Varios países de la región se enfrentan hoy más que nunca antes al desafío de defender el orden o precipitarse al abismo del caos, en tanto la variopinta de los que aspiran en Colombia a ser candidatos presidenciales convierten su primer encuentro en el debate de Semana y El Tiempo, en una suerte de gallera, más que en un foro de propuestas. No todos los candidatos son elementos pensantes y experimentados, también están algunos espontáneos que han conseguido como tales figurar. Y como en la fiesta brava los espontáneos también pueden contar.
La mayoría de los que participaron en el espectacular encuentro con gran acogida del público desperdiciaron la oportunidad de expresar propuestas de fondo para defender el sistema, frente al asalto cada vez más sangriento de los violentos. Sorprende que el debate se de en el terreno de condenar a todos los políticos de corruptos y en tanto presentarse como impolutos. Lo que está claro en Colombia es que no sumos Suiza, ni Noruega, ni ninguno de esos países organizados europeos donde no hubo revolución francesa y en los cuales impera la verdadera democracia.
No figuran entre estas personalidades que pujan por el voto de los colombianos figuras de peso de la vida política partidista como Germán Vargas, Juan Camilo Restrepo ni, por sustracción de materia, los exministros Cárdenas y Echeverri, quienes se retiraron de la puja. Allí estaba el exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, quien recordó la pesadilla que vivió por cuenta del secuestro, tortura y muerte de su hija, en tanto siguió con su discurso contra la corrupción e insistió, en defender su positiva campaña de lo que considera buen gobierno y que implantó en Bucaramanga para sanear la finanza pública.
En tanto David Barguil era proclamado como candidato conservador en el hotel Tequendama, salón rojo, durante la convención conservadora estatutaria, con un eventual entendimiento previo con el Centro Democrático, al tiempo que sigue en el grupo de antiguos funcionarios del equipo Colombia. Yo había impugnado el procedimiento de lanzar candidato conservador sin tener en cuenta la constitución ni la ley, así que me parece muy positivo ese evento, en cuanto el conservatismo debe dar ejemplo de cumplir las normas y acatarlas.
La intervención del presidente del partido, Omar Yepes, captó el momento político y conmovió al auditorio, lo mismo que la reconvención del expresidente Andrés Pastrana, que desafió a varios expresidentes liberales, marcó la ruta a seguir y ganó numerosos aplausos. David Barguil se mostró entusiasta y audaz, fue aplaudido varias veces, en especial por los jóvenes.
Lo cierto es que el famoso debate contó con la profesional moderación de la directora de Semana y el director de El Tiempo, quienes estuvieron a la altura, sin que pudieran evitar que el clima fuese parecido al de una gallera. Quizás, precisamente, por eso tuvo tanta audiencia.
Lo que veo con enorme preocupación en el horizonte político es la atomización de la derecha, en momentos en los que el sistema democrático se resquebraja y es desafiado en las calles y en los campos. Cuando desde diversos sectores que se dicen democráticos atacan a las Fuerzas Armadas. Se anuncian cambios en la policía. Avanza la nefasta idea de volver a las policías políticas municipales, tan de triste y funesta experiencia. El hecho real es que la izquierda está en el poder en varias de las principales ciudades, que el caballo de Troya palpita dentro del sistema, sin que, al parecer, algunos de los políticos de derecha se percaten o se quieran dar por aludidos. La izquierda en Bogotá es minoría, pese a lo cual varias veces ha puesto alcalde, siempre por la obstinada y penosa división de la derecha. Lo mismo se repite en otras importantes ciudades del país.
La descomposición social es gigantesca, como la crisis de la justicia. El que recorra un fin de semana los hospitales de Bogotá verá un cuadro dantesco de horror de heridos a tiros o por arma blanca. Aquí tenemos monstruos que acuchillan a su madre y familia o los matan a piedra, lo mismo que unos indígenas que recorren las vías azuzando el desorden, asesinan a un padre de familia que conducía un camión de basura el cual, involuntariamente, embiste una pareja que no vio en la oscuridad de la noche. Y, por si fuera poco, tenemos 21 millones de famélicos.