El 20 de septiembre comienzan las audiencias de la Corte Internacional de La Haya, que atañen a la demanda de Nicaragua contra Colombia. En su momento, durante el gobierno de Andrés Pastrana, en EL NUEVO SIGLO, escribí que frente a la demanda de Nicaragua contra Colombia en la Corte Internacional de Justicia en La Haya quedaría en entredicho nuestra soberanía en San Andrés, Providencia y Santa Catalina en el Mar Caribe, dado que se había filtrado que ellos pedían a la Corte el trazado de una línea única de delimitación marítima entre la Plataforma.
En ese momento casi todos los expertos colombianos y extranjeros, vislumbraban un panorama sombrío al respecto. Por fortuna, el famoso Canal interoceánico nica, en alianza con empresarios chinos resultó un fiasco, un pretexto para conseguir unos recursos que según opositores desaparecieron en las alforjas de los sátrapas nicas.
Como se recuerda, en los tiempos del Imperio Español en América, ni Costa Rica, ni Nicaragua tenían salida al mar por la zona de San Andrés. Por cierto, en los mapas de Cartagena de Indias en 1810, aparece la costa Mosquitia e Islas Mangle como nuestras, territorios que fueron parte de la República de Colombia hasta 1928, cuando por presión de los Estrados Unidos, los cedimos a Nicaragua.
Además, Colombia, en el siglo XIX cedió voluntariamente extensos territorios con sus respectivas costas a Costa Rica, con la tesis peligrosa de rex nullius, que aquí interpretaron en el Congreso de mayoría radical, en el sentido que las tierras no habitadas del país en un momento dado se podían regalar. Como Nicaragua aducía que el tratado Esguerra-Bárcenas carecía de validez por cuanto lo habían firmado estando ocupados por Estados Unidos, se presentaba un caso atípico y excepcional, ambos países tenían motivos para rechazar el tratado. Por lo mismo, propuse que deberíamos ir a la Corte Internacional de La Haya y denunciarlo. Plantear en esa Corte que las cosas debían volver a los orígenes, es decir a la situación anterior al Tratado, por lo que las costas debían retornar y ser nuestras.
Con el expresidente Alfonso López Michelsen, estuvimos hablando del tema. Recuerdo que tenía un notable dominio del caso puesto que lo había estado estudiando a fondo y en relación con las diversas sentencias y decisiones de la Corte de La Haya al respecto. Pese a que estaba comprometido con un manejo distinto, le sonaba la propuesta. Entiendo que algo parecido estaba por llevar a cabo el canciller Guillermo Fernández de Soto, cuando enviaron a la mencionada Corte una comunicación en cual Colombia se retiraba de ese Tribunal, la que no prosperó por cuanto dizque no había tiempo de dar a conocer a la contraparte la nueva posición nuestra. En cualquier caso, posteriormente, se dejó abierta la posibilidad de que se aplicara el Pacto de Bogotá, que con ese nombre localista nos perjudicaba seriamente.
En varios foros organizados por la Universidad Jorge Tadeo Lozano expuse esas tesis y recordé que históricamente y como país debíamos defender nuestra soberanía en San Andrés, las islas e islotes caribeños. Así como refutar la tesis de Nicaragua, mediante la cual sostenía que Colombia con respecto al tamaño de ese país se había convertido en un agresor poderoso que amenazaba su soberanía, por lo que le debían entregar las zonas colombianas que reclamaban para buscar un equilibrio de poder.
Comparto amistad con dirigentes raizales, los que en general se muestran firmes en su devoción por Colombia, pese al olvido en el que suelen estar por parte de los poderes centrales y la morosidad en atenderlos. Es deber irrenunciable defender los derechos de los raizales frente al matoneo de la satrapía nicaragüense. La Corte ha desconocido los derechos de los colombianos de las islas, los cuales en ocasiones son hostilizados, maltratados y detenidos por guardias nicas. Fuera de los huracanes que han debido soportar y la gravísima destrucción de sus hogares.
Es de recordar, como lo plantea en un valioso ensayo Mario Alario Di Filippo, que Belisario Betancur fue el primero en presentar, como senador, un proyecto sobre mar territorial y plataforma sumaria.
Colombia que perdió Panamá, Mosquitia y extensos territorios amazónicos con otros vecinos, a veces por cuenta de pésimos negociadores, debe unirse monolíticamente en solidaridad con los isleños y en defensa de nuestra soberanía e intereses contra las pretensiones de Nicaragua.