Una vez más Wall Street sorprende a los que anunciaban el fatal hundimiento del sistema financiero y el colapso económico de esa gran potencia por cuenta de la tragedia del Covit-19. Las fuerzas productivas de esa nación, aún en medio de la maraña de dificultades y el golpe terrible que ha sufrido la gran manzana y capital financiera mundial, como gran parte de la Nación, donde numerosos cronistas llegaron incluso a lanzar el epitafio del fin del capitalismo, hoy se sorprenden con la capacidad de reactivación de que da muestras el país gobernado por Donald Trump.
En medio de los pronósticos negativos y duras críticas al gobernante que intenta reactivar la economía a todo trance, pese a los riesgos que implica trabajar en medio de la penosa infección que agobia a todos, es evidente que los opositores al gobierno en medio de la virulenta campaña presidencial, apuestan a que el país se hunda con Trump, para aparecer ellos como los salvadores y conseguir los votos para llegar al poder. Más cuando se usa el desgraciado incidente de la muerte de un activista por cuenta de los excesos de un policía, que ha provocado la protesta de millones de seres en ese país y en el exterior.
En parte la reacción popular masiva se debe a la tensión que existe en la conciencia colectiva por cuenta del peligro del contagio del virus así como del encierro y la perdida de millones de empleos que para algunos significa algo así como el fin del mundo, de su mundo, que parece crujir en sus cimientos con la tendencia a desplomarse. Algo que agobia los nervios de los políticos, de los magnates de las finanzas y la industria, de la banca y los negocios de toda índole, como de la gentes del común, cuyos ahorros se han esfumado y no sabe cómo van a sobrevivir mañana. Esa acumulación de factores negativos en la conciencia colectiva, para utilizar un término de Jung, ha convertido la forzosa cuarentena en una suerte de olla exprés o bomba de tiempo.
Siendo así la presencia masiva de las gentes en las calles confrontadas con la policía, más el cumulo de asaltos y destrozos, puede quizás servir para drenar las heridas y calmar a las masas que gritan y se agitan en las grandes urbes, hasta cuando se sienten un tanto liberadas y regresan a sus casas, sus barrios o la cuadra en donde pasan la mala hora que los oprime. Puesto que ellos, también, son parte del país, así se encuentren en oposición ciega al gobierno de turno, y estén siendo motivados por agitadores y elementos que buscan la destrucción del sistema. Lo que significa que luego de la tormenta puede venir una calma incierta.
Los Estados Unidos contra la predica de los economistas y analistas nativos e internacionales, capitaneada por Trump, consigue en mayo 2.5 millones de nuevos empleos, al tiempo que se reduce la tasa de desempleo al 13,3%. Cuando, según informaban los distintos medios, se esperaba la catastrófica cifra de 7.5 millones de nuevos desempleados. Después de haber pasado por una larga etapa de pleno empleo durante el actual gobierno, la pandemia derribó 20 millones de puestos de trabajo, por lo que ésta alza en el empleo es un indicador que el país puede recuperarse antes de lo calculado por los más pesimistas. Esto significa que Estados Unidos está superando el coronavirus y que gracias al musculo financiero dispuesto por el gobierno y los cheques a los más necesitados para reactivar el consumo, se produce esté fenómeno de reacción positiva frente al malestar social y político causado por el virus.