El Presidente de Argentina, para recibir a su colega socialista español Pedro Sánchez, dijo que los mexicanos vienen de los indígenas, los brasileños de la selva y los argentinos de Europa. No tendría mayor importancia esa observación de no ser porque omitió que en esos tres países había población local a la llegada de los españoles al denominado Nuevo Mundo, que estaba en distintos grados de evolución, así hubiesen pasado por experiencias similares en siglos anteriores frente a los desafíos del medio y los animales prehistóricos. Esto con la diferencia de que los hombres primitivos europeos evolucionan a un ritmo más constante y aquí los guerreros que matan un animal prehistórico y se lo comen, pareciera que se detuvieron en el tiempo y son casi los mismos en evolución que enfrentan a los españoles con flechas ¿Qué los retrasa en la evolución? Quizá los terrores primitivos, tema aún sin dilucidar. ¿Influyó el clima, la actitud ante la vida o el sol canicular?
Sea lo que fuere, el aporte de la reina Isabel La Católica en la defensa del aborigen y el encuentro con el almirante Cristóbal Colón, es tan valioso como excepcional. Lo mismo el papel de su nieto Carlos V. Así como el rol de la Iglesia Católica. Puesto que la relación entre España y la Iglesia Católica, así como el trato al aborigen, determinan el respeto acordado a la dignidad como persona humana de los ancestrales habitantes y no su sumisión, en un medio en que tanto los españoles de la Península como los americanos eran vasallos de la Corona española.
En esos tiempos la espada dictaba la ley y era común someter y esclavizar el contrario, dentro del mandato por título justo de la conquista, que defendían Palacios Rubios, Gregorio López y el famoso erudito y orador Ginés de Sepúlveda. Puesto que el Papa, representante de Cristo en la Tierra, tiene poderes sobre los cristianos como sobre los infieles. Carlos V se confesaba con el dominico Domingo de Soto, que defiende a los aborígenes, tema que desarrolla el padre Vitoria aplicado a los primitivos americanos, con su lema “la ley divina que procede de la gracia, no puede anular la ley humana, que procede de la razón natural”, dando origen así al Derecho Internacional y de Gentes. Puesto que como sostiene Vitoria, por su debilidad individual y social los indígenas deben ser protegidos y no esclavizados.
Este mismo argumento prevalece en cuanto a la decisión del Papa Alejandro VI de titular como dueña de las tierras descubiertas a la Corona española, hasta que en sucesivas bulas se le confiere otra parte del dominio a Portugal, en ambos casos con el compromiso de cristianizar la región por la persuasión y no por la fuerza, mediante el evangelio y la palabra de Cristo.
Así se avanza en una empresa místico-militar y evangélica sin precedentes. Y se llega más lejos, como sostiene el padre Vitoria: “los indios no están obligados a creer en Dios, ni se les puede forzar en tal sentido a fingir, sino que merecen respeto hasta que acepten los misterios de la fe”. Incluso se plantea cuáles fueron los pecados cometidos por los infieles, tales como los sacrificios humanos, crímenes contra natura, antropofagia y otros, en tanto el Papa no tiene jurisdicción sobre los barbaros. Así de lo que se trata es de persuadir mediante la extensión del evangelio.
Esa determinación contribuye a que España evolucione a la concreción de las Leyes de Indias, que protegen en los más variados asuntos a los aborígenes y da origen a otras instituciones no menos altruistas y prácticas. No se trata entonces del buen salvaje sino del “buen predicador”. Esos principios son los que esgrime el padre Victoria para fundamentar el Derecho Internacional y de Gentes.
Por lo mismo, los indígenas que por 300 años tuvieron la protección de la Corona española, deben conocer de cuanto hizo esta por defenderlos, lo mismo que la Iglesia Católica y en su momento la Compañía de Jesús. Además, gracias al castellano los hombres de todas las razas se pueden entender de un extremo a otro de nuestro continente, así como captar que el espíritu de la hispanidad tiene fuerza universal.