El reformista de guantes de seda | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Enero de 2021

Roberto Junguito sobresale como hombre de Estado y reformista conservador de los más capaces, con honda formación académica y un conocimiento de la historia y de la sociedad que le permite vislumbrar por anticipado las reacciones locales o internacionales a las medidas que tomaba el gobierno. Siendo ministro de Hacienda del presidente Belisario Betancur o del presidente Álvaro Uribe, en circunstancias disimiles se puso a prueba su inmenso talento y vocación de servir a Colombia. Una de las mentes nativas mejor organizadas, de humor fino, audaz reformador y ejecutor, rara vez alzaba la voz, puesto que con la dialéctica le bastaba para persuadir a sus contradictores de diversa índole. Entre las armas predilectas que empleaba en los debates destacan la ironía y  el conocimiento de los momentos estelares de la historia político-económica del país.

En diversas oportunidades, entre los temas históricos y recurrentes a tratar, se destaca la rica historia del devenir político de Rafael Núñez, sobre el que escribió diversos ensayos y perfila su pensamiento económico. Solía coleccionar documentos valiosos y curiosos, había conseguido una cartilla económica para profanos escrita por el estadista del Cabrero en Europa; hasta alcanzamos a mencionarle ocasionalmente el asunto a Rodrigo Noguera, para su publicación, sin que, infortunadamente, se concretara nada con el paréntesis del covid-19.

Comparto con su amigo y colega hacendista, Juan Camilo Restrepo, la opinión que en interesante escrito deja consignada en El Nuevo Siglo: “Junguito fue nombrado ministro por Belisario Betancur, primero de Agricultura y luego a la cabeza del ministerio de Hacienda…Fue el momento mejor de Roberto Junguito en su larga vida pública. Colombia atravesaba una aguda crisis de balanza de pagos en aquel entonces. Y fue gracias a su pericia como se logró superar, sin tener que recurrir a ninguna reestructuración de la deuda en la cual cayeron infinidad de países por aquella época que con razón se llamó la década perdida de la deuda externa. Roberto logró que el FMI apoyara el plan de reorientación de la economía colombiana que se había diseñado por la administración Betancur. Y con ese aval del FMI (duramente conseguido) nuestro país logró reabrir el crédito y salir adelante en aquella tormentosa época”.

Y agrega, JCR: “Roberto Junguito estuvo en el corazón de los eventos económicos del país durante los últimos treinta años. No hubo comisión fiscal o de temas especializados como el agrario de la que no hiciera parte principalísima. Muchas de las recomendaciones que hoy nutren las políticas públicas del país tienen la impronta de Roberto Junguito”.

Por mi parte debo destacar el trascendental papel de Junguito como eficaz sucesor en la cartera de Hacienda de Edgard Gutiérrez Castro, el talentoso funcionario del gobierno de Belisario Betancur, que supo sortear una de las mayores crisis económicas de nuestra historia con medidas heterodoxas y nacionalistas, contrarias a los dictados de la banca internacional, que tuvieron el respaldo colectivo y el mayor de los éxitos. El presidente Alfonso López Michelsen y el ministro de Minas, Eduardo del Hierro Santacruz, son los primeros que decretan la emergencia económica para enfrentar la crisis mundial de hidrocarburos, y recobrar millones y millones de hectáreas que las poderosas multinacionales mantenían como reserva sin explotar, gracias a lo cual, con los contratos de asociación, Colombia consigue autoabastecerse y volverse país exportador de crudo.

 

El presidente Belisario Betancur y Edgard Gutiérrez Castro encuentran que el sector financiero, en algunos casos, acostumbra financiar las campañas electorales, y convenía con el sector oficial medidas que los favorecían, por lo general agravando la crisis. Así que Belisario toma el toro por los cuernos, el 8 de octubre de 1982, y decreta el estado de excepción en la segunda emergencia económica en la historia del país, para sortear la grave crisis que se lleva por delante varias entidades financieras y ahorros del público... Rubrican el decreto 2920, que autoriza a nacionalizar en casos extremos esas entidades. Es cuando deciden la intervención del Banco del Estado, lo que determina la prisión de algunos de sus directivos y puso a temblar a otros banqueros por el efecto dominó, que, entre otros, precipita el derrumbe estrepitoso del Grupo Grancolombiano.