“Ciudades como Medellín son gran ejemplo”
Desde cuando anunció Iván Duque como presidente electo que en su gobierno no se repartiría mermelada, se crea una especie de cisma entre algunos de sus seguidores, en tanto sus contrarios en la partidocracia del país avisan que sin contrapartida en la burocracia y los contratos no apoyan al Gobierno, que requiere una mayoría para poder pasar sus proyectos en el Congreso.
El asunto es complejo ya que si la política consiste tan solo en repartir mermelada, no queda espacio para la alta política y el bien común. Puesto que eso es lo que Álvaro Gómez, denunciaba como la fórmula de concupiscencia del Régimen, que había llevado al abismo de la degradación política al país. Combatir el Régimen se convirtió en su gran obsesión en cuanto comprendía que no podría coexistir una política limpia en el Estado si el gobierno de turno entregaba el poder a los cacicazgos de la corrupción en el país. La opinión pública entendió el mensaje de Álvaro Gómez, quien sostenía que el gobernante de turno era preso del Régimen, lo mismo que les pasaría a cualesquiera que lo sucediese.
Es innegable que las elementos nuevos que ingresaron a la política a raíz de la elección popular de alcaldes, como del cierre del Congreso y de algunos de los cambios que se produjeron en 1991, en principio intentaron el camino del civismo y el servicio al desarrollo de nuestras grandes urbes, como de captar la solidaridad colectiva, puesto que el pueblo había dejado de participar en las elecciones por cuanto sentía que eran amañadas y no contribuían a mejorar la calidad de vida de las gentes, ni de los servicios públicos. Por un tiempo, el cambio producido en las elecciones municipales fue altamente benéfico y permitió que Andrés Pastrana o Antanas Mockus, y muchos otros llegaran al gobierno local. Es uno de los mayores revolcones de nuestra historia.
Pese a ello, por cuenta de la permisividad de la Carta del 91, se multiplica los partidos y movimientos políticos, quizá por cuanto la elección de alcaldes reclamaba una reforma mediante la cual solamente se hicieran elecciones populares en las ciudades de más de un millón de habitantes. En fin, lo cierto es que los caciques electorales adictos al Régimen, con el tiempo se adaptaron al cambio y, después, con la elección popular de gobernadores consiguen montar una especie de monopolio electoral, que les ha permitido fortalecer el Régimen a todos los niveles.
Es curioso que con esa tendencia corrosiva que los malquerientes de Álvaro Uribe de echarle la culpa de todos los males que aquejan al país, no puedan en este caso endilgarle ni la menor responsabilidad. Por el contrario, siendo el mayor elector, en zonas donde su candidato gana las elecciones presidenciales siguen los caciques electorales imponiendo sus candidatos, con la tendencia a gobernar en cuerpo ajeno, tan de moda. La alta política exige carácter.
Una cosa son las alianzas y los acuerdos políticos, más en un medio en donde el peso de la burocracia es tan grande, lo mismo que el poder de contratación del Estado. Una cosa es el poder presidencial y otra la realdad política. En Colombia el poder se ha venido parcelando a partir de 1991, por lo que el gobernante de turno no tiene el mismo poder que Rafael Núñez dispuso a través de sus delegatarios constituyentes en 1886, para consagrar un Estado fortalecido.
En casi todos los partidos y fuera de ellos se consigue elementos capaces que pueden servir al gobierno, que debe lidiar con el poder de gobernadores y alcaldes, una tarea en la cual el presidente Duque se esfuerza como el que más para concertar su gestión. Sería interesante que se ensayara en esas conversaciones mostrar el modelo de gestión de sus alcaldes y gobernadores ha logrado tanto éxito. En Medellín se han efectuado los mayores esfuerzos contra las más poderosas mafias, al tiempo que en materia de servicios y obras está entre las más avanzadas de la región. A su vez, en Medellín deberían programar un conversatorio con los distintos alcaldes entrantes del país, sin olvidar invitar al ex alcalde de Barranquilla, para mostrar como han hecho para que esas ciudades progresen. Igual y a la inversa algunos podrían explicar la razón por la cual se atascaron en el atraso y la contratación amañada. Ese taller está en mora de realizarse.
Lo que se requiere en estos casos de la alta política es comprometer a los que quieran colaborar con el gobierno con sus metas. En tal sentido la colaboración política de terceros es positiva y bienvenida. Es más, se le debe hacer un llamado a todo el país político para que acompañe en sus grandes metas al presidente. Repito, analizando el modelo de desarrollo de Medellín, que con todos sus bemoles y fallas de todo tipo, es excepcional en sus resultados.