Algunos suponen que las sociedades avanzan invariablemente en línea recta, cuando una simple mirada a la historia nos muestra que los pueblos y las naciones crecen, se multiplican, avanzan o decaen.
En nuestra región se progresa por épocas de manera prodigiosa, lo que se da en la primera fase del contacto con la hispanidad y la creación y multiplicación de pueblos y ciudades en el denominado Nuevo Mundo. En un siglo se logra lo que en Europa había tardado muchísimas generaciones de evolución. Con todo lo positivo, lo bueno y lo malo, con sus felonías y crímenes, es verdaderamente asombroso el aporte del forastero y el caballo, por estas tierras en las que se reproducen y dejan la semilla civilizadora de la hispanidad cristiana, orquestada por el castellano de oro de esos tiempos quijotescos.
Incluso la mezcla de razas, como lo afirmaba José Vasconcelos, nos conduce a lo que él denominaba: la raza cósmica. Una suerte de elemento superior incubado en el trópico, gracias al aporte hispano que se aclimata aquí y el cruce con el medio local. La grandeza del drama que escribieron con su vida los hispanos de esos días, extendiendo su credo a los más débiles y produciendo las Leyes de Indias, en defensa del aborigen, no tiene antecedentes en la historia. Por lo mismo, en vez de derribar las estatuas de Isabel La Católica, se deberían multiplicar los monumentos en su honor.
Es curioso: los mejores ejemplos de la hispanidad se dan en nuestra región en los albores de la independencia, con Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, Camilo Torres, Antonio Nariño, el sabio Caldas y, muy en especial, con don Andrés Bello.
Por supuesto, hemos tenido tiempos de avances y de grandes retrocesos, en particular cuando se desborda la violencia y en algunas zonas del país se hunden la ley y los códigos, mientras crecen las bandas armadas en cerca del 70% del territorio nacional. Como está ocurriendo en la actualidad, donde por el repliegue de la fuerza miliar, avanzan por las zonas más estratégicas del país las milicias armadas repotenciadas.
Es así como Salud Hernández, ha tenido el valor y la audacia como periodista de hacer un viaje relámpago a la zona roja del Cauca, para mostrar como la ley del fusil y otras armas sofisticadas, se impone sobre la voluntad de inermes colombianos, que no reciben la menor atención, ni verbal del gobierno, engolosinado con el embeleco de la paz total. No es la primera vez que Salud incursiona en zonas rojas dominadas por facinerosos que aterrorizan, secuestran o extorsionan a los parroquianos y a los viajeros que asoman las narices por esos lares. Ese es el periodismo puro que se realiza en el terreno.
Se acelera la involución de Colombia, la degradación de la vida colectiva, sometida la población a los violentos de diverso signo, agravada por el odio y el afán de invadir las tierras y las propiedades de quienes con gran esfuerzo y sacrificio producen y dan trabajo legal en las zonas campesinas. En múltiples ocasiones, en escritos, en foros, en charlas con elementos influyentes, seguimos insistiendo en señalar que la periferia del país, en gran parte sembrada de coca y regada por la sangre de los que caen por cuenta de la violencia, es redimible. Para ello, se deberían emplear las técnicas agrícolas que hace años se utilizan con tanto éxito en Brasil, donde empresarios, agrónomos y expertos estudiaron el clima y la calidad de la tierra de débil capa vegetal en algunos logares, para poder cultivar, entre otras cosas con cítricos y diversas especies nativas. Además, con la posibilidad de sembrar millones de hectáreas de bosque tropical, que mejorarían el medio ambiente y producirían jugosas ganancias para beneficio de la población.
Intentar gobernar desde el balcón, a golpes de inspiración y gritos, con miras a imponerse sobre el poder legislativo y el judicial, fuera de atentar contra el sistema democrático del equilibrio de poderes, es invitar al pueblo a la aciaga confrontación y al eventual incendio de la pradera. Y si por esa intención non santa, le dieron trámite ordinario en el Congreso a la reforma de la salud que afecta los derechos fundamentales de los colombianos, la misma no pasará el examen de la Corte Constitucional.