“Importante que los de coalición derechista presenten propuestas”
La opinión pública se ha venido acostumbrando en los últimos años a que el Partido Conservador se mueva más por cuenta de sus representantes en el Congreso que por el impulso que le puedan dar los candidatos a la Presidencia, lo que en parte tiene que ver con la separación del calendario electoral de las elecciones parlamentarias y la justa presidencial. Antes, los candidatos a las corporaciones dependían del apoyo de los virtuales candidatos o de los jefes políticos nacionales, como de una política nacional con sus postulados y consignas. La separación del calendario de las elecciones presidenciales y las legislativas, determina, a su vez, que los parlamentarios no siempre se muevan, posteriormente, con entusiasmo por el candidato presidencial de su partido, ni el de una eventual coalición.
Álvaro Gómez sostenía que, dadas las circunstancias, bastaba que el presidente de turno dijese que les pensaba dar un cargo a los conservadores para que se sentaran en la banca a esperar la cuota burocrática. Lo que se aplica a las demás fuerzas políticas. Hemos visto personalidades de izquierda y de otras tendencias pasar de la oposición a la nómina oficial. Eso pasa en cuanto se hace política bajo la incertidumbre de carecer de un candidato capaz de llevar a su partido al poder y que se depende aquí más del influjo en el gobierno que dispensa favores, que del apoyo popular. Por lo mismo vemos a los jefes políticos que amagan un día con irse del gobierno y otro, anuncian su poyo irrevocable.
Fuera de lo anterior y por otros condicionamientos que sufren los partidos, sus directivas y la militancia, por cuenta de los gobiernos, tenemos que el sistema electoral se modifica en cada legislatura y en diverso sentido, lo que a menudo complica las cosas. Esos cambios tienen, en ocasiones, nombre propio para favorecer la postura de otra camiseta sobre la marcha, y, a la inversa, anular a otro con aquello de la doble militancia. Así mismo, los representantes de los partidos en el Consejo Electoral se mueven según sus intereses políticos, con efectos que pueden ser nefastos para algunos.
En la actualidad, la jefatura del Partido Conservador está a cargo del senador Hernán Andrade, que une la condición de experimentado legislador a la de dirigir la colectividad, para así evitar los roces que se dan entre las directivas y los congresistas, dado que ambos sectores pretenden influir por su cuenta en el gobierno. Andrade encontró que dos aspirantes fuertes a la presidencia, Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, resolvieron irse por fuera del partido, dado que en lucha por el plebiscito habían estado más cerca de Álvaro Uribe, por lo que, quizás, pensaron que en ese partido había más futuro. Aun así, Andrade, trató de atraerlos. Sus esfuerzos resultaron infructuosos.
Rubén Darío Lizarralde y Ubeimar Delgado amagan como aspirantes a la candidatura presidencial. Sin conseguir, pese a sus merecimientos y trayectoria, sacudir la apatía partidista al respecto.
Hernán Andrade, dada la premura de las elecciones, anuncia que se aplaza la convención conservadora. Lo que no sorprende a nadie. Como tampoco que se deje en libertad a la militancia para votar como le parezca en la consulta derechista en la que estarán Ramírez, Ordóñez y Duque.
Hoy como ayer “No Hay Enemigos a la Derecha” como sostenía en famoso ensayo Silvio Villegas, cuando militaba en el partido nacionalista surgido de la costilla del conservatismo en Manizales. Los candidatos de centro derecha y derecha, en la actualidad, entienden que tienen en contra la amenaza del castro-chavismo. Lo cierto es que, según las encuestas, si hoy fuesen las elecciones, con las derechas divididas, ganarían Sergio Fajardo y Gustavo Petro. Esa tendencia de seguro va a cambiar, pero hoy esa adversa posibilidad está ahí, a la vista, como el cerro de Monserrate sobre Bogotá. Lo que significa que si en su ceguedad la derecha y la centroderecha no se unen podría pasar que se diera en las próximas elecciones un gran salto al vacío y ganaran coaligados los sectores populistas o de izquierda.
Germán Vargas Lleras viene cumpliendo una misión de alta política en torno de la difusión de su programa de gobierno. Es de todos los candidatos el que se la juega con mayor responsabilidad y seriedad por difundir un programa realista, el cual vengo estudiando en sus diferentes variantes y resulta atractivo para todos los sectores políticos que están por impulsar el desarrollo nacional. Es importante que el resto de aspirantes de la derecha dejen conocer sus ideas de gobierno.