Los candidatos en el cuadrilátero para la primera vuelta y en cada esquina en lucha por la presidencia de la República de Colombia son Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández. En las peleas de entrenamiento algunos candidatos, movimientos políticos y partidos o espontáneos han pulverizado las expectativas, quedado tendidos en la lona.
La campaña ha sido larga y extenuante, sin llegar a ser aburridora. Casi todos los políticos y candidatos centraron sus diatribas contra Gustavo Petro, reincidente en la búsqueda pacifica por la presidencia de la República. El expresidente Álvaro Uribe, el presidente Iban Duque, el expresidente Andrés Pastrana, compitieron en jugar al tiro y al blanco contra Petro, lanzando toda suerte de dardos infamantes. Esas diatribas sobre su pasado guerrillero, sus errores, sus fallas y contradicciones, entra las gentes de izquierda y de barriada, producen el efecto contrario, cuando más atacan a un extremista el pueblo que lo sigue más lo valora y se empeña en apoyarlo.
El expresidente Cesar Gaviria no lanzó candidato liberal y organizó a sus huestes con votos en la lista oficial del partido, que revivió con más de dos millones de votos, para terminar, dando su apoya a Federico Gutiérrez.
El partido conservador, con poderosa cuota en los organismos de control y varios ministerios, finalmente, cumple con sus estatutos al convocar la convención y apuesta con candidato propio a la presidencia: David Barguil, quien aterrizó luego en la justa interpartidista, donde pierde, pese a los augurios fantasiosos de una encuesta que lo daban como ganador. Así, qué por razones distintas, los dos partidos tradicionales se quedan sin candidato y no pueden subir el domingo al cuadrilátero. Los Galán, con más de un millón de votos en la bolsa y algunos desencuentros con amigos y aliados, terminaron haciendo implosión. Germán Vargas Lleras, millonario en votos, queda fuera del cuadrilátero.
El Centro Democrático se divide, y teniendo gobierno, en las elecciones parlamentarias pasa de la primera fuerza a la cuarta, debilitados por cuanto Uribe respondiendo en los tribunales se aleja un tanto del tumulto.
Los socialistas y comunistas de Petro, por primera vez en la historia política de Colombia van a paso firme por la presidencia. En el Centro Democrático defenestran a Oscar Iván Zuluaga, en tanto impiden que emerja un candidato de derecha, para, finalmente, de manera no oficial, fortalecer a Federico Gutiérrez, conocido como Fico.
Sergio Fajardo, el candidato que parecía encarnar la simpatía de los independientes, como de los intelectuales y moderados, hace una campaña de profesor centrista, que se torna fría y sus estudiantes, bostezan y se aburren. Se desinfla, al seguir en un medio radicalizado el camino centrista de Zuluaga. Fajardo, con pantaleta blanca, es un hombre de Estado al que no le queda bien el disfraz de maestro bueno y paciente.
Hasta que aparece Rodolfo Hernández para animar una campaña rutinaria en extremo. Se presenta como santandereano exaltado en contra de la corrupción, es un peso liviano que desafía a los pesados, cuya principal arma es la afilada lengua. Al comienzo, casi la no lo determinan los medios y un tanto las redes sociales. Lo señalan como “el viejito”, sin darse cuenta que es un zorro disfrazado de paloma y con pantaleta de todos los colores. Un día coquetea con la derecha, otro lanza puyas a la policía, promete llevar a las cárceles a los corruptos, y si no caben en las prisiones se compromete a crear colonias penales en las selvas. Es agresivo, altanero, inoportuno y desconcertante. Hoy pude desplazar a Fico del segundo puesto, como quedar de tercero con poco margen de diferencia. A donde se incline podría favorecer al próximo presidente. Esta campaña ha sido tan plana, que Hernández con sus salidas grotescas se puso de moda.
“Fico”, con su melena hirsuta, su andar ágil y la palabra fácil, es el repentista ligero que busca encarnar el centro y la derecha, en tanto desafía a Petro, quien desde el asfalto de las ciudades y en las tribunas, le contesta. Petro, como exparlamentario es más canchero que un culebrero paisa, y los embolata y se presenta como el mejor administrador, con una larga lista de corruptos que por sus debates fueron a dar a prisión.
En fin, estos cuatro personajes en el ring tienen en común haber sido alcaldes, tener ambiciones presidenciales y programas gelatinosos de gobierno. Nadie sabe a ciencia cierta que le espera a Colombia, casi al borde del abismo.