Por estos días se hace más evidente la irrupción en el panorama intelectual y periodístico, en parte por cuenta de la comunicación improvisada mediante mensajes equivocados, atolondrados o impertinentes por el móvil o el computador, sobre temas que la personas conocen a media o de oídas, lo que con frecuencia pasa con la historia. Algunos creen que el repetir esos mensajes irreflexivos o absurdos por las redes sociales se tornan en verdad sabida, pero resulta que lo que prueba es el mal uso de la información y la tecnología.
Recuerdo en una universidad del norte de Bogotá, donde un decano que apenas tenía un barniz de cultura, sostenía con unas alumnas que el general Francisco Franco se había levantado contra la República desde las islas Canarias. Al parecer, ellas habían leído ese disparate en las redes sociales y el decano lo repetía como un loro. Los remití a los textos de historia sobre la guerra civil española pero no hicieron caso e insistían en que lo habían visto en las redes sociales, luego era cierto. Algunos jóvenes recién graduados de bachilleres, cuando les interrogan para ingresar a la Universidad sobre quién era Bolívar, Caldas o Núñez, suelen decir que un futbolista, boxeador o pintor, etcétera.
Una vez me correspondió como jurado hacer algunas preguntas de historia y de cultura general a las bellas candidatas al reinado de Cartagena y les pregunté lo más fácil: ¿Quién era Soledad Román, el nombre del fundador de Cartagena, el estadista más importante de Colombia? En fin, cosas por el estilo. Ellas no sabían el significado de la palabra estadista, con la excepción de una que estudiaba en el Cesa de Bogotá, la que por supuesto tuvo el mayor puntaje y salió elegida. Casualmente yo había sucedido en la cátedra de historia al general Valencia Tovar, en ese prestigioso centro educativo, más no la conocía por cuanto había dejado de dictar allí. Como se sabe, en las universidades de los Estados Unidos, no importa la carrera que se curse, para graduarse los estudiantes deben pasar la catedra de Historia nacional y Universal.
En el caso de la historia en el país, en los colegios y las universidades se abandonó la materia durante el gobierno de Belisario Betancur, por recomendación de unos asesores de la Unesco. Así que en ese campo las falencias son enormes. Aquí se desconoce la fórmula antigua que dice: los pueblos que ignoran su historia están condenados a repetir los errores y desgracias del pasado.
En el caso del presidente Iván Duque, al que se pone en estos momentos como ejemplo de ignorante de la historia, por lo que lo conozco y conocí a su padre, eso es absolutamente falso. Precisamente, por el contrario, la historia es una de sus pasiones. Es evidente que en Cartagena, por la visita del secretario de Estado Mike Pompeo, el gobernante colombiano dijo que: “hace 200 años el apoyo de los padres fundadores de los Estados Unidos a nuestra independencia fue crucial. Por lo que recibir hoy su visita nos llena de alegría y honor” Lo que es imposible por cuanto ellos actuaron el siglo XVIII y estaban muertos en tiempos de la lucha heroica del Libertador Simón Bolívar por la Independencia. Lo que se produjo, según me informan, por cuenta de una nota equivocada que le pasó un “asesor”. Cuando se terminó la reunión, el primero en darse cuenta del dislate en el que había caído fue el presidente Duque. Ya era tarde para salir a rectificar. Otro asesor lo intentó y demostró su supina ignorancia en cuanto a las relaciones entre nuestro país y los Estados Unidos.
Es prudente recordar al respecto que Francisco de Miranda, mayor que Bolívar, estuvo como oficial español, con las tropas de la corona que lucharon por la Independencia de los Estados Unidos. El hecho que Madrid apoyara a los colonos estadounidenses contra Londres, como por razones geopolíticas y comerciales, determinó que con el tiempo el gobierno inglés apoyara los intentos independentistas americanos de Miranda. Lo mismo que la frialdad de Estados Unidos por la independencia de Hispanoamérica se centró en cuanto a los intereses que ellos tenían que resolver con España, que los había ayudado a independizarse. Puesto que, inicialmente, cuando Bolívar estuvo en Londres en misión diplomática, las órdenes de la Junta de Caracas eran que pidiese respaldo para que los ingleses ayudaran a consolidar el predomino español: en tanto Bolívar, de manera audaz se apartó de sus instrucciones y pidió ayuda para la independencia de Venezuela.
Nunca ocultó el gran hombre su admiración por las instituciones democráticas inglesas y su recelo por el expansionismo que avizoraba de Estados Unidos, al tiempo que de manera ambivalente apreciaban en mucho un medallón que llevaba consigo con la efigie de Washington.