El presidente Gustavo Petro insiste en su discurso en lo que se conoce como el revisionismo histórico, para acomodar los hechos del pasado a su dialéctica de fomentar la lucha de clases e incluso de razas. En ese sentido dice cosas, como las que afirmó desde el balcón del palacio de Nariño: “Los que criaron esta república, una juventud en aquel entonces de muchachos y muchachas dispuestos a hacerse matar porque este país fuese libre, acuñaron la palabra libertad sin entender muy bien si la libertad consistía en liberarse del yugo español, de la corona; de destronar reyes, duques y príncipes; de acabar con privilegios que separaban a unos seres humanos de otros; de acabar con un régimen productivo de esclavistas que condenaban al hombre negro, a su familia, a sus amores, a sus hijos y a sus nietos a ser esclavos por perpetuidad”.
En otras ocasiones, se refiere a los españoles como los culpables de un supuesto genocidio cometido en el denominado Nuevo Mundo. Petro presupone que a esta parte del mundo llegó un feroz ejército, apoyado por el gobierno español, que se dedicó a aniquilar a los aborígenes. En realidad, en ningún momento los tercios españoles arribaron a estas tierras. La aventura que propone Cristóbal Colón tiene que ver con la búsqueda del “camino de la seda” para romper el predominio económico que en ese entonces mantenían los venecianos sobre buena parte de Europa, por cuenta del famoso viaje a China de Marco Polo. En ese entonces no había población negra en esta región. El arribo de los negros es posterior. Se produjo por cuenta de la defensa del indígena en los círculos pensantes y de poder en España, debido a las denuncias sobre maltrato a los indígenas que hacia el padre Las Casas, antiguo conquistador arrepentido y furioso predicador contra los suyos. Por lo que en España se decide permitir el comercio de esclavos para los trabajos pesados, en el trópico y la minería. Esos africanos eran vendidos por tribus que los capturaban en la guerra, vendiéndolos a los esclavistas árabes y europeos. El descubrimiento de cuantiosas cantidades de oro en el Nuevo Mundo, hizo que el preciado metal bajara mundialmente de precio, por lo que el oro devaluado que vendían los nativos de África no les alcanzaba para sus necesidades, así que resolvieron vender a sus prisioneros.
Petro, también, pone en duda el descubrimiento puesto que, siguiendo a Germán Arciniegas, esto ya existía. Esa es una discusión bizantina, ya que fue un encuentro impensado para ambos, en el sentido que Colón creía que llegaba al Asia, en tanto que, según las crónicas, los nativos del Caribe, consideraban que los occidentales podían ser dioses, según leyendas repetidas por generaciones. Esto, en parte, porque los aborígenes no tenían caballos y al ver a seres humanos montados en éstos y armados, se impresionaban, lo que les daba una gran ventaja a los recién llegados.
Por supuesto, para los españoles era un descubrimiento, pese a que hubiesen arribado antes algunos viajeros vikingos, particularmente a Norteamérica. Quien asume la soberanía en estas zonas fue Colón, en nombre de la Corona española y de la cristiandad. Al parecer, en sus inicios los indígenas del Caribe se entendieron con los europeos, la disputa se desata en el momento que algunos caciques prestan algunas chicas de su entorno a los recién llegados, en señal de convivencia y buena voluntad ya que éstos se amañan con ellas, por lo que terminan en desencuentros violentos. Incluso, Las Casas, cuando era un particular, hizo el ensayo de una colonia de expedicionarios desarmados en lo que es hoy Venezuela, por lo que sufre el impacto de salir de viaje a conseguir provisiones y encontrar exterminados a los colonos. Parece que eso lo conmovió en extremo y lo llevó a convertirse en religioso dominico.
Y es bueno aclarar, aquí y en ese tiempo, no vinieron los famosos tercios españoles a masacrar nativos. El arribo de los viajeros correspondió a civiles contratados por comerciantes españoles con miras a fomentar el comercio y mejorar sus finanzas. La civilización se expande bajo el gobierno español con el espíritu cristiano, las leyes de indias en favor de los nativos y un avanzado gobierno democrático a cargo de los criollos en los cabildos de las ciudades. Así consagraron un sistema de reinos, como el Nuevo Reino de Granada.