Un sector de los ecologistas se torna cada vez más duro en cuanto a lo que se refiere a la explotación minera en el país, por lo que considera que todo intento de poner ésta al servicio de la sociedad es malo, en cuanto sale de las entrañas de la tierra. Es por ello que se declaran contrarios al fracking, sistema de explotación que le ha permitido a los Estados Unidos superar a los países árabes en materia de producción petrolera y obtener multimillonarias utilidades, así como influir en los precios del crudo, que, de no existir copiosa producción estadounidense, muy seguramente estarían por las nubes.
Como se sabe de 450 campos petroleros que existen en el país apenas se concentra en el 4,4 de los mismos la producción, situados en los departamentos del Meta, Arauca y Casanare. Gran parte de esos pozos restantes se conocen como residuales, es decir, los que abandonaron las multinacionales para explotar crudo en otras zonas más rentables, pero que con técnicas especializadas se consigue extraer algo más de crudo, lo que resulta positivo cuando los precios estén arriba.
Los que se oponen a la explotación del crudo mediante la técnica del fracking no reconocen que en Estados Unidos se ha conseguido avanzar en dicha acción tomando una serie de medidas de protección ambiental para evitar daños en la naturaleza y el medio ambiente. Suelen ser los mismos que se oponen en otras regiones a la extracción del oro y otros minerales, así las zonas donde se da la explotación clandestina sean de los más pobres del país, por lo que al legalizarlas se beneficiarían las comunidades de la región. Parecen desconocer que existen sistemas de explotación del oro sin utilizar el mercurio
No debemos olvidar que en las zonas fronterizas con Venezuela se conoció de la existencia de petróleo desde tiempos remotos, siendo en la época de general Rafael Reyes, cuando se pensó en explotarlo en forma, idea que no prosperó. Se debió esperar largos años para que algunas compañías extranjeras entraran aquí en el negocio. Hasta que, después, se produce la reversión de la concesión de Mares en el gobierno de Mariano Ospina Pérez, y Laureano Gómez decide fundar Ecopetrol, con el criterio nacionalista de obtener combustible para nuestra naciente industria y los vehículos a precios razonables, cuando todavía se usaba leña y carbón en las casas para cocinar.
Esa compañía ha sido la salvación económica de varios gobiernos en los últimos años, pese a que se vendió una parte y que algunos economistas amagan cada cierto tiempo con la propuesta de venderla en su totalidad, siendo que los contratos de asociación han sido positivos para las finanzas estatales y privadas.
Pese a los sobrecostos de Reficar, que en su hora comentamos, denunciados por el contralor Edgardo Maya, en esos días, la empresa comienza a enderezarse.
El tema de la producción petrolera es fundamental para Colombia puesto que nuestras reservas probadas de crudo apenas duran de 6,2 años, y de gas para 9,8 años. Con el fracking su aumentarían entre ocho y 22 años para el primer y entre 30 y 50 años para la segunda. Ello representa millones y millones para el país, que sin los dividendos que le entren por esa vía, seguramente, vería subir el dólar de manera desproporcionada, fuera de tener que importar hidrocarburos.
Nada de eso parece importar a los enemigos de explotar nuestros recursos, ni conmueve a los jueces que han atendido las demandas y que se muestran contrarios al fracking, pese a los informes que señalan que es posible la explotación tomando las debidas precauciones para no hacer daño a la naturaleza. En Colombia tenemos la triste marca de tener las zonas más abandonadas del país, precisamente donde la riqueza minera es inmensa. Por la vía de las demandas ambientales corremos el riesgo de hundir parte de la economía nativa y hacer que los pobres sean más pobres.
Apenas se conoce el fallo del Consejo de Estado adverso al fracking, cuando nos enteramos que se ensayan demandas contra empresas foráneas dizque por estar explotando crudo por ese medio, donde la Drummond explota 15 pozos de gas en mantos de carbón, en su proyecto Caporo Norte del bloque La Loma, ubicados en el Cesar, entre los municipios de Chiriguaná y La Jagua. Esa empresa acaba de rectificar a los demandantes y explica que se trata de técnicas que se emplean con el carbón. Lo que parece evidente, y, de ser cierto, corrobora que se está en una especie de cacería de brujas contra los que se arriesgan a proceder con la extracción minera en el país.
Al quedarnos sin reservas de gas y crudo, el panorama económico se tornaría sombrío. Por lo que es preciso que la sociedad despierte y se tomen todas las medidas del caso para hacer reflexionar a los magistrados sobre los retos para desarrollar el país y explotar nuestros recursos sin destruir la naturaleza.