COMO suele ocurrir en las temporadas electorales, la opinión pública pareciera moverse al son de las encuestas, que influyen en la medida que son contratadas y difundidas por los principales medios de comunicación y recicladas por las redes sociales. Casi en todos los encuentros sociales, en las conversaciones privadas, en las charlas ocasionales en los lugares púbicos, alguno se refiere a las encuestas y lanza interrogantes al respecto; otros explican con autosuficiencia seudocientífica su importancia y cómo se las debe atender a la hora de votar, dizque para que el voto sea útil, es decir que se apueste a ganador. Los comentarios sobre las eventuales equivocaciones de los sondeos, incluso recientes como en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, no consiguen disuadir a los fervorosos defensores de la infalibilidad de las encuestas.
Como se recuerda, en el enfrentamiento que se produjo en la ardorosa campaña presidencial estadounidense entre la señora Hillary Clinton y Donald Trump, de 80 sondeos que se hicieron dentro de ciertos parámetros rigurosos que se exigen en ese país, 79 presagiaban la victoria de la señora Clinton y apenas en uno proclamaba que Trump ganaría la presidencia. Si las encuestas se fundamentan en las matemáticas para alegar su rigor científico dentro de un eventual margen de error ¿cómo se equivocaron en tan abrumadora mayoría de casos, en los cuales entrevistaron a miles y miles de personas que representaban un universo de millones de ciudadanos de esa nación? Los expertos se disculpan diciendo que el universo de entrevistados estaba permeado por los medios, que no se valoró suficientemente la confiabilidad de las muestras, que, en algunos casos se hicieron en zonas donde prevalece la tendencia de un partido y se desconocieron vecindarios antagónicos, lo que dejaba resultados parcializados. Explican, también, que falló el “coeficiente de consistencia interna” que determina la confiabilidad y que se mide por medio de la repregunta sobre un mismo asunto.
¿Si el resultado de las encuestas depende de las matemáticas, cómo es posible que resulten a tal punto erróneos los resultados? Bueno, aducen, también, que los resultados de los sondeos son como una suerte de foto del momento político, susceptible de cambios. Agregan que por lo mismo se hacen con intervalos de tiempo varios sondeos, que van registrando los cambios de opinión y tendencias del electorado.
En países donde se abandona la lucha ideológica, donde los partidos no siguen programas, en los cuales prevalece la incultura política, donde se compran en algunos sectores populares los votos, la confusión a la hora de las encuestas es mayor. Lo mismo acontece con el fraude. ¿Cómo establecer el margen de fraude que puede darse, cuando millones de dólares se pueden juntar para torcer los resultados y favorecer el triunfo de determinado partido y candidatos, con miras a obtener favores del nuevo gobierno, como se ha comprobado en la región en el caso de los sobornos de Odebrecht? Eso no sale en las encuestas. Si bien, se dan casos en los cuales èstas se manipulan para justificar después el fraude. Algo complicado de probar.
En el caso colombiano, soy de los que respeta el profesionalismo e imparcialidad de las encuestas, mientras no se demuestre lo contrario en casos puntuales.
Otra cosa que me llama la atención son los altibajos de opinión en poco tiempo, que se reflejan de una encuesta a otra. ¿Tienen que ver con cambios en el tipo de indagación o algún tipo de manipulación? Esto suele ser más raro en tiempos de polarización, donde la opinión en consecuencia debiera ser más firme. A menos que esté relacionado con una gran masa oscilante de indecisos y sin partido, que terminan por engrosar las filas del descontento generalizado, que se corrobora en los distintos sondeos con un 90% de supuestos electores que están contra la corrupción. Lo que no concuerda con el avance de Gustavo Petro, salpicado por sonados casos de corrupción a su paso por la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Es de anotar que si se preguntara a los potenciales votantes: ¿quién es el candidato a la Presidencia con mayor capacidad probada como ejecutor y preparado para gobernar? Es muy posible que gane Germán Vargas Lleras, seguido en distinto grado por los precandidatos de derecha. Esa pregunta esclarecedora no la hacen, sin una explicación satisfactoria. ¿Acaso por cuento dispararía su nombre? Quizá, argumenten que en anteriores oportunidades era él quien estaba adelante en las encuestas. Lo interesante es que EL NUEVO SIGLO publica un estudio reciente de opinión del Celag, que pese a lo que cuentan las encuestas sobre el favoritismo electoral, dice: “los colombianos creen que el candidato Germán Vargas Lleras será elegido presidente de la República”.