“El político no debe ir contra la opinión del pueblo que se expresa en las urnas, puesto que le puede suceder lo mismo que le ocurre al individuo que nada contra la corriente, que esa fuerza poderosa lo arrastra”: Rafael Núñez
Para avanzar en medio de las dificultades políticas y las tormentas que se avecinan sobre Colombia, nada mejor que reflexionar sobre la cita del estadista del Cabrero que encabeza el presente escrito. Cuando más elementos calenturientos, atolondrados e irresponsables pretenden acallar la voz de los ciudadanos del común y empujar al Gobierno a cometer errores suicidas, es preciso atemperar las pasiones y seguir el consejo de Núñez. La democracia colombiana puesta a prueba en el plebiscito no puede seguir el camino de algunos países vecinos en los cuales se burlan de la voluntad popular y desconocen los mandatos del pueblo que expresan en las urnas.
El Estado colombiano ha sido erigido sobre el sistema demoliberal, que predicó Rousseau, aceptado por liberales, conservadores y elementos de otros partidos, por medio del cual el pueblo deja conocer sus preferencias y apetencias políticas por medio del sufragio. Es de recordar cómo en una de las democracias más antiguas y respetables del planeta, como es la del Reino Unido, se convocó a la nación a votar a favor o en contra de seguir en la Unión Europea. Los resultados favorecieron el No y el Primer Ministro conservador, David Cameron, partidario de seguir en la UE, prefirió renunciar por cuanto consideró que había sido desautorizado por el constituyente primario del cual emana el poder.
Es de reconocer que la patriótica reacción de Juan Manuel Santos, tan pronto como conoció la noticia adversa de la suerte del Sí al acuerdo, que no a la paz, estuvo a la altura de las circunstancias y deja conocer su inquebrantable fe democrática. Cuando Álvaro Uribe, públicamente en el famoso programa de Claudia Gurisatti, le pidió una cita al gobernante para hablar sobre la crisis y encontrar una salida a la misma, casi de inmediato lo recibe. Esa cita fue de una gran trascendencia en cuanto quedó claro que esas fuerzas políticas divergentes en cuanto algunos de los contenidos del acuerdo, estaban unidas en la voluntad de paz, como lo expresó el ex presidente Andrés Pastrana.
Ese es el camino político realista que nos legó Rafael Núñez. El Gobierno no va ser marioneta de demagogos y oportunistas, que se dicen pacifistas y son capaces por su torpeza de incubar otra violencia. Por lo mismo, seguirá la negociación.