En estos días de dura prueba de la sociedad internacional y de la nuestra, en medio de los miedos, las angustias, la honda preocupación por los efectos nocivos y mortales del Covid-19, en nuestra comunidad y en el mundo, las gentes de orden y que no solamente piensan en su presente y futuro de sus familias, se preguntan ¿Cuál será la suerte de Colombia en el inmediato mañana político?
No sabemos cómo evolucionará la situación política del país para entonces, ni cómo será el entorno internacional, siendo que, para esas fechas electorales en nuestro país ya se sabrá si Trump es reelegido o sube la izquierda demócrata en los Estados Unidos. Si gana Trump, quiere decir que la economía de esa potencia reacciona favorablemente, si pierde, significa que la economía se fue a pique. Entonces tendríamos un entorno internacional casi que catastrófico, puesto que la izquierda de nuestra región se prepara para ofrecer un futuro de privaciones y de miseria a los pueblos, con tesis como la de López Obrador, que sostiene que es mejor ser pobre, que tener riqueza, por cuanto a los millonarios los secuestran. Los que, como Chávez, proclaman que la revolución es reducir por lo bajo a la sociedad, para que los de arriba pasen a sufrir las mismas miseria y penalidades de los de abajo, razón por la cual acaban con la industria de Venezuela, destruyen la infraestructura petrolera y acaban con grandes empresas como Sidor. Siete millones de venezolanos han tenido que huir del país por cuanto con consiguen trabajo, ni recursos para sobrevivir y sus vidas no tienen ninguna garantía en un medio en el cual la represión prevalece sobre la libertad y la democracia.
En Bolivia, durante la dictadura de Evo Morales, los partidarios de la democracia son reprimidos y el gobierno se sostiene por el fraude, hasta que el pueblo reacciona y expulsan al dictador, después de catorce años de gobierno personalista y saqueo de la riqueza nacional. Algo similar ocurre en Brasil, donde la izquierda rivaliza en corrupción como agentes y socios de Odebrecht. Hasta que Jair Bolsonaro consigue capturar el poder por la vía electoral. En Ecuador la virtual dictadura de Correa, consigue reelegir a su vicepresidente para que le cuide la espalda, quien, reacciona y al encontrar un país en ruinas, denuncia al exgobernante y proclama el retorno a la democracia y la libertad de empresa, en medio de una gravísima crisis económica que se agrava día a día.
Similar o peor es el panorama en otras partes de Hispanoamérica, donde la izquierda quebranta la economía y destruye las finanzas públicas para apoyar el populismo y el socialismo.
El panorama no es mejor si miramos a la madre patria, en donde los socialistas y los de Podemos, que fueron formados por Chávez, pretenden acabar el sistema e ir a la Cuarta República, derribar la monarquía, despojar a los ricos de sus fortunas y convertir a la clase media y las gentes del campo en parias en su propio país. Un modelo económico parasitario que llevaría a España a la ruina. Todas esas agrupaciones de izquierda en nuestra región, desde Guyana hasta la Tierra del Fuego, prospectan su futuro sobre la ruina de la democracia por cuenta de sus errores y la incapacidad de hacer desarrollo
Para resolver ese dilema, lo conservador debe empinarse y buscar un acuerdo sobre lo fundamental entre las derechas, en procura de una República en donde fortalezcamos la libertad y la democracia dentro del orden, capaz de llevar adelante con las fuerzas afines una política de desarrollo con justicia social.