Marx, escribió “El 18 de Brumario” carta de navegación de la insurrección urbana, en 1852 contra Napoleón III. También abominaba a Napoleón Bonaparte, del cual celebramos el Bicentenario. En Francia, el presidente Macron le rinde merecidos homenajes a Napoleón, no solamente estratega genial y formidable guerrero, conoce a fondo de la historia y se inspira en los romanos para consagrar la inviolabilidad de la propiedad privada, que garantiza la progresión del desarrollo burgués en el mundo, consagrado en el Código Civil. Sin ese fundamento legal la libertad sería impensable en Europa y el mundo Occidental. El corso Implanta la monarquía constitucional, el buen gobierno que abre paso a la modernidad. Napoleón, tras la revolución francesa y el régimen de terror donde los jacobinos ejecutan a las testas reales y a numerosos nobles, se muestra como audaz y valeroso contrarrevolucionario, por un golpe de Estado se corona y erige como Emperador. Algo impensable en esos tiempos revolucionarios. Su espada y tropas sacuden a Europa, rediseña las fronteras, invade a España, apresa a los monarcas, escribe una constitución para que reine su hermano, y deja acéfalo el Imperio Español en América. La democracia y la monarquía constitucional, son herederas de Napoleón en Europa y de Bolívar en América, así la democracia conservadora se inaugurase primero en Estados Unidos.
Entre los intelectuales que nutren a la izquierda desestabilizadora se destaca Marx y una constelación de diversos escritores como Sartre, Foucault, Lacan, Althusser, Lukács, Adorno, Gramsci, Habermas, Deleuze, Hobsbawm, Dworkin, Badiou, Rorty, Said, Galbraith y Zizek La mayoría estalinistas. Sartre, justifica los aborrecibles crímenes de Stalin. Marx, predica la dictadura del proletariado, que persigue encaramarse al poder y destruir a la burguesía; para conseguir tal objetivo ruedan las cabezas y diversas revoluciones derraman ríos de sangre. La historia nos muestra como la dictadura del proletariado elimina a la burguesía, afianza el poder de la nomenklatura, en tanto el pueblo, proletarios y campesinos son explotados de manera inmisericorde.
En España, Isabel Díaz Ayuso reacciona contra el comunismo y enfrenta al gobierno socialista. Ella defiende la autoridad, el orden, la propiedad privada, la rebaja de impuestos, el buen gobierno en democracia y sobre todas las cosas la libertad. Madrid es modelo mundial de buen manejo de la crisis en libertad. Como lo comentamos antes de la jornada electoral el lema de su campaña es: “Libertad o Comunismo”. El madrileño la sigue en su desafío al socialismo. En plena pandemia mantiene abierto el comercio y sus derivados, para sostener la libre empresa, al tiempo que vela por el bienestar de todos. Esa jornada cívica resucita al PP, oxigena a Vox y supera en votos a la izquierda de todas las tendencias. Lo que amenaza defenestrar a Sánchez, en futuras elecciones nacionales.
En nuestra región hace rato la política se debate entre la libertad y el comunismo de distinta índole y disfraces. El presidente Iván Duque es elegido con el irresistible apoyo de Álvaro Uribe, como por sus propios méritos, para defender la libertad, la propiedad y la democracia en Colombia, ese es su credo. Cuando planteábamos la necesidad de un ambicioso plan Marshall que estimule el desarrollo, con fundamento en los postulados de Álvaro Gómez, los desvaríos del exministro Carrasquilla, derivan en un chorro de babas y la desastrosa reforma impositiva que amenaza arruinarnos, con el señuelo de los subsidios. Los efectos catastróficos de la pandemia y la crisis económica, como la insistencia en castigar el bolsillo de la clase media y el resto de colombianos, en especial a los de menores recursos con el inequitativo IVA, generan la ira colectiva, con agitadores que inflaman en las calles el incendio y protestas que cobran vidas y enlutan nuestro pueblo.
El expresidente Álvaro Uribe, con sobrada razón, retoma la tesis de políticos chilenos y denuncia “la revolución molecular disipada” en marcha. Es la antiquísima lucha entre los defensores del orden que hoy respaldamos al gobierno contra el asalto de los agentes del caos. La opción castrense está consagrada en la Constitución para defender la sociedad, la propiedad, la democracia y sus instituciones. Los soldados suelen salvar la civilización.