El fallecimiento, en Cartagena, de Enrique Gómez Hurtado acongoja al partido conservador que pierde a uno de sus dirigentes doctrinarios más irreductibles y comprometido con los principios esenciales de orden, justicia, nacionalismo sano, defensa de la familia, la propiedad, la tradición y el combate denodado a la corrupción.
En su último reportaje a Las 2 Orillas se refiere a la honda crisis de la justicia, que no opera cuando se trata de investigar el magnicidio de su hermano Álvaro Gómez. Trata temas esenciales que desafían la vida social colombiana y las instituciones, donde -agregamos- pesa todavía negativamente la tragedia del incendio del Palacio de Justicia, como la muerte de varios magistrados, jueces y abogados, que fueron inmolados por decisión de la mafia. Así como la misma corrupción fomentada por ésta y los delitos impunes de cuello blanco. Como pesa de manera gravosa el exceso de cortes y la posibilidad de acudir a la tutela contra sentencias judiciales en firme, lo que en algunos casos favorece la corrupción. En La Habana horadaron el concepto de cosa juzgada. Tenemos casos alucinantes como los del cartel de la toga y la politización de la justicia. Todo lo cual pesa negativamente en el sistema judicial nacional.
Se trastoca la potencia del imperio de la ley por cuenta de la claudicación del Estado en las negociaciones de paz, con el agravante que en Colombia se desconoció el triunfo del No en el plebiscito por la paz, cuando era la oportunidad que tenía el gobierno y la oposición de renegociar la paz en justicia, así hubiese que hacer unas concesiones pero en ningún caso entregar curules gratis a los alzados en armas. Fuera de eso, reformar la justicia en Colombia se ha convertido en algo imposible desde el Poder Legislativo y menos contar con las cortes para ese fin, dado que pese a sus discrepancias instintivamente se coaligan contra el cambio, lo que se ha convertido en el talón de Aquiles del sistema. Los legisladores no aceptan que se modifique la fórmula del senador nacional, fuente de tantos males y el alto costo de las campañas, que en no pocos casos llevan al tobogán de la corrupción.
En Las 2 Orillas Ricardo Angoso, el 15 de junio de 2019, publica una interesante y extensa entrevista con Enrique Gómez Hurtado, que, por la franqueza de las respuestas y el rigor de las preguntas, se reconocen como el testamento político del dirigente conservador, con cargas pesadas al gobierno de Samper y el Régimen. Reportaje del cual extracto un par de respuesta al azar:
RA. ¿Cómo analiza la crisis grave que sufre el Partido Conservador, donde su familia y el propio Laureano Gómez tuvieron un gran papel, y a qué se debe?
EG. Creo que esta crisis se debe a varios elementos y a una falta grave en su dirigencia; la calidad de los dirigentes es un factor esencial, sobre todo en el caso colombiano. En Colombia nunca ha habido partidos políticos, sino partidarios. También en España, en el siglo XIX, nunca hubo partidos políticos, sino partidarios. Creo que partidos políticos, en el sentido clásico de la palabra, solo ha habido en España tras la muerte de Franco. El partido permanece, pero los líderes pasan. Eso es un partido. Aquí lo que hay son partidarios de tal o cual caudillo, como ha ocurrido con Uribe y el Partido de la U. Se crean partidos en función de un liderazgo determinado, como pueden ser ahora el de Santos o el de Vargas Lleras, pero no tienen un valor institucional y no tienden a permanecer. El Partido Conservador, como el Liberal, era muy fuerte, con grandes caudillos, y quizá este esquema caudillista ya no funciona en la Colombia de ahora. Aquí no creo que se hayan acabado los partidos, sino los grandes caudillos que los lideraron en un momento histórico determinado. Álvaro Gómez ya había dicho que había más conservatismo que Partido Conservador y con Álvaro Uribe se asentó este esquema, estas ideas conservadoras.
En dichos reportajes EGH, mantiene con firmeza su visión sobre el crimen de Estado contra Álvaro Gómez, por cuanto había destapado la cloaca de la corrupción del Régimen, que le vende la idea a la mafia de que Álvaro los pensaba extraditar y había que eliminarlo. Sostiene que la injusticia campea en torno a intoxicar la investigación, sin que los sucesivos fiscales esclarezcan los hechos y en algunos casos, faciliten la manipulación.
Además, aduce con relación al crimen EGH “no hemos conseguido la ayuda de las instituciones del Estado que deberían haber contribuido a la investigación del crimen, a desenredar la madeja, pero no fue así en su momento y esta impunidad dura hasta hoy. Han pasado siete fiscales generales y ninguno de ellos aportó nada ni ayudó en la investigación. Algunos, tengo la impresión, porque tenían relación directa de algún modo con el asesinato y otros porque cuando comienzan a investigar ven lo que hay detrás y prefieren no seguir en el caso. El proceso hoy suma la cifra de 150.000 folios”.
EGH agrega ¨En el caso de otro magnicidio, como el de Galán, ocurrió lo mismo y acabó prescribiendo. Se tuvo que declarar de lesa humanidad para que no prescribiera, lo mismo que se está pensando hacer con el de Álvaro Gómez”