En estos tiempos de creciente desconcierto y anarquía, no faltan los que pretendiendo encontrar salidas políticas tienden a involucionar y, en vez de mirar hacia delante, vuelven al siglo XIX, con la pretensión de imitar al sistema federal. El federalismo en nuestro país surge por imitación de la política de los Estados Unidos. En Santa Fe de Bogotá contribuye a fomentar esa actitud política Manuel de Pombo, quien traduce la constitución de ese país y la da a conocer entre los criollos. No se percataban de que el federalismo nace como una necesidad entre las 13 Colonias por cuanto estaban regidos por un sistema que se manejaba en gran parte desde Londres y debían buscar la unidad política en el nuevo orden republicano. Así que los padres fundadores de esa potencia apelan primero a la confederación y después a la federación porque se trataba de resolver los desafíos políticos con soluciones realistas y prácticas. Las condiciones políticas, económicas y sociales de las 13 Colonias y de nuestra región eran distintas
¿En dónde está el equívoco de los que pretendían imitar el modelo estadounidense en Colombia? En que van a dividir lo que estaba unido en las 13 Colonias. Como virreinato teníamos un sistema central con diversas variantes administrativas, necesario para mantener la unidad y contribuir al progreso en un país con varias cordilleras, ríos y diversos obstáculos naturales para la vida civilizada y la buena administración. Por lo pronto, con el sistema federal se debilita el Estado central y las regiones no consiguen los fondos para costos administrativos elevados, menos para la seguridad e impulsar la integración. Fuera de eso, las fronteras internas contribuyen a fomentar la impunidad y las tensiones y rivalidades, conduciendo a varias guerras civiles. El sistema se torna ruinoso. Para colmo, los radicales apuestan al libre cambio, sistema en el cual aceptamos hasta el concurso de los barcos de cabotaje que transportaban mercancías foráneas que competían con las telas y productos de nuestros artesanos, empujándolos a la ruina.
Los que en la actualidad pretenden volver al federalismo, quizás piensan como los radicales en el siglo XIX, que ese sistema hizo potencia a los Estados Unidos, sin atender que olvidan las lecciones de nuestra propia historia. Cuando, precisamente, el federalismo en Colombia resultó nefasto para el orden y el desarrollo. En Estados Unidos los padres fundadores legislaron para su país, encontraron las fórmulas de gobierno que consideraron convenientes y tuvieron éxito.
Es oportuno recordarles a los que proponen el federalismo que la sabia fórmula de ese gran estadista que fue Rafael Núñez, de “centralización política y descentralización administrativa”, es la mejor para gobernar a Colombia, en la medida que se sepa aplicar y no se atraviese la corrupción y la baja politiquería. Núñez, es el estadista por excelencia del siglo XIX, que reflexiona sobre los graves problemas de Colombia, militó en diversas corrientes políticas y por experiencia y sabiduría política concluye desde su reflexión en Cartagena, que es preciso mantener unida a Colombia y dotar a su patria de una buena administración. Como estadista pensó por encima de las banderías de partido, teniendo en cuenta las necesidades de la nación y el bienestar colectivo. Él fue, inicialmente, federalista y se destacó como diputado por Panamá en la defensa del mismo, hasta que los hechos negativos del sistema lo hacen evolucionar a la tesis centralista con fundamento en la descentralización administrativa.
Álvaro Gómez, junto con otros valiosos constituyentes de diversas tendencias políticas en la Asamblea de 1991, defendió con elocuencia la tesis de la unidad política y la descentralización administrativa. Es así como en la Carta de 1991, en buena hora se consagra en el primer artículo la naturaleza del Estado nacional, es positivo releerlo y ponerlo en práctica. El federalismo, en donde el Estado no controla gran parte del territorio y padecemos violencia en los campos con tufillo de guerra civil, podríamos avanzar a la desmembración del país.
Carta de 1991: Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.