Faltaría una bola de cristal para otear en medio de la oscuridad el destino de Colombia, que pasa por una de las más abismales crisis de su historia. No solamente vivimos la falta de mariscales, los eventuales seguidores cobran o se hacen los sordos.
Escasean los aspirantes a la presidencia en línea recta por sus merecimientos e influjo en los partidos. Abundan coroneles y espontáneos. La política y los partidos son severamente cuestionados por el público, con razón o sinrazón. Cualquiera puede lanzarse por firmas e incluso las puede comprar. Lo que, a su vez, constituye una reacción al monopolio político de la democracia por cuenta de los partidos políticos, que despierta la aversión del 80% de la población, según los sondeos de opinión. Eso se refleja en las elecciones en cuanto esos descontentos casi no votan, por lo que los que siguen impulsando la suerte electoral son los partidos y movimientos políticos conocidos, que tienen representación política legal. Así, al final de cuentas los indecisos inclinen la balanza en un sentido u otro.
Para referirnos al futuro electoral se debe partir de hechos concretos, como contar con lo que diga y haga el ex presidente Álvaro Uribe, quien tiene tal poder de sugestión sobre sus seguidores que con tan solo mencionar a Iván Duque lo puso a figurar en las encuestas y hoy empata con Martha Lucía Ramírez, en la que publica Caracol, dentro de la intención de voto para la consulta del Centro Democrático.
Para Duque, joven talentoso y preparado, todo es ganancia. Sin mayores antecedentes electorales ya está a la par de una ex ministra y dirigente que consiguió cerca de dos millones de votos como conservadora moderada. En Guarumo, con El Tiempo aparece en la tercería presidencial Iván. También figura en otro contexto el ex procurador Alejandro Ordóñez, un ave de tormenta, seguido por fundamentalistas cristianos que por fin encuentran un campeón de su talla.
A falta de augures y pitonisas con alguna credibilidad, a los que nos interesa el futuro electoral quedamos reducidos a las encuestas, sondeos y análisis sobre las fuerzas políticas aún contradictorios, que se disputan el poder, como de las reacciones conocidas o por suponer del electorado. Las encuestas muestran favoritismo por Fajardo, quien puntea la intención del voto independiente, como los pedalistas que van adelante por la corona o cortando el aire para los que le siguen. Se calcula que si no consigue el apoyo de los antioqueños se le puede complicar la carrera puesto que Petro está a la rueda en unas encuestas y en otra lo sobrepasa. Al caer Fajardo o Petro, así suba Duque, ahí está el peso pesado: Germán Vargas Lleras. Se diría que la encuesta que pone a un punto de Vargas Lleras a Petro en la intención de voto en la Costa prende las alarmas sobre las tendencias electorales regionales. Luego vendrá el resultado de la consulta del Centro Democrático y sus efectos.
La alianza del candidato liberal Humberto De la Calle con Clara López evidencia la convergencia de la izquierda de salón con la centroizquierda liberal. Clara, formada con honores en Harvard, pertenece al clan que puso dos presidentes liberales. Humberto es un dirigente nacional que combina su acción política con su condición de fino intelectual y próspero jurista.
Con gran esfuerzo entra al marcador Piedad Córdoba, por firmas para su inscripción, ligada a fuerzas de izquierda contestatarias. Emerge de la diplomacia y mimado por el gobierno en su momento, Juan Carlos Pinzón, quien se perfila a futuro entre los políticos de orden y en los sondeos codo a codo Rodrigo Londoño (Timochenko). Todos suman para la segunda vuelta.
En tales condiciones el único de los candidatos de la derecha que por su garra y personalidad, sus antecedentes existenciales, carácter, calidad de jefe político, experiencia parlamentaria, gerencial y administrativa cuenta con el potencial para batirlos con otra estrategia es Germán Vargas, lo que no conseguiría en solitario. Se necesita del aporte del Partido Conservador que, por diversas circunstancias, carece de candidato. Ese apoyo atraería el de numerosos indecisos e independientes que están contra el modelo castrista.
Lo ideal habría sido la alianza conservadora inicial con Uribe, la que sugerimos públicamente habría unificado a tiempo a toda la derecha. Más el Partido Conservador tiene aún la opción de atomizarse (en la encuesta de Guarumo está en la intención de voto con 3,5%) o hacerse valer y apelar a la alta política y acudir, como la caballería en las películas del Oeste, en apoyo a Germán Vargas, para ganar e impedir que Colombia caiga en las garras del socialismo revanchista.