Según la ONU, las Farc se apoderan de los imberbes por cuanto son como la plastilina, fáciles de moldear. Dice la ONU: “Los niños son considerados una alternativa económicamente eficiente a los combatientes adultos. Son fácilmente adoctrinados y son luchadores eficientes ya que aún no han desarrollado el concepto de la muerte”. Al igual, sirven para convertirlos en terroristas, en milicianos, en cultivadores de coca, como de guardianes de la misma. Y agrega que el reclutamiento forzado se debe en gran parte a la pobreza y la facilidad de someterlos mediante la violencia, los golpes y las amenazas.
Omite el informe señalar que el reclutamiento forzado ha sido común en Colombia en las zonas donde no se cuenta con la presencia estatal, ni las fuerzas del orden, militares e institucionales. Lo mismo que es frecuente que los milicianos y elementos entrenados militarmente sirvan a distintos señores, como una modalidad de vida, sin importar la tendencia política.
A diferencia de la época en la que el M-19, según confesión de uno de los milicianos en la prensa mexicana, lo reclutaron en Cali al terminar de prestar servicio militar y ser convocado en la plaza principal de Caicedo cuando buscaba afanosamente empleo en los diarios. Un señor mayor -contaba el guerrillero- lo observaba y saludaba, hasta que se estableció cierta confianza. Un día éste último indaga sobre su afanosa búsqueda en los diarios. El joven le explica, busco empleo. ¿Usted, prestó el servicio militar? ¿Sabe disparar y manejar armas? -Claro y soy bueno-, contestó. “No me comprometo en conseguirle trabajo, contesto el nuevo amigo, pero hablaré con unos empresarios. Siga buscando y yo pasó por aquí si veo algo atractivo. Pasaron varios días sin verse, hasta que arribó de sorpresa con una oferta: empleo en la guerrilla, un sueldo y un porcentaje para su familia…
El joven que había sido entenado militarmente por el gobierno, que nunca había leído a Marx, no sabía quién era el Che Guevara, ni qué representaba el M-19 ingresó virgen en ese grupo subversivo. Él mismo explica que el deseo de aventura y de buscar fortuna los sedujo. En su reclutamiento no intervino ninguna presión ni la fuerza. Por lo mismo, defeccionó del grupo armado cuando tuvo oportunidad de quedarse con unos cuantos billetes.
Es de anotar que la ONU considera que a veces los niños y las niñas se ven atraídos por la idea del martirio y la muerte heroica. La ONU afirma que el reclutamiento voluntario no existe, siendo que el caso del miliciano del M-19 que se relató anteriormente se repite en la actualidad con frecuencia en otros grupos subversivos, más cuando se trata de ingresar a un estamento armado que maneja el cartel delincuencial amparado de momento por un brazalete de signo político.
Este factor es esencial para entender la razón por la cual sigue el conflicto armado y no cesan las muertes violentas en el país, las condiciones que dieron origen y permitieron el auge de la violencia siguen vigentes.
El 70 por ciento del territorio nacional en la periferia, principalmente, se encuentra amenazado por elementos violentos organizados, en menor o mayor escala. Por desgracia ni el Nobel de paz a Juan Manuel Santos, consagrado por sus esfuerzos al respecto, consigue cambiar la estructura social en las zonas de la periferia, en tanto aumentan los cultivos en Colombia y en los Estados Unidos sigue el consumo. Como los cultivos ilícitos son protegidos por elementos armados, con una parte importante de subversivos de las Farc que no se desmoviliza, lo mismo que otros actores del conflicto, la guerra sigue. A diario se repiten los ajustes de cuentas, y continúa el reclutamiento forzoso de niños. Como lo reconoce el señor ministro de Defensa Luis Carlos Villegas, “hay bandas del crimen organizado sin doctrina o propuesta política para la sociedad”. Es el punto muerto al que hemos llegado, en el cual se asoma el peligro de que arrecie la violencia.
Se ha hablado tanto en Colombia de paz, se han gastado tantos miles y miles de millones de pesos en tan loable propósito en medio del conflicto armado, que se llegó a creer que con firmar un acuerdo de paz o una capitulación, como por encanto vendría el sosiego. Es evidente que los que así piensan con el deseo ignoran las lecciones de la historia. La verdadera paz no es consecuencia exclusiva de arreglos políticos, es producto del respeto y la evolución del derecho, que crean la atmosfera social y la cultura de reconciliación.