Por todo el país y en los distintos ámbitos políticos citadinos se percibe en la atmósfera un malestar creciente, que en parte tiene que ver con la transición con el acuerdo de paz que pactó el presidente Juan Manuel Santos, las próximas elecciones, el gobierno y los agrios debates que se han dado en el Congreso, entre los cuadros oficiales y la oposición. Para ajustar el tema al momento político que vive el país, el señor presidente Iván Duque presentó las objeciones pertinentes que tuvieron lugar en el Congreso y que, finalmente, se hundieron, cuando se ofrecía una solución que, de improviso, favorecía la concertación y aplacaba las dudas sobre ese tribunal.
En el Congreso fuera de los ataques de la oposición que recibe a diario el gobierno, algunos miembros de la bancada oficialista han pedido la cabeza de varios ministros. Numerosos proyectos importantes se hundieron y los que han pasado están contaminados de iniciativas de diversa índole, en algunos casos inconstitucionales. Hasta se da el caso de una propuesta de la oposición por medio de la cual el Congreso entre a manejar directamente el 20% del presupuesto nacional, lo que se constituiría en una perniciosa cohabitación con el Ejecutivo.
La temperatura sube aún más con los casos que ventila la comisión de acusaciones de la Cámara contra diversos magistrados y otras personalidades, así como con la decisión de la Corte Suprema de Justicia de enviar a prisión al ex presidente de la Corte, Gustavo Malo. Eso ocurre el mismo día en el cual la JEP toma la trascendental decisión de no extraditar a Jesús Santrich, por cuanto se considera, entre otras cosas, que los tiempos de la comisión del delito del cual se le acusa no coinciden. Lo que tiende a enrarecer la tensión con Washington, que ya había anulado la visa de algunos magistrados.
Cosa muy distinta estima el ex fiscal Néstor Luis Martínez, quien venía librando una campaña en contra del recorte de algunas facultades de la Fiscalía en materia de investigación, que ahora quedan en manos de la JEP y que, a su parecer, favorecen a la Farc; lo mismo que contra la impunidad de gravísimos delitos en los que están incursos miembros de esa agrupación que se acogieron a los beneficios de la paz negociada. Al conocer la renuncia de Martínez, el embajador de los Estados Unidos, Kevin Whitaker, le expresó su respaldo, al igual que su vicefiscal, María Paulina Riveros, y exaltó su labor al calificarlos como “grandes patriotas que promovieron el Estado de derecho en Colombia y a la justicia”.
No se limitó el renunciado fiscal a señalar estos casos, sino que le dio especial importancia al caso de Reficar, desfalco por más de US$8.00O millones, sobre el cual en varias oportunidades denunció que era el asalto más cuantioso a los recursos públicos en Colombia y que estaba por prescribir, dadas las argucias de la defensa y la incuria de la justicia.
Entre tanto el señor Procurador, Fernando Carrillo, interpuso ante la decisión sobre Santrich un recurso en la sección de apelaciones de la JEP, con el cual se mostró complacido el señor presidente Duque. Y, el viernes, cuando acababa de recuperar la libertad, a escasos metros de la puerta de La Picota, el CTI de la Fiscalía volvió a capturar al exnegociador de las Farc, esta vez imputándole los delitos de concierto para delinquir con fines de narcotráfico y narcotráfico, basado en nuevas pruebas.
Entre tanto, sin llegar al extremo de la renuncia, el canciller Carlos Holmes Trujillo tuvo un fuerte encontronazo con la JEP, en cuanto manifestó su desacuerdo con la intervención de la ONU en favor de dicha jurisdicción especial. Así como se opuso al encuentro de los magistrados de la JEP en audiencia pública con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que de todas maneras se efectuó.
Lo cierto es que el clima de violencia que se percibe es cada vez más preocupante, ya son repetitivas y constantes las denuncias de asesinatos en todo el país. Han vuelto los ataques con explosivos a los cuarteles. Crece el malestar social como la espuma. Se teme que el descontento entre los indígenas aumente y vuelvan las protestas violentas.
Por otra parte, la diáspora de refugiados de Venezuela crece, algún alivio ha llegado por cuenta del alza del crudo, más con la tensión entre Estados Unidos y China, existen nubarrones que pueden afectar la economía. La mala situación económica de Ecuador y Venezuela, dos de nuestros mercados naturales, no presagian nada bueno. Lo que determina que el Gobierno redoble sus esfuerzos por estimular la economía, lo que no se logra con aumento compulsivo de impuestos.
No pocos de los problemas que afectan al Gobierno tienen que ver con la crisis de las instituciones y el exceso de cortes, que agravan la ineficacia burocrática. Nos hundimos o vamos a una constituyente. Otro cantar se daría si tuviésemos una sola y poderosa Corte Suprema de Justicia.