Hace cuarenta años que fue sepultado en el Valle de los Caídos el dictador de España, Francisco Franco, cuyo eventual sucesor y continuador de su obra política y administrativa, el almirante Luis Carrero Branco, murió asesinado en 1978 por cuenta de la denominada Operación Ogro que, orquestada por la ETA, en la que emplearon una poderosa bomba fabricada en la industria militar de un tercer país, hizo volar su auto por los aires y dejar sus restos mortales en átomos esparcidos en el aire de Madrid. La desaparición del Almirante Carrero modifica de manera parcial los planes de Franco; sigue Juan Carlos como cabeza de la monarquía y se debilita la cúpula militar al abrirse el espacio a un sucesor civil del régimen.
Expertos españoles y extranjeros sostienen que ni los restos de Franco, ni los de José Antonio Primo de Rivera, están en el Valle de los Caídos. Según estos amigos del misterio, las familias de los jefes de la derecha los sepultaron en otro lugar secreto, temerosos de una eventual profanación. Vaya uno a saber, con tantas consejas y leyendas al respecto. Es evidente que el régimen franquista tomó las medidas para garantizar la seguridad del lugar. Al Valle llegan en romería los nostálgicos del franquismo, así como de José Antonio Primo de Rivera, cuyo talante, ideas y ejecución, perviven en la memoria de españoles y extranjeros. Más los que más acuden al lugar son turistas y curiosos.
El derrumbe de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, ponen punto final a la Segunda Guerra Mundial en Europa. España, como Portugal, tenían puntos en común con éstos, pero no participa en la II Guerra Mundial, por lo que, finalmente, se les permite a sus gobernantes seguir en el poder, moderando un tanto el sistema. Ambos, serán aliados de Estados Unidos, la más poderosa democracia mundial ejerce su influjo con evidente pragmatismo. Además, Franco en la famosa entrevista con Hitler, se niega a acompañarlo en un ataque a Francia o al Reino Unido. En ese momento de la famosa entrevista entre los dos dictadores, cundo Hitler parecía dominar Europa, el oficial español con sus conocimientos de estrategia y olfato político, según su cuñado Serrano Suñer, consideraba que Alemania no ganaría la guerra. Además, era más amigo del despotismo personal que dé la razón ideológica, con lo que se diferencia sustancialmente de Primo de Rivera.
El jefe de la Falange entendía la dictadura a la romana, como una aventura política heroica para restablecer el orden y hacer el cambio. Franco se declara así mismo regente de España, con la misión de dedicar su vida sin prisa a restablecer la monarquía. A José Antonio lo fusilan los rojos en la prisión de Alicante, en un juicio que no pasa de ser una farsa y durante el cual el dirigente español se defiende con ardor y elocuencia, que no conmovieron a sus verdugos. El final sombrío y trágico de José Antonio, acaba con la posibilidad de un gran cambio desde la derecha en España, que, de moderarse, quizá, habría sido similar al del general Charles De Gaulle, en Francia. Lo que no pasa de ser una especulación, dado que las posibilidades económicas de España eran mínimas.
Estos comentarios surgen al evocar el pasado que simboliza el Valle de los Caídos, cuando triunfa política y militarmente la derecha en la Guerra Civil, ya sin el aliento por las grandes empresas que presagiaba José Antonio. Hecho que precisamente suscita el rencor de cuantos perdieron la guerra civil y ven en el simbolismo monumental el recuerdo de su derrota. Por lo que toman la decisión de exhumar los restos del general Franco, lo mismo que los de José Antonio, sobre los que dicen que son unos criminales que no merecen ni el respeto ni la veneración de las sucesivas generaciones.
¿Cuál es el trasfondo político de arrasar con el mausoleo de los jefes de la derecha, inmolado el uno y el otro fallecido en su cama tras cuarenta años de gobernar el país? ¿Se trata de borrar el pasado y de una venganza póstuma de los descendientes del bando perdedor? ¿Acaso, de simple canibalismo político? ¿Se trata de un ritual al estilo de los bárbaros en el cual lanzaban los restos del enemigo vencido a una gran olla al fuego, para después devorar el plato, dizque para obtener la fuerza del enemigo? Tampoco exorcizar a los muertos, puesto que se declaran ateos. Pretenden borrar el pasado, reescribir la historia, hacer un ritual y un discurso póstumo en contra del enemigo de la derecha. Lo que es una manera de revivir a los muertos.