Los amigos del fútbol y las hinchadas, reconocen en este término uno de los más duros para referirse a los jugadores de un equipo que terminan anotando goles en contra del color que representan. Es el caso del senador liberal Mario Castaño, quien, según fuentes judiciales dirigía un apéndice del Régimen, con más de cien activistas que se movían por todas las oficinas del Estados, gestionando contratos y negocios. Se trataba, de grandes y millonarios contratos de infraestructura y de toda índole. Estas personas de todas las edades y condición social, actuaban a nivel nacional y que se sepa en seis departamentos de Colombia.
Hasta ahora han sido capturadas por la Fiscalía 38 individuos, se calcula que pueden ser un centenar. La Fiscalía, califica a estos supuestos delincuentes como “las marionetas”. En algunos casos se trata de personas casi adolescentes al servicio del Congreso, que aparecen en las grabaciones diciendo toda clase de groserías y mostrando total impavidez y nada de vergüenza frente a los delitos que cometen, como dicen en Bogotá, siguen muertos de la risa.
Estos jugadores al servicio de la corrupción -no importa el partido en el que militen- son “un pelotazo en contra”. Otros son pájaros de cuenta que siguen libres jugando en la política y que intentan acallar a los involucrados. Por la variopinta de estas personas incrustadas en cargos públicos, en distintas ramas de la administración central, departamental, municipal y del Congreso, se corrobora que el Régimen sigue incrustado en el seno del Estado y de las influencias partidistas, casi sin distinción de partidos ni doctrinas políticas.
El Régimen que denunciara el estadista Álvaro Gómez Hurtado, como expresaba en su momento, se mantiene en la sombra y la impunidad, sin importar la índole de los gobiernos. En especial, por cuenta de lo que denuncia: “Hay una ausencia de liderato político que se advierte a diario. La gente lo señala en las reuniones, en la prensa, en las esquinas de las calles. Es uno de esos casos en el que el vacío, que por su esencia tiende a ser imperceptible, se hace notar. Es un vacío que pesa, que suena, que duele”.
“La política se ensució hace ya dos décadas, cuando cayó bajo el dominio del clientelismo y se sometió a la preponderancia del dinero. Desde entonces se quedó sucia. Es la forma de dominio que ha tenido el Régimen imperante para poder doblegar la opinión pública y aprovecharse de las oportunidades de mando y de los gajes del poder. El Régimen necesita que la política sea sucia porque es la manera de conseguir la amplia gama de complicidades que se necesitan para mantener su predominio”, agregó el inmolado líder conservador.
Luego acotó: “como la política tiene un mal aspecto, la gente de bien prefiere no enterarse de ella. Menos aún, empeñarse en restaurarla. Forma parte del establecimiento y es el vehículo contaminante de todo lo que a éste pertenece: el Congreso, los partidos, la prensa, los grupos económicos, los sindicatos, la policía y la enseñanza. Todo tiene algo de política porque ésta ya no es un manejo de los conceptos sobre el Estado, sobre la libertad y sobre el orden, sino un enmarañado sistema de compromisos. adquiridos. Se explica, entonces, que no haya opiniones políticas, puesto que todo se reduce al tráfico de las componendas”.
Esa ausencia de liderato político con jugadores estrella y limpios, se dejó ver en la pasada campaña electoral donde los personalismos prevalecieron en la derecha y el centro, cuando a muchos elementos del común los pico la mosca presidencial, sin conseguir una alianza programática de los amigos del orden. Así que en Colombia se repitió el viejo drama de Hispanoamérica: país en el cual se debilita el conservatismo doctrinario o las fuerzas modernas de derecha, cae en las garras de la izquierda.
Desde el punto de vista de la simple matemática electoral los partidos tradicionales, que ya venían perdiendo las grandes ciudades como Bogotá, Medellín o Cali, demuestra que todos esos alcaldes le ganaron a la derecha por cuanto no se ocupó de los que viven en la franja de miseria, esperanzada en que con los votos cautivos de un sector la clase media se mantendría en el poder sin importar quien fuese el candidato presidencial. Hoy al Régimen se le notan las orejas en los pasillos oficiales y el Congreso. Luchar contra el Régimen, contra el socialismo y por la libertad, la democracia y la justicia social, es nuestra divisa.