómez en el exilio y pactar el Frente Nacional, Álvaro hizo de secretario de los dos estadistas y se sumó al proyecto del entendimiento bipartidista. Esto a sabiendas que el Frente Nacional forjaba una suerte de camisa de fuerza en ambas fuerzas políticas antagónicas. Lo que le llevó a decir a Gilberto Alzate Avendaño, que al votar el plebiscito los conservadores perdían la mitad del poder y la totalidad de las ideas. En cierta forma era así. Álvaro mismo reconocía que el Frente Nacional obligaba a sus miembros a jugar una suerte de partidos de fútbol en los cuales estaba prohibido meter goles.
Se irguió en el Congreso y defendió a los campesinos de una reforma agraria que citadina e inoportuna. Emprendió la lucha por el desarrollismo cuando crecer y avanzar en lo económico les pareció un imposible a los partidarios de dejar hacer y dejar pasar sin la intervención del Estado. El desarrollo del país sería inmenso si se hubiese atendido su clamor por hacer crecer la economía y utilizar mejor las energías nacionales. No vaciló en desafiar a la izquierda revolucionaria partidaria de la insurrección a la cubana para llegar al poder y combatió las repúblicas independientes desde El Siglo y en el Congreso.
Álvaro da la pelea por la elección popular de alcaldes, que aún hoy permite que, cómo en el Brasil, se ejerza el voto castigo y la derecha retorne al poder. Y nos legó la antorcha de combatir el Régimen.