El caso Odebrecht en Colombia y en Hispanoamérica sigue levantando ampolla y sumo interés entre el público de todas las condiciones, que toman partido en torno a los personajes y los hechos como si estuviesen viendo una película. Los medios de comunicación y las redes sociales lanzan sus opiniones sobre el caso y algunos de antemano condenan a los que se ven envueltos en el escándalo. Se informa de manera irresponsable de los hechos y se toma de la misma forma partido, no faltan los que dicen que todos los contratistas son males y corruptos.
Otros proponen que cuando una empresa privada se vea envuelta en un caso de corrupción debe ser liquidada de inmediato y negarle para siempre cualquier posibilidad de contratar con el Estado. No atienden que en ocasiones los ejecutivos de una empresa obran a espaldas de sus dueños con tal de obtener dividendos. Tampoco tienen en cuenta que en algunos casos son los políticos corruptos los que exigen dinero a los empresarios que entran a licitar con el Estado. Pocos atienden que en la contratación pública tiene que ver políticos que pretenden financiar sus costosas campañas con dineros que les sacan a los empresarios por su intermediación.
Así como es difícil a las personas que no están relacionadas con el medio de la contratación, entender con claridad cómo es eso que más del 80 por ciento de los contratos con los gobiernos en los últimos años mediante supuesta licitación se dan a dedo a un solo proponente. Lo mismo que los mamertos que están contra la empresa privada y el sistema, de inmediato proclaman que todos los empresarios son corruptos. A su vez, los periodistas se muestran renuentes a opinar puesto que en cuanto se ponen de parte del empresario ligado al escándalo no faltan los que dicen que se les nota el cheque marcando entre el bolsillo. No es fácil tener criterio propio en estos casos en los que están envueltos tantos intereses y se multiplican las versiones contradictorias sobre los hechos.
En cuanto se refiere a la empresa brasileña Odebrecht, pese a que incurrió en una alianza nefasta con Lula Da Silva y socialismo del siglo XXI, donde el político brasileño les abrió espacios de contratación multimillonarios, no se puede dejar de reconocer que entre sus ejecutivos se encuentran formidables ingenieros y que muchas de sus obras han sido excelentes. ¿En qué momento se pervirtieron sus dueños y ejecutivos, tal vez no todos estaban al tanto de las patrañas? Son preguntas elementales que se hace cualquier curioso sobre el caso. Lo mismo que es elemental pensar el sistema permite esos matrimonios morganáticos entre los empresarios privados dispuestos a ganar dinero a como dé lugar, los políticos y burócratas.
También se observa que en otras naciones de Hispanoamérica en donde estaban en el poder políticos que militan en el socialismo del siglo XXI, la contratación con Odebrecht les resultó jugosa y en algunos casos ni siquiera se ejecutaron las obras. Se sabe que la alianza de Lula y Odebrecht no tenía en cuanta para hacer los negocios el color político de los gobernantes, así tuviese carta blanca para concertar con los socialistas. En otros países, como en el Perú, despliegan una cadena de influencias con políticos de distintas y antagónicas tendencias, desde la derecha, centro e izquierda. En Ecuador el gobierno de Correa aparece vinculado en el escándalo hasta el cuello. En Colombia juegan con políticos de segundo orden, pero influyentes.
Desde un primer momento cuando conocí algunos pormenores del caso Odebrecht y el grupo Aval, con el que no tengo ningún nexo ni dependencia alguna, fuera del contacto social ocasional, me pareció que dicho grupo que participaba de manera limpia en tantas licitaciones, no debería estar al tanto de los negociados de la multinacional brasileña pero tenía el problema de estar en minoría en esa sociedad. Por lo mismo he entendido claramente la posición del abogado en ese momento del grupo Aval para dicho caso, Néstor Humberto Martínez, quién dice que no conoció por Odebrecht de sus jugadas bajo la mesa. Es precisamente eso lo que resalta Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, como cabeza del grupo empresarial. Y pienso que a la gente hay que creerle. Por la sencilla razón que la firma que le pertenece, por su trayectoria, prestigio, antecedentes, fortaleza, actuaba en minoría en la sociedad con Odebrecht, por lo que esa compañía los utilizaba en ciertas formas para encubrir sus maniobras “non santas”. Lo anterior lo confirma la declaración de LCSG, cuando dice que tan solo tuvo conocimiento en el 2007 de los US$6.7 millones que entrega Odebrecht al entonces vice ministro Gabriel García Morales.