INVOCO el término tesitura que aparece en el diccionario castellano no para referirme a su acepción musical sobre el sonido, sino a su implicación como coyuntura, que sintetiza el momento, la vivencia política en la que nos debatimos. La temática política está dictada por las circunstancias y por el determinismo del sistema presidencial vigente, que por sus múltiples funciones hace como de centro de gravedad de la misma. Por lo mismo, en todas las conversaciones con elementos oficialistas o de la oposición, disciplinados u oportunistas, comprometidos o indiferentes, el tema obligado se refiere a las actitudes y decisiones de gobierno del señor presidente Iván Duque. Lo mismo que a las actitudes que asume la oposición sobre sus anuncios políticos y las eventuales decisiones que éste toma.
En tal sentido, en los pocos días de gobierno, aún antes de posesionarse Duque, las noticias registraron actitudes del ungido al poder que muestran en algunos casos fundamentales claridad de objetivos. Uno de los momentos trascendentales de su relación con los grupos de presión se presentó en la encerrona organizada por Fasecolda, en la cual el Presidente de ese organismo le pidió y casi que exigió que vendiera y privatizara Ecopetrol, la empresa que más dividendos le produce al Estado. El negocio para los privados era redondo: se apoderaban de Ecopetrol para al poco tiempo venderla a las multinacionales y hacerse así millonarios en dólares, despojando a la Nación de su patrimonio más rentable e instrumento decisivo para financiar el desarrollo. Sin esa empresa, fundada por el entonces gobernante Laureano Gómez, con voluntad nacionalista que después de la creación de la petrolera estatal de México, se constituyó en decisión de manejar nuestros recursos cuando se decía que las cinco grandes petroleras privadas internacionales eran las únicas capaces de hacerlo, se constituye en un hito de nuestra historia política.
Pues bien, tras reflexionar durante unos días, el Presidente declaró que no vendería Ecopetrol y los agentes privados del complot callaron. La noticia debería salir en primera en los diarios, más como Iván Duque hizo la declaración con naturalidad y al desgaire, lo medios miopes apenas la registraron. En las redes sociales casi ni se percataron de la importancia a futuro para Colombia de la decisión presidencial. Es verdad que algunos directivos de Ecopetrol se han prestado y lucrado en negocios turbios y escándalos como el de Reficar, más la empresa sigue siendo un elemento esencial del patrimonio nacional y clave de nuestro desarrollo.
Enderezar y hacer viables los acuerdos de La Habana es otro de los puntos de honor del gobierno de Iván Duque, objetivo en el cual viene trabajando sistemáticamente con la valiosa colaboración del Canciller Holmes Trujillo, diplomático experimentado y erudito del derecho internacional. El primer viaje a Washington, con Holmes, cumplió dicho objetivo, no solamente con el gobierno de Donald Trump, también hablaron con los demócratas. Objetivo similar se efectúa en Europa. Así como trataron asuntos vitales de la relación con Venezuela, lo mismo en la ONU y la OEA. La reciente visita al Papa Francisco, que invitó a votar a favor del plebiscito de Juan Manuel Santos, cuando la mayoría del pueblo colombiano estaba en la orilla opuesta, ha sido una gran oportunidad de reafirmar la causa de la paz, no como fruto de una capitulación sino de acuerdos mutuos de conveniencia nacional, como de manifestar el respeto que sentimos por el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.
El manejo de la crisis universitaria y la demanda de recursos, con el ministro Alberto Carrasquilla, cercado por la oposición, ha mostrado buena voluntad y disposición. Conseguir un billón como están las finanzas públicas no es como sacar un conejo del cubilete mágico. Es preciso reglamentar cómo se van utilizar los recursos en el sector público y privado. La inversión en investigación debe tener resultados positivos, los laboratorios, las bibliotecas y la tecnología deben mejorar, lo mismo que hacen falta espacios libres donde los estudiantes practiquen deporte.
La respuesta presidencial a quienes plantean alargar su mandato ha sido la de un demócrata e inequívoca.
El acuerdo del expresidente Álvaro Uribe, con Germán Vargas Lleras, para crear salas especiales en la JEP, algo que han debido reclamar los militares en La Habana, está siendo hecho trizas en el Congreso por los mismos parlamentarios que defendieron la capitulación habanera. Los generales y sargentos debieran ser invitados a la próxima sesión del Senado para que sean testigos de esa votación crucial. Esperamos que experimentados políticos que se salieron del recinto, reflexionen y no terminen por empujar a los militares colombianos que exponen sus vidas por restablecer el orden y la paz, a quedar sin esa instancia judicial, mientras se ríen de ellos los amnistiados de las Farc.