Se cumplen cien años del nacimiento, en Santa Marta, de Rodrigo Noguera Laborde, fundador de la Universidad Sergio Arboleda con Álvaro Gómez y otros distinguidos amigos del humanismo. A su vez, la Universidad cumple 30 años, lo que determina que sea una de las más jóvenes del país, más prestigiosas y acreditadas. Esa combinación de la experiencia, el humanismo y la obsesión por la pedagogía, llevaron al doctor Noguera a propender por una Universidad en donde prevaleciera el humanismo cristiano, con énfasis en la cultura de Occidente, un tanto a semejanza de las más notables universidades de Inglaterra.
Su admiración por Sergio Arboleda, ese insigne pensador del siglo XIX, empeñado en transformar a Colombia y elevarla por el conocimiento, la educación y la condición moral insobornable, lo lleva a escoger el nombre egregio para la Universidad, que debía ser un templo de la cultura nativa, en busca de una República de leyes que se respetaran y donde imperara el orden y el amor a la filosofía. Por lo que dos de las facultades que se fundan son la de Derecho y Filosofía, con Economía, negocios e ingenierías, así como comunicaciones con miras a forjar competentes profesionales y hombres cultos, con capacidad de desempeñarse en el sector público, privado, docente o empresarial.
Como educador Rodrigo Noguera Laborde, después de haber ocupado ministerios y diversos cargos públicos, que desempeña con brillo y competencia, sigue con la obsesión de crear su propia universidad, como un legado a las nuevas generaciones y al país. Por largos años había dado clases en los mejores establecimientos educativos como la Javeriana, mas quería ensayar su sistema de enseñanza convencido que dada la crisis que se observaba en el campo del derecho era conveniente formar juristas capaces de defender los valores tradicionales y desempeñarse a favor del cambio en el sector público o privado. En su desempeño de catedrático cumple un rol excepcional que le permite seguir y valorar a los catedráticos de las distintas materias, así como remplazar al que faltase y dictar su clase siguiendo de inmediato el rumbo del programa trazado por el profesor, condición mental excepcional que admiraban sus colegas y los alumnos.
Como Churchill de niño no era un gran estudiante no se perdía los paseos al río Magdalena, pero llenaba con lecturas los vacíos de las clases a las que faltaba, lo que le permite con el tiempo convertirse en un estudiante ejemplar. Su pasión por el derecho, por las diversas materias y, en especial por el romano y el constitucional, como el civil, lo llevaba a conocer los más intrincados problemas jurídicos, los cuales abordaba de fondo con sus conocimientos en filosofía. El derecho sin sustento filosófico es casi que letra muerta, y la filosofía sin el derecho se queda en letra muerta. La combinación de la formación en ambos campos clásicos hace profesionales de gran valía, que es lo que necesita el país. Lo que convierte al fundador de la Sergio Arboleda, en uno de los jerarcas de la inteligencia más renombrado del país.
Como recordaba Raimundo Emiliani Román, su entrañable amigo, su padre se esforzó en demostrar por medio de la matemática la existencia de Dios, libro que tenemos en la biblioteca y es muestra del interés de su familia en problemas filosóficos complejos y en asuntos del espíritu, que pocos abordan con tanta altura y profundidad.
Su consagración total a la Universidad le abre el camino a uno de los experimentos educativos más interesantes del siglo XX, que siendo tan joven tiene un capital humano de egresados en el que se cuenta, ni más ni menos, que el presidente de Colombia Iván Duque. Que es uno de los profesionales más capaces de la Sergio, famoso por su capacidad de abordar los temas más complicados y emplear la dialéctica para hacer una carrera relámpago que le facilita llegar al poder y ejercerlo con mesura. El cual recuerda que en los claustros conoció a su profesor Álvaro Gómez Hurtado, el cual solía de cuando en cuando departir con él y al cual le confesó que le gustaría ser presidente de nuestro país, ambición que Álvaro Gómez, no pudo cristalizar en la medida que los rivales políticos le temían a un gobierno suyo por cuánto, como decía Alfonso López Michelsen, podría eternizarse en el poder. Algo que no coincide en nada con su respeto por el sistema democrático, pero que sus adversarios solían repetir para sembrar de escollos su camino al poder.
Otra de las obsesiones de Rodrigo Noguera Laborde consistía en luchar contra el conformismo negativo y fomentar en sus alumnos la lucha por el derecho, la lucha por la cultura, la lucha por forjar una sociedad mejor y no dejarse llevar por la decadencia imperante. Con esa experiencia adquirida en casa y como exmagistrado, exprocurador, famoso litigante y profesor, Rodrigo Noguera Calderón, dedica con pasión su vida a la Universidad, con el mismo empeño de sus antepasados por la cultura y por elevar la condición moral e intelectual de los profesionales del Sergio Arboleda.
La antorcha que encendió su padre con Álvaro Gómez la lleva muy en alto el rector de la Sergio Arboleda, Rodrigo Noguera Calderón.